25 años de la Heroica Resistencia Campesina de Santa Elina en Rondônia

Tomada do latifúndio Santa Elina em 1995
Tomada do latifúndio Santa Elina em 1995
Tomada do latifúndio Santa Elina em 1995

25 años de la Heroica Resistencia Campesina de Santa Elina en Rondônia

Adaptado de AND nº 174

En 9 de agosto de 2020, se completan 25 años de la Heroica Resistencia de Santa Elina, ocurrida en el municipio de Corumbiara (Rondônia). Batalla campesina que, en 9 de agosto de 1995, inscribió, con sangre y heroísmo, un marco en la lucha por la tierra en nuestro país.

En esos 25 años de la Batalla de Santa Elina, rescatamos la historia repleta de bravura y honra de las masas campesinas que, con su decisión y armadas con palos, piedras y sus rudimentarias escopetas de caza, enfrentaron las hordas policiales que atacaron las familias acampadas en las tierras de la Santa Elina con saña asesina, a mando del gerente provincial Valdir Raupp (PMDB).

Los reaccionarios encontraron, sin embargo, feroz resistencia de bravos hombres, mujeres, ancianos y niños. Fue un combate desigual, pero reñido, en el medio de la mata, en plena madrugada.

Policía y pistoleros atacaron el campamento cobardemente, cuando muchos dormían. Los campesinos resistieron hasta acabar su munición. Debido a la superioridad bélica de los delanteros, el campamento fue tomado de asalto por las tropas de la represión que descargaron toda su bestialidad.

Tras rendidos, los campesinos fueron brutalmente maltratados. Sometidos a las torturas más hediondas. Bajo la asesta de fusiles, algunos fueron forzados a ingerir el cerebro de otros que tuvieron sus cráneos partidos a culatazos. Los más destacados dirigentes de la resistencia fueron perseguidos, torturados y ejecutados. La pequeña Vanessa, de sólo 7 años de edad, cayó con un tiro de fusil.

Un campo de concentración fue montado por agentes encapuzados de la Policía Militar (PM) que amenazaban, humillaban y zurraban los campesinos. La imagen de ese campo inmortalizó el cuadro del terror latifundista en Brasil y de los actos que rindieron la condenación del viejo Estado brasileño por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Todo ese odio y represión virulenta del latifundio y de los agentes del viejo Estado contra aquellos campesinos son frutos del pavor que tienen de las masas en lucha que, con su simplicidad y aparente ingenuidad, se levantaron con fuerza y decisión inquebrantables. 

Divisor de aguas

La Batalla de Santa Elina, aún en su relativa situación de movimiento espontáneo, creó condiciones para el desarrollo del nuevo movimiento campesino combativo, transformándose en un divisor de aguas en la lucha por la tierra en nuestro país. Exactamente porque ella fue la comprobación de que el pueblo, ejerciendo la justa violencia revolucionaria en oposición a la injusta y genocida violencia del viejo Estado, es capaz de conquistar sus derechos y mantenerse de cabeza erguida. Es la materialización de que rebelarse es justo. La Batalla de Santa Elina y todos sus desdoblamientos son enemigos del oportunismo electorero y sus promesas mentirosas. Son la prueba de que el pueblo organizado puede destruir lo viejo y construir lo nuevo. Además de ser la prueba de que las elecciones reaccionarias no cambian nada para el pueblo.

Ejemplo latente de que los campesinos son una fortaleza y que la alianza obrero-campesina es capaz de ejecutar las más difíciles obras, la Batalla de Santa Elina colocó nuevas tareas para el movimiento campesino combativo e hizo con que se abriera una gran lucha ideológica en su dirección, revelando la determinación de unos y la indecisión y traición de otros.

El núcleo duro y combativo de la resistencia, forjado en el fuego de la batalla, siguió buscando profundizar el balance de aquella lucha y de la lucha por la tierra en el país de un modo general, estrechó lazos con el movimiento obrero y sindical clasista de las ciudades, transitó el camino de construir y fortalecer la alianza obrero-campesina y el movimiento campesino combativo sosteniendo la bandera de la Revolución Agraria y por un Programa Agrario de transformaciones radicales en el campo.

Este profundo embate ideológico y práctico pavimentó el camino que condujo a la fundación de la Liga de los Campesinos Pobres (LCP).

La batalla prosigue

A mediados de 2010, los remanentes de la heroica Resistencia de Corumbiara, organizados por el Comité de Defensa de las Víctimas de Santa Elina (Codevise) y con el apoyo de la LCP, retomaron y realizaron el Corte Popular en las tierras de la Santa Elina. En donde es hoy el área Revolucionaria Zé Bentão, siguen resistiendo a los ataques, tanto del oportunismo, que con sus maniobras intenta, a todo coste, dividirlos, como del latifundio, que, con sus bandos de pistoleros, intentó por diversas veces expulsarlos de sus tierras, sin éxito. Resisten, luchan, producen.

Por otro lado, los mandantes y ejecutores de los crímenes contra los campesinos en 9 de agosto de 1995 en las tierras de la Santa Elina, disfrutan hasta hoy de la impunidad y del mismo salvoconducto que permiten que los crímenes contra las masas campesinas continúen siendo cometidos sin que los responsables sean punidos o sus actos ni siquiera sean investigados. En una farsa de juicio, dos dirigentes campesinos y dos soldados de la PM fueron condenados y presos. Y los mayores culpables siguen impunes: José Ventura Pereira, teniente-coronel que comandó las tropas asesinas; Valdir Raupp (PMDB), entonces gobernador de Rondônia; Welligton Luiz Barros, comandante general de la PM en la época; y Antenor Duarte, latifundista mandante. En 2015, en una audiencia con los campesinos de Santa Elina sobre indemnizaciones, un juez sustituto dijo que no hubo masacre y que los crímenes bárbaros ya prescribieron.

En agosto de 1995, Lula/PT, entonces candidato a presidente, estuvo en lo que restó del campamento y prometió: “Caso un día yo sea presidente de Brasil, cedo la hacienda Santa Elina para las familias, puno los responsables por la masacre e indemnizo las víctimas”. Después de 13 años del inicio de la gestión petista y su alejamiento vergonzoso, nada de eso fue cumplido.

Si hoy más de la mitad de la hacienda Santa Elina está en las manos de campesinos, eso se debe exclusivamente a la lucha de las familias organizadas por el Codevise y por la LCP.

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