Agresión a Haití completa cinco años

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Agresión a Haití completa cinco años

La Minustah (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití), fuerza de ocupación de Haití, que es (sub) comandada militarmente por Brasil, completó en junio cinco años. Hasta el fin del año el Estado brasileño habrá gastado, según el Ministerio de la Defensa, cerca de R$ 700 millones para costear el desplazamiento y mantenimiento de sus tropas en aquel país. ¿Pero qué intereses, al final de cuentas, están por detrás de esta embestida?

Brasil mantiene hoy en Haití un contingente de aproximadamente 1.200 militares (intercambiados a cada seis meses) del Ejército y del Cuerpo de Fusileros Navales de la Marina. Hasta hoy ya pasaron por Haití cerca de 12.100 militares.

Históricamente, la participación de Brasil en intervenciones militares se daba bajo el manto del Capítulo VI de la Carta de la ONU, el cual prevé el mantenimiento de la paz después de conflictos internos y ayuda humanitaria. Esta vez, sin embargo, la intervención brasileña se da de forma abiertamente represora ya que la misión es embasada en el Capítulo VII de la Carta de la ONU que prevé la ocupación para "imponer el orden" y no para "mantener el orden" como prevé el Capítulo VI. Convengamos que, en la práctica, no hay una diferencia tan grande así entre los dos capítulos, que igualmente atacan la soberanía de cualquier país.

Sumisión

Efectivamente, el Ejército brasileño está en Haití para atender a una imposición de USA, cuyas fuerzas armadas están a las vueltas con la ocupación de Irak y de Afganistán. Se trata de una incapacidad del amo del norte de mantener tropas de ocupación en cada punto estratégico, necesitando recurrir a fuerzas lacayas esparcidas por el mundo.

Están hoy ocupando Haití los siguientes países, además de Brasil, Argentina, Benín, Bolivia, Canadá, Chad, Chile, Croacia, Francia, Jordania, Nepal, Paraguay, Perú, Portugal, Turquía y Uruguay. Todos, con excepción de Francia y Portugal, con Estados notoriamente serviciales al imperialismo, principalmente yanqui. Interesante notar que Turquía, Perú y Nepal pasan por procesos revolucionarios y sus fuerzas armadas, al mismo tiempo que se valorizan ante la metrópoli, adquieren más conocimiento en el combate a la insurgencia, además de utilizar la propia experiencia contra los pobres de Haití. Aún peor es el caso de Nepal, que tiene tropas en Haití y en Afganistán, enviadas cuando el rey Gyanendra aún gobernaba el país. Después de la fundación de la República, teniendo al frente el Partido Comunista de Nepal (maoísta) — que condujo por diez años la guerra popular en el país y capituló en 2006 — las tropas continúan a pisotear la soberanía de otros pueblos.

¿Política de defensa?

Cuando el Ministerio de la Defensa presenta justificaciones de que la misión "de paz" es una de las prioridades de la actual Política de Defensa Nacional, que preconiza la mayor inserción del país en el ámbito de las Naciones Unidas y en los procesos decisorios internacionales es porque, en la calidad de semicolonia, su política de "defensa" debe estar subordinada a los intereses del imperio. Así, uno de los mayores argumentos de los gerentes de turno para invertir en la misión es entrenar militares y probar equipamientos bélicos en situación inestable y real. O sea, preparar tropas para una intervención interna, como ya ocurrió en los morros de Rio de Janeiro o como ocurre actualmente en la Amazônia.

Y ahora que Luiz Inácio propuso la creación del Consejo de Defensa Sudamericano que deberá asumir funciones como elaboración de políticas de defensa conjunta, intercambio de personal entre las Fuerzas Armadas de cada semicolonia, realización de ejercicios militares conjuntos, participación en "operaciones de paz" de las Naciones Unidas (léase imperialismo yanqui) queda más claro aún el porqué de tal interés en el mantenimiento de las tropas en Haití. La misión, o mejor dicho, la sumisión también está insertada en el proyecto de Luiz Inácio de obtener una silla permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, pura fanfarronería para valorizarse ante la gran burguesía nativa y el capital financiero.

La paz de los cementerios

En su edición de nº 116 que circuló en el inicio de 2009, la Revista Tecnología & Defensa trae un artículo firmado por el Coronel de Reserva del Ejército brasileño Claudio Barroso Magno Filho, ex comandante de la Fuerza de ocupación en Haití, denominada de Minustah , de diciembre de 2006 a junio de 2007. En este artículo el Coronel se propone a hacer un balance sobre lo que él llama de operaciones "de pacificación" de Cité Soléil, la mayor concentración de pobres de Puerto Príncipe, la capital haitiana. Según su informe "Cité Soleil fue inicialmente atribuida a las tropas jordanas, que allá tuvieron cerca de una docena de bajas fatales" y que "Grupos de bandidos, organizados en células y fuertemente armados, actuaban libremente en Cité Soleil. Esos marginales afrontaban la ley y la orden, inclusive tirando contra las tropas de paz de la ONU, los cascos azules". Enseguida deja trasparecer el sentido de entrenamiento de la tropa para aplicación en Brasil, al afirmar que "Es natural que hagamos una asociación del crimen organizado de Cité Soleil con el de las grandes ciudades brasileñas, cabiendo destacar algunos aspectos. Allá, los criminales no estaban conectados al comercio de drogas y ni eran tan organizados, faltando integración entre ellos. Las gang haitianas sobrevivían de extorsiones, secuestros, robos y hurtos". De ahí él aún concluir que "Haití podría ser visto como un campo de pruebas, donde aplicaríamos y perfeccionaríamos fundamentos doctrinarios de la organización (personal y material), del preparo (capacitación específica) y del empleo (cómo conducir operaciones)".

En contradicción con la afirmación de que Brasil comandaba la Minustah, el coronel afirma que "en Haití, estábamos directamente subordinados al Fuerce Commander (FC) para el empleo relacionado al Memorando de Comprensiones, entre Brasil y la ONU…"

Aunque pintase su uniforme de azul con redondelitos rosas el Coronel no tendría cómo evitar que, siendo Cité Soleil una región densamente poblada, podamos deducir el tremendo terror que asoló la población habitante de aquella favela. Así, él relata que "…actuamos contra los grupos de bandidos (para capturar o eliminar) realizando operaciones de combate y tipo policía (check-points, patrullas, etc.)". Y más adelante él habla de operaciones nocturnas y de la distribución de alimentos como si eso fuese capaz de superar los trastornos sufridos por la población.

Allá y Acá

Tal como en Brasil, donde el ejército y la policía no respetan los locales de vivienda y la propia residencia del pueblo pobre, para el Coronel no hay ningún incómodo en haber garantizado la victoria sobre los "bandidos" después de inspeccionados "callejones y casas" si "A continuación, proporcionamos asistencia social y apoyo en general". En el periódico O Estado de São Paulo del día 31 de mayo el periodista Bruno Paes relata denuncia de habitantes de la favela Paraisópolis en la zona sur de São Paulo, cuya población es de 60 mil habitantes, que durante una operación de la policía paulista, que duró 82 días, tuvieron sus barracas invadidas sin mandados judiciales; trabajadores, niños y ancianos torturados y 51.994 revistas a habitantes del barrio. Todo eso practicado por 400 policías en 100 patrulleros, un helicóptero, 20 caballos y 4 perros. Son muchas las coincidencias en los métodos de los dos operativos.

Traducciones: [email protected]

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