Tito Valle Travesaño: el sacrificio de un jefe comunista
Tito Valle Travesaño, o camarada Eustaquio, abogado del pueblo y militante comunista, combatió en las hileras del PCP entre la década de 1970 e inicio de la de 1990, cuando fue detenido y brutalmente asesinato por el reaccionario Estado peruano.
Perteneció a la generación de los “iniciadores”, que en 17 de mayo de 1980, inauguró, con acciones armadas, la guerra popular en el Perú. Ese acontecimiento significó, según resaltó Abimael Guzmán, el presidente Gonzalo*, la conclusión del periodo de luchas desarmadas y el pasaje al uso de la “palabra armada”. El inicio de la guerra popular en el Perú significó un salto de calidad en la lucha de clases en aquel país y en todo el mundo, un grandioso marco de la lucha de la vanguardia del proletariado y de las masas explotadas y oprimidas por la conquista del poder.
Antes desacreditada y subestimada por el viejo Estado peruano, ya a mediados de los años de 1980, las acciones de la guerra popular ocupaban los titulares de los principales periódicos de aquel país y se hacían conocidas por todo el mundo. El simple pronunciar del epíteto “Sendero Luminoso”, creado por la propia reacción, hacía temblar los agentes del viejo Estado y animaba las masas revolucionarias en el campo y ciudad peruanos.
A esa altura, Tito Valle Travesaño componía el Comité de Dirección del Socorro Popular, junto a su compañera, Yovanka Pardavé Trujillo, también dirigente del PCP [ver AND nº 78, junio de 2011, Así se portan los héroes de la clase], y otros camaradas. El Socorro Popular, organismo generado del PCP, reunía militantes revolucionarios y familiares de los prisioneros políticos. Sus integrantes tenían como tarea organizar el trabajo de solidaridad a los prisioneros y sus familias, las denuncias de la terrible situación carcelaria, además de emprender una serie de acciones, inclusive armadas. Tito Valle comandó diversas de esas acciones hasta el inicio de los años de 1990.
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El Estado reaccionario, encabezado por el genocida Alberto Fujimori, promovía feroz persecución, prisiones, tortura y asesinatos de militantes comunistas y de organizaciones democrático-revolucionarias y esparcía el terror entre las masas de trabajadores del campo y de la ciudad. Hasta aquellos años, a pesar de los avances de la guerra popular, con el aniquilamiento de centenares de efectivos de las fuerzas armadas y policías, miles y miles de campesinos fueron masacrados en las incursiones de las hordas reaccionarias en las diversas campañas de cerco y aniquilamiento promovidas contra los combatientes del Ejército Guerrillero Popular, dirigido por el PCP.
A mediados de 1991, el general Ketin Vidal asume la subdirección de la tristemente célebre Dirección Nacional Contra el Terrorismo – DINCOTE y la reacción aprieta el cerco sobre la dirección del PCP. En 15 de julio de ese mismo año Yovanka Pardave Trujillo y Tito Valle Travesaño fueron detenidos y encarcelados en el presidio Miguel Castro Castro, en la capital Lima. Un año después, después de duros golpes recibidos por el PCP y la guerrilla, su dirección sufriría el mayor de ellos con la prisión del presidente Gonzalo y gran parte del Comité Central.
Los acontecimientos que se siguieron a la detención de Tito Valle Travesaño ya fueron relatados en otras ocasiones en las páginas de AND. Los prisioneros de guerra del PCP convirtieron los presidios peruanos, con sus cámaras de tortura y regímenes hediondos, en centros de feroz resistencia por ellos denominados de luminosas trincheras de combate. Prosiguieron combatiendo, sin rendirse.
Ya bien antes, en 18 y 19 de junio de 1986, 250 prisioneras y prisioneros de guerra se habían rebelado y enfrentado miles de soldados de las fuerzas armadas reaccionarias en los presidios de Lurigancho, El Callao y en la isla El Frontón. La gestión fascista de Alan García había realizado la primera tentativa de promover la silenciosa masacre de los prisioneros de guerra, pero tuvo su plan malogrado por la intrépida resistencia de los hombres y mujeres que allí estaban. El 19 de junio quedó consagrado, desde entonces, como el Día de la Heroicidad, reconocido por varios partidos revolucionarios en todos los continentes.
Resistencia y genocidio en Castro Castro
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Nos dias 7, 8 e 9 de maio de 1992, sob o gerenciamento fascista de Fujimori, ocorreria um novo e mais combativo enfrentamento no presídio Miguel Castro Castro, em Lima. As forças armadas levavam a cabo a chamada operação “Mudança I”, que era anunciada como uma suposta transferência de 135 prisioneiras de Castro Castro para o presídio de Santa Mônica. Os prisioneiros e prisioneiras de guerra sabiam que se tratava de mais um ataque. Eles se entrincheiraram nos pavilhões e resistiram durante três dias.
No dia 6 de maio já havia grande movimentação de veículos militares em torno do presídio transportando soldados dia e noite. Os prisioneiros se prepararam para a luta sob o comando de Tito
En los días 7, 8 y 9 de mayo de 1992, bajo la gestión fascista de Fujimori, ocurriría un nuevo y más combativo enfrentamiento en el presidio Miguel Castro Castro, en Lima. Las fuerzas armadas llevaban a cabo la llamada operación “Cambio I”, que era anunciada como una supuesta transferencia de 135 prisioneras de Castro Castro para el presidio de Santa Mónica. Los prisioneros y prisioneras de guerra sabían que se trataba de un nuevo ataque. Ellos se atrincheraron en los pabellones y resistieron durante tres días.
