El día 12 de abril de 1972 ocurrió el primer enfrentamiento armado del glorioso episodio que entró para la historia de Brasil como la Guerrilla del Araguaia, una lucha armada dirigida por el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) en el sur del estado de Pará, más exactamente en una región conocida como Pico do Papagaio. Decenas de militantes comunistas de varias partes del país se desplazaron para tal localidad y, junto a las masas campesinas, iniciaron aquella lucha que, hasta los días actuales, fue el marco político e ideológico más importante de la lucha de clases en Brasil.
Durante dos años, de 1972 a 1974, en pleno régimen militar fascista, los guerrilleros del Araguaia enfrentaron heroicamente tres grandes campañas del ejército reaccionario en conjunto con las demás fuerzas armadas (aeronáutica y marina), además de la Policía Militar. La primera campaña de las fuerzas de represión contó con 5 mil soldados, la segunda con 15 mil y la tercera con 5 a 6 mil, según el documento Gloriosa jornada de lucha, de 1976.
Prácticamente, todos los revolucionarios cayeron en combate en las selvas del sur de Pará. Entre ellos, guerrilleros como el gran Osvaldão, el comandante negro del Araguaia; el histórico dirigente comunista Maurício Grabois, el ‘Viejo Mário’; comunistas valientes como Jana Moroni, Walquíria Afonso da Costa, entre otras mujeres que, con moral y bravura elevadas, entraron para nuestra historia como heroínas de nuestro pueblo. En total, 69 guerrilleros comunistas fueron torturados y asesinados, además de centenares de campesinos.
El balance de la experiencia y la liquidación del PCdoB
El gran dirigente comunista Pedro Pomar, dirigente del PCdoB en la época, fue quién, de forma más acertada, hizo un balance de la experiencia del Araguaia, resaltando el heroísmo de los guerrilleros, pero tejiendo críticas a la forma como fue conducido el proceso, como fue presentado en una reunión del Comité Central del partido en 1976.
“Resalto, antes de todo, la firme decisión del CC en realizar la tarea que aprobó, de implantar, en algunas áreas del más remoto interior brasileño, decenas de camaradas que demostraron disposición de soportar todos los sacrificios, a fin de preparar y desencadenar la lucha armada. […] La experiencia del Araguaia representó, innegablemente, una tentativa heroica para crear una base política y dar continuidad al proceso revolucionario, bajo la dirección de nuestro Partido. Tenía como objetivo formar una sólida base de apoyo en el campo y desarrollar el núcleo de un futuro ejército popular, poderoso, capaz de vencer las fuerzas armadas al servicio de las clases dominantes y del imperialismo yanqui. […]
Todo lleva a creer que la guerrilla se inició como un cuerpo a cuerpo de los comunistas contra las tropas de la dictadura militar. Y así continuó casi todo el tiempo. Ahí reside, a mí ver, el mayor error, el más negativo de la experiencia del Araguaia. Pues la conquista política de las masas no puede ser efectuada sólo tras la formación del grupo guerrillero. Tampoco este debe ser constituido única y exclusivamente, aunque sea sólo en el principio, de comunistas. Y no se diga que la orientación contenida en los documentos y resoluciones del Partido no sea cristalina al respecto. Tanto por la letra, como por el espíritu, los documentos partidarios esencialmente dirigidos contra las tesis pequeño-burguesas y foquistas , indican, sin margen de duda, que: 1) la guerra popular es una guerra de masas; 2) la guerrilla es una forma de lucha de masas; 3) para iniciarla, ‘aunque la situación esté madura, se impone que los combatientes hayan establecido sólidos vínculos con las masas’; 4) la preparación ‘presupone el trabajo político de masas’; 5) los tres aspectos — trabajo político de masas, construcción del Partido y lucha armada — son inseparables en la guerra popular; 6) el Partido, es decir, el político, es el predominante de esos aspectos; 7) en una palabra, el trabajo militar es tarea de todos los comunistas y no sólo de especialistas”.
Después del asesinato de Pedro Pomar y Ângelo Arroyo, en el bárbaro episodio que quedó conocido como la “masacre de la Lapa”, y de João Batista Drummond, todos miembros del Comité Central, en diciembre de 1976, en São Paulo, la discusión sobre la experiencia fue encubierta y la dirección del PCdoB fue tomada de asalto por los revisionistas traidores de la camarilla de João Amazonas y sus compinches, que transformaron el PCdoB en un partido revisionista, electorero e integrado a la vieja orden, como es este pecedobe empodrecido que ahí está.
Viva la Revolución!
La memoria y el legado de aquellos revolucionarios que vertieron generosamente su sangre en el Araguaia permanecerán inmortales y sirven como fuente de inspiración para todas y todos los revolucionarios y comunistas de la actualidad que anhelan la Revolución Brasileña y la verdadera liberación de nuestro pueblo y de nuestro país. El ejemplo y determinación del heroísmo de los militantes revolucionarios combatientes de la resistencia armada del Araguaia permanecen vivos en las luchas de movimientos revolucionarios y populares, expresas en la consigna Victoria, victoria, tarda pero no falla, y viva la gloriosa guerrilla del Araguaia!, entonada en las manifestaciones en repudio al golpe militar fascista. De la misma forma, aún sigue firme la lucha de los familiares por encontrar los cuerpos de sus hijos e hijas, así como la lucha por la punición de los torturadores del régimen militar fascista.