En el día 27 de noviembre próximo se completan 80 años del Levante Popular Armado de 1935, evento político revolucionario de gran significado en la Historia de Brasil de forma general y muy especialmente en la historia del movimiento obrero-popular, democrático-revolucionario y de liberación nacional. Sobre el acontecimiento, así expresó magistralmente el gran dirigente comunista brasileño Pedro Pomar en ‘A gloriosa bandeira de 35’: “En ella fueron postulados por primera vez y de manera nueva los problemas esenciales de la revolución brasileña, en la fase actual, mejor caracterizadas sus fuerzas motrices y sus enemigos fundamentales, indicando el camino del frente único y el de la lucha armada, así como revelada la fisionomía de su verdadero dirigente, el proletariado revolucionario, guiado por el Partido Comunista de Brasil. En los embates encarnizados de 35, las fuerzas populares comprendieron que sólo la lucha revolucionaria educa las masas, forja su ánimo combativo, les abre mayor visión de la realidad y le indica la medida de sus propias fuerzas”.
Para celebrar este memorable acontecimiento publicamos tramos de ‘Algunos aspectos de la cuestión de los Soviets en Brasil’, artículo publicado en la edición nº 180, de 1º de mayo de 1935, del periódico A Clase Operaria, órgano central del Partido Comunista de Brasil (P.C.B), firmado por BBB., pseudônimo del gran dirigente comunista internacionalista Arthur Ewert (verdadero nombre de Harry Berger). Detenido después de la derrota del Levante Popular, Harry Berger, que había actuado por muchos años en China y era uno de los cuadros de la Internacional Comunista (IC o Cominter) destacados para dar soporte al P.C.B. en el proceso revolucionario en curso en Brasil, fue sometido a las más bárbaras torturas y resistió bravamente hasta perecer de sus facultades mentales. Pasó 13 años preso en Brasil y falleció en un hospital psiquiátrico en Alemania en 1959.
En honra a la gloriosa memoria de este héroe internacionalista de la lucha de los pueblos y por ocasión de los 80 años del Levante Popular Armado de 1935, cuyo marco es el levantamiento del 3º Regimiento de Infantería de la Praia Vermelha (RJ), en 27 de noviembre de aquel año — emprendido por la Alianza Nacional Libertadora, bajo la dirección del Partido Comunista de Brasil —, adaptamos, con pequeñas adaptaciones gramaticales, este importante documento, cuyo contenido es de gran actualidad y vigencia. El objetivo y brillante artículo trae un profundo análisis de la realidad y establece de forma clara el carácter de la Revolución Brasileña como democrático-burguesa ininterrumpida al Socialismo.
Frecuentemente no prestamos suficiente atención al hecho de que en otro gran país existen Soviets hace varios años, y eso en grandes extensiones territoriales: nos referimos a China. El desarrollo y crecimiento del poder soviético en China tiene especial importancia para nosotros de Sudamérica y de Brasil. Podemos quitar muchos ensañamientos de las grandes luchas revolucionarias en China, que pueden ser aplicadas en mayor o menor grado en Brasil y también a ciertos países sudamericanos.
En primer lugar, el carácter de la revolución en Brasil es el mismo que en China: democrático-burgués. Las primeras fases de la revolución en Brasil consisten en llevar a cabo la revolución agraria y antiimperialista. Lenin señaló que la burguesia no puede llevar hasta el fin la revolución democrática-burguesa. En el proceso de la revolución, la burguesía se vuelve inevitablemente contra las masas, defiende la propiedad capitalista, trata de evitar la revolución agraria, asume compromisos con el imperialismo y pide auxilio del mismo contra la revolución.
La revolución democrático-burguesa y, sobre todo, su transformación en revolución socialista, dependen de las luchas de las amplias masas de Brasil, de los obreros y campesinos, de los soldados, estudiantes, de la juventud, de los intelectuales honestos, de los pequeño-burgueses empobrecidos, etc.
Para el desarrollo victorioso de la revolución democrático-burguesa, no pueden ser utilizadas las viejas formas burguesas del poder estatal, ni tampoco las nuevas. Claro está que esas formas estatales burguesas constituyen los sustentáculos de los explotadores y obstáculos formidables contra el desarrollo progresivo de la revolución. Inclusive en la fase democrático-burguesa de la revolución, las masas deben instituir su propio poder estatal, los Soviets.
La revolución en China demostró claramente la necesidad de la existencia de los Soviets de obreros y campesinos en la etapa democrático-burguesa de la revolución. Al reconocer eso, no debemos perder de vista el hecho de que la revolución democrático-burguesa puede comenzar sin la existencia de Soviets. Este será el caso en que las fuerzas de clase y la conciencia revolucionaria del proletariado no estén aun suficientemente desarrolladas, faltándoles una dirección revolucionaria firme.