En 6 de mayo ya había gran movimiento de vehículos militares en torno al presidio transportando soldados día y noche. Los prisioneros se prepararon para la lucha bajo el mando de Tito Travesaño que instó sus camaradas a multiplicar coraje y valor comunistas para el desigual combate, desafiando la muerte.
El día 7 iniciaron los ataques de las fuerzas armadas reaccionarias con ráfagas de ametralladoras y bombas disparadas indiscriminadamente contra los pabellones. Los prisioneros de guerra, cumpliendo las órdenes de su comandante de aplicar tácticas de la poderosa guerra de movimientos, respondieron con palos, piedras, lanzas improvisadas y agua hirviendo, llegando a rodear y tomar de asalto las posiciones de grupos de las tropas que invadieron los pabellones. Ese día estaban presentes el ministro del Interior, Juan Briones Dávila y el jefe del Estado Mayor del Ejército, Nicolás de Bari Hermoza, además del asesor del ejército reaccionario, Vladimiro Montesinos. Ese día Alberto Fujimori dio la siguiente declaración a la prensa: “Estamos aplicando la estrategia integral contra el terrorismo. Ahora que ya no tenemos la oposición obstruccionista que bloqueaba la acción del gobierno, vamos a aplicar íntegramente esta estrategia“. [fuente: agenciaperu.con]
Los combates prosiguieron durante todo el día siguiente y, en las primeras horas de la madrugada del día 9, la carretera que llevaba al presidio fue bloqueada con piedras por las fuerzas armadas reaccionarias para impedir la llegada de familiares de los prisioneros y de la prensa. Los periodistas que se encontraban en el local fueron retirados.
Después de otra carga de bombardeos aéreos, francotiradores del ejército reaccionario fueron posicionados en los tejados de los pabellones. Helicópteros sobrevolaban el área barriendo los patios con sus ametralladoras. Entre las 4 y 5 de la tarde, una explosión derrumbó la pared del edificio donde se concentraban los prisioneros.
Alrededor de las 18 horas un grito partió del pabellón:
– ¡Alto! ¡No tiren! ¡Vamos a salir!
De acuerdo con los relatos de supervivientes publicados en la prensa peruana, era la voz de Julia Marlene Olivares, militante del PCP, anunciando la salida de los prisioneros.
Tito Travesaño, sabiendo del plan genocida había tomado la decisión: los dirigentes por orden de responsabilidad saldrían al frente. Un primer grupo compuesto por nueve prisioneros, con las manos elevadas, salió caminando lentamente, entonando el himno La Internacional. Al frente marchaban altivos Tito Valle Travesaño y Yovanka Pardavé.
Cobardemente, los militares abrieron fuego ejecutándolos fríamente. Lo mismo aconteció con los demás. En total, 41 prisioneros, entre hombres y mujeres fueron asesinados por el Estado reaccionario. Militares encapuzados recorrían frenéticamente las ruinas con una lista de nombres de dirigentes que deberían ser identificados y muertos caso hubieran sobrevivido al ataque. Relatos de supervivientes dan cuenta que los prisioneros de guerra Noemi Romero Mejía, Andrés Agüero Garmendi, Rubén Constantino Chihuán, Julia Marlene Olivos Peña, Wilfredo Gutiérrez Véliz, entre otros que no habían muerto inmediatamente, fueron brutalmente torturados y asesinados aún el día 9. Otros, como Marcos Wilfredo Azaña, fueron vistos vivos el domingo, día 10, pero posteriormente fueron igualmente torturados y asesinados. [fuente: aworldtowin.org]
De acuerdo con el laudo de la necropsia de Tito Valle Travesaño, su muerte se debió a laceración encefálica sufrida debido a un disparo en la cabeza, que originó la fractura del cráneo y la expulsión de la masa encefálica. Además de eso él sufrió otros cinco disparos en el pecho, miembros superiores e inferiores. La trayectoria de los disparos fue de la derecha para la izquierda, de cima para bajo y de tras para frente, lo que comprueba que el ejecutor estaba a las espaldas del prisionero, probablemente sobre el tejado del pabellón. Laudos similares atestan la ejecución de varios otros prisioneros. Era la ejecución del plan de asesinar los prisioneros miembros del Comité Central del PCP.
El mes de mayo de 2012 marca, por lo tanto, los 32 años del inicio de la guerra popular en el Perú(17 de mayo de 1980) y los 20 años del martirio e intrepidez heroica de los prisioneros de guerra del PCP en el presidio Miguel Castro Castro (9 de mayo de 1992). El glorioso Partido Comunista del Perú, enfrentando mil dificultades, sigue combatiendo. A pesar del silencio impuesto por el monopolio mediático, las acciones armadas del Ejército Guerrillero Popular repercuten y, a pesar de tanto anunciar el “fin del Sendero Luminoso”, cada nueva acción el viejo Estado peruano estremece de alto a bajo. Las masas vuelven a animarse y agitar consignas revolucionarias.
Como precisamente afirmó el Presidente Gonzalo “¡la sangre no ahoga la revolución, sino la riega”! El tributo de sangre de Tito Travesaño y de los mártires del PCP hará florecer la victoria de la guerra popular.
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*Abimael Guzmán, el presidente Gonzalo, fue detenido en 1992 y es mantenido, desde entonces, incomunicable, en prisión especial, 6 metros abajo del suelo, en la Base Naval del Callao.
Traducción Enrique Chiappa
Traducciones: [email protected]