En segundo lugar, hay otra cuestión en el establecimiento del poder soviético en Brasil, que presenta mucha semejanza con el desarrollo de China: la gran mayoría del territorio chino está aún en las manos del Kuomintang contrarrevolucionario o bajo el dominio de Japón, Inglaterra, etc. Los Soviets tienen el poder solamente en una pequeña parte y geográficamente, no constituyen un territorio compacto, pues están divididos en un gran número de provincias, a veces separadas unas de las otras por grandes distancias. A pesar de esto, los Soviets de China se han mantenido y aumentado su poder en sus ocho años de existencia. A pesar de la movilización de un millón de soldados contra estos Soviets, no se les puede aniquilar. Los Soviets en China se transformaron en los principales vehículos de la guerra nacional revolucionaria contra el imperialismo japonés y los demás imperialismos; de la defensa de la independencia; de la unidad e integridad de China; de la liberación de las masas trabajadoras chinas. Día a día, los Soviets en China confirman la justeza de las palabras del camarada Stalin: “Sólo los Soviets pueden salvar a China”. Y eso se aplica enteramente a Brasil y Sudamérica.
Otra cuestión semejante a China se presenta en Brasil: ¿las masas de Brasil estarán en condiciones de establecer su propio poder bajo la forma de Soviets a través de TODO el territorio del país en un LAPSO DE TIEMPO CORTO? Naturalmente ese debe ser y es nuestro objetivo, pero no olvidemos, que la URSS atravesó cuatro años de guerra abierta luchando contra movimientos contrarrevolucionarios e intervenciones. En China, los Soviets luchan hace ocho años. En un país de vastas dimensiones como el Brasil, con la gran variedad de condiciones y, además de eso, con la existencia de grandes diferencias en las relaciones de fuerza de las clases enemigas en los diversos estados, la revolución necesitará igualmente de un lapso de tiempo más o menos largo para llegar a establecerse firmemente a través de todo el país.
También aquí la experiencia de China nos muestra que en tal o cual ciudad, puerto, o en la extensión de tal o cual región de la costa, los explotadores de Brasil, apoyados por los salteadores imperialistas, pueden “mantenerse” por más tiempo que los explotadores de otras partes del país. Tenemos que contar con que los imperialistas se esforzarán directamente para mantener las condiciones sociales intolerables del presente, para mantener el sometimiento de Brasil por el imperialismo, para impedir la victoria de la revolución. Pero nuestras posibilidades para romper las maniobras contrarrevolucionarias del imperialismo son muy grandes.
Como somos revolucionarios objetivos, tenemos que tomar en consideración tales posibilidades, pero a la vez no podemos dejar de comprender que el Brasil, con su territorio enorme, presenta las condiciones más favorables para el establecimiento y consolidación del poder soviético en grandes extensiones y conquistará finalmente el poder suficiente para liquidar los explotadores y expulsar el imperialismo.
Ante todo, la revolución democrático-burguesa, bajo la dirección de los Soviets, establecerá bases seguras para la realización de las reivindicaciones económicas y políticas más importantes de la clase obrera, asegurará tierra a los campesinos y abolirá todas las formas de esclavización feudal. Liquidará el yugo del país por el imperialismo confiscando todas las empresas imperialistas, y anulando las deudas externas, abrirá camino para el desarrollo de un Brasil Libre, unido y fuerte, lleno de posibilidades enormes tanto en el terreno económico como político y cultural. Si supiéramos como conectar las reivindicaciones diarias y las aspiraciones de la juventud e intelectuales, las reivindicaciones, descontento y aspiraciones de los soldados, al descontento y pauperización de la pequeña-burguesía con esta gran perspectiva revolucionaria, levantaremos y organizaremos la gran mayoría de la población. Entonces la revolución en Brasil será invencible.
La gran extensión del país, las malas comunicaciones en el interior del país, todo eso serán ventajas en el comienzo de la revolución porque hará más difícil los movimientos de grandes fuerzas contrarrevolucionarias así como una invasión imperialista extranjera. Por eso será posible, aún con formaciones revolucionarias relativamente pequeñas, hacer retroceder y batir las fuerzas contrarrevolucionarias, consolidar y aumentar tanto las fuerzas como el territorio de los revolucionarios. Ganando con el tiempo la fuerza suficiente para liberar — con el auxilio de los obreros y campesinos de todo el país — el Brasil y sus masas trabajadoras del yugo de la explotación imperialista y feudal. De este modo se aplanará el camino para la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista bajo la hegemonía del proletariado.
Este gran objetivo estratégico determina también nuestra táctica delante de las fuerzas que, siendo opuestas al imperialismo y sus agentes en Brasil, no van, sin embargo, hasta el fin del camino con nosotros. Queremos construir un frente común de combate junto con todos los elementos que están dispuestos a luchar contra el imperialismo, que opinan que Getúlio Vargas y su gobierno son los entregadores de Brasil al imperialismo y a los opresores del pueblo brasileño, que saben que los líderes integralistas son los agentes pagados del imperialismo extranjero y de los grandes capitalistas y latifundistas de Brasil para subyugar por medio de terror los obreros, campesinos, intelectuales y la juventud de Brasil. Estamos dispuestos a formar un frente único con todos aquellos que comparten esas opiniones y están DISPUESTOS A LUCHAR contra esas fuerzas contrarrevolucionarias.
La revolución en Brasil es una revolución nacional antiimperialista. Se propone la confiscación de las empresas imperialistas, la anulación de los préstamos extranjeros, la expulsión de los imperialistas y de sus agentes en Brasil.
La revolución en Brasil es agraria. Se propone la confiscación, sin indemnización, de las tierras de las concesiones extranjeras, de las plantaciones, de las propiedades de los grandes latifundistas, iglesias y órdenes religiosas, para ser distribuidas entre los campesinos.
La revolución en Brasil mejorará las condiciones de los obreros porque confiscará las grandes empresas imperialistas y las grandes fábricas de los demás capitalistas, estableciendo un horario de 6 a 8 horas de trabajo, aumentando los salarios, mejorando las condiciones sanitarias y de vida y aumentando la vida cultural.
La revolución abrirá nuevas posibilidades de vida y de trabajo a la juventud y a todos los intelectuales honestos, actualmente sin trabajo y reducidos a condiciones de vida intolerables.
La revolución en Brasil dará al soldado su verdadero lugar, que es el de defensor del país contra los salteadores imperialistas, el de defensor de los derechos de un pueblo libre, de la revolución. El soldado y el ejército dejarán de ser instrumentos de opresión del pueblo brasileño bajo el interés exclusivo del imperialismo y de sus agentes en el país.
Estos son los objetivos de la revolución democrático-burguesa en Brasil. Esta revolución se transformará rápidamente en revolución socialista desde que una parte importante y decisiva del país esté en manos del poder obrero y campesino, desarrollando fórmulas de producción socialista en un gran país que posee todo lo que es necesario para la edificação del socialismo y que llegará a ser un punto de apoyo para la transformación de todo el continente sudamericano cuando el futuro poder soviético establezca alianzas seguras y libres con los movimientos nacional-revolucionarios y con los futuros gobiernos revolucionarios de los pueblos indios del Perú, Ecuador, Bolivia, etc., y con el movimiento revolucionario de los trabajadores de Chile, Argentina y de todos los demás países.
El camino para esa finalidad encontraremos en un viraje enérgico y completo de todo el trabajo del Partido. Es necesaria una organización más firme del Partido, aumentar sus organizaciones, el número de miembros, concentrando en los centros vitales de la producción y comunicaciones, superando los métodos de las viejas fórmulas caudillistas en las organizaciones del Partido, creando a la vez cuadros bolcheviques y comités de dirección unidos, disciplinados y firmes.
Penetrar profundamente en las masas. Desarrollar en todas las partes sindicatos de trabajadores. Dirigir cada lucha por las reivindicaciones diarias de las masas conectando esa lucha a las tareas políticas inmediatas en cada estado y con nuestra gran perspectiva revolucionaria.
Aumentar decisivamente el trabajo en el campo entre los campesinos y asalariados agrícolas. Organizar las luchas de los campesinos por sus reivindicaciones inmediatas: contra el pago de los impuestos y deudas, contra la esclavitud feudal, contra los altos arrendamientos y el actual sistema de contratos, conectando estas luchas a la lucha por la división de las tierras de los grandes latifundistas. Además de estas luchas, debemos desarrollar las fuerzas de guerrilleros que, junto con los campesinos, liquidarán el latifundio.
Organizar una espesa red de comités campesinos y ligas locales y de distrito, organizar el trabajo entre las organizaciones campesinas ya existentes. Organizar sindicatos de asalariados agrícolas. Sin este trabajo y sin la firme alianza de los obreros y campesinos, será imposible la victoria de la revolución en Brasil. Debemos aprovechar los profundos enseñamientos de la revolución española, en que uno de los puntos débiles fue precisamente un trabajo insuficiente entre el campesinado.
Berger aún llama la atención para el trabajo del Partido entre los integrantes de las fuerzas armadas (posición sostenida por el P.C.B. en la época, particularmente en cuanto a los soldados, cabos y tenientes, entre los cuales el partido realizaba un amplio trabajo). Y refuerza una vez más la importancia del desarrollo de una poderosa Federación Juvenil Comunista, que se convierta en la gran organizadora de un amplio frente único con las organizaciones juveniles y estudiantiles dispuestas a luchar por la defensa de sus derechos, contra el imperialismo y sus agentes, contra el integralismo y todas las fuerzas reaccionarias (nota de la redacción del AND).
Desarrollar la lucha por la defensa de los derechos populares de las masas y contra la legislación reaccionaria del gobierno de Getúlio Vargas (por la libertad de reunión, prensa y palabra, por el derecho de organización y huelga, por la libertad de los presos sociales, etc.). Utilizar todas las posibilidades para ampliar el trabajo legal y semilegal del Partido, perfeccionando a la vez nuestra organización ilegal.
Estas tareas deben ser llevadas a la práctica con toda firmeza. Sólo actuando así, crearemos las condiciones para dirigir victoriosamente la lucha revolucionaria.