Traducido por Enrique F. Chiappa
Víctimas de la Masacre de Corumbiara/ Hacienda Santa Elina, ocurrida 12 años atrás en Rondonia, exigieron en Brasilia — de 8 a 27 de agosto — la indemnización y el corte de la Hacienda Santa Elina debidos por el gobierno. El reportaje de AND acompañó los campesinos.
La Batalla de Santa Elina — o la masacre de Corumbiara — ocurrió en Rondonia. En 9 de agosto de 1995, cerca de 600 familias que ocupaban la Hacienda Santa Elina fueron víctimas de tortura y asesinato en la mayor masacre promovida por el Estado brasileño, pasadas las gerencias militares.
Doce años después, campesinos organizados por el Comité de Defensa de las Víctimas de Santa Elina Codevise, exigieron en Brasilia, en la propia sede del gobierno federal, el pagamiento de las indemnizaciones y la inmediata destinación de la Hacienda Santa Elina para las víctimas de la masacre.
Los campesinos también cobran el cumplimiento de una promesa, cuando candidato, del actual presidente de la República:
— Nosotros no somos bandidos. Vinimos atrás de nuestros derechos. Después de la masacre, Lula fue a Rondonia y hasta ayudó a encontrar dos niños escondidos en el hueco de un árbol. En Colorado D'Oeste, fue visitarnos y dijo que cuando fuese presidente iba indemnizar y cortar la tierra de la Hacienda Santa Elena, para todas las víctimas de la masacre, que somos nosotros — Explica Manoel José da Silva, campesino, miembro del Comité de Defensa de las Victimas de Santa Elina .
A pesar de la condenación de Brasil en la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos OEA, hasta hoy nadie fue indemnizado.
El Comité de Defensa de las Victimas de Santa Elina exige la indemnización de todas las personas — al contrario de la OEA que solo contempla 27. La táctica del gobierno es oportunista y fascista. Oportunista por que al indemnizar las 27 personas de la lista de la OEA, el gobierno colocará una piedra sobre el asunto y nunca más se hablará sobre Santa Elina. Fascista por que divide las familias, colocando víctima contra víctima.
Estamos llegando
Cerca de 60 campesinos oriundos de la masacre llegaron a Brasilia, después de tres días de viaje, el 8 de Agosto. Mismo la intensa provocación de la policía, no impidió el acampamento de los campesinos en el césped en frente del Congreso Nacional, donde pasaron la noche.
Al día siguiente, el Codovise realizó una manifestación en frente al Congreso Nacional e inició una jornada de contactos con parlamentares, órganos, instituciones de derechos humanos y entidades que pudiesen ayudar con la lucha de las víctimas.
— La llegada de los campesinos de Corumbiara, compañeros de la heroica resistencia de Santa Elina, no tiene nada que ver con los movimientos oportunistas que vienen a Brasilia. El Codevise desmoraliza las manifestaciones de los movimientos oportunistas y claramente revela la lucha clasista, popular, la cuestión agraria y la podredumbre del sistema. Simultáneamente desmoraliza la charlatanería de "gobierno democrático", por que revela un estado policial embutido. Evidencia que Santa Elena es la lucha que será recordada como el evento contributivo para los que aspiran luchar verdaderamente encontrando su camino — explicó el representante de la Liga de los Campesinos Pobres, Nilo Hallack.
La cobranza enérgica de los campesinos logró, el día 9, un pedido de audiencia con el presidente, registrado en un protocolo por parlamentares y suscripto por varias entidades sindicales.
En la mañana del 17 de agosto, los campesinos participaron de una reunión con el presidente del Incra, Rolf Hackbart, con el ouvidor agrario nacional, Gercino José da Silva Filho, con el superintendente del Incra en Rondonia, Carlino Lima y representantes de la Secretaría Especial de Derechos Humanos de la Presidencia de la República.
Los campesinos cobraron del Instituto, la inmediata desapropiación de la hacienda y la instalación de 80 familias, víctimas de la masacre, que todavía no habían recibido tierras — por que continuaban huyendo de la represión policial y de la persecución de los matones o demandando tratamiento médico.
Promesas X pruebas
El Incra hizo muchas promesas, pero los campesinos querían pruebas. Demoró días la entrega del acta de la reunión con el Incra. Ahora este documento servirá como instrumento comprobatorio, visto que él claramente expresa: "el Incra deberá buscar la forma legal de desapropiar la Hacienda Santa Elina y, las 80 familias de víctimas que todavía no poseen tierra, recibirán sus lotes".
En la tarde del 17 de agosto, el Comité de defensa tuvo una audiencia con el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados. Relataron su padecimiento desde la masacre, y exigieron una actitud de la Comisión.
El 21 de agosto, 21 campesinos se reunieron con el secretario especial de Derechos Humanos de la Presidencia de la República, ministro Paulo Vanuchi — además de un diputado de Rondonia, representantes del Centro Brasileño de Solidaridad a los Pueblos Cebraspo y de la Presidencia de la República. El ministro admitió que la indemnización contemplará todas las víctimas, no apenas las 27 reconocidas por la OEA, y habló sobre la necesidad de desapropiación de la hacienda.
A despecho del compromiso de encaminar una reunión con el presidente de la República para el día 22, la respuesta apenas llegó dos días después.
El Presidente Luiz Inacio se recusó a recibir las víctimas de Santa Elena. Las mismas a quienes él prometiera 12 años antes, indemnización y desapropiación de la hacienda. No tuvo coraje de mirar en los ojos de los campesinos y explicarles por que, hasta hoy, no cumplió su promesa. Apenas delegó a su jefe de gabinete, Gilberto Carvalho el encuentro con los campesinos. Este, finalmente prometió "formar una comisión de trabajo" que, en 60 días, iniciará en Rondonia la identificación de las víctimas y establecer una reunión con el Presidente, además de la distribución de tierra a las 80 familias restantes.
Previendo un ardid, la campesina María Coimbra da Silva, 63 años, también del Codevise, se levantó diciendo al Jefe de Gabinete:
— Ustedes nos engañaron por mucho tiempo. Queremos la indemnización inmediatamente. Después que yo morir no voy necesitarla más.
El pueblo es peligroso
En los ministerios, Cámara de Diputados y Senado los campesinos eran vistos, por los exploradores del pueblo, como seres peligrosos. Traían estampado en el rostro y en sus gestos, la autoridad de las masas concientes. En ningún momento se humillaron delante del Estado latifundista, burocrático y semicolonial.
Estos bravos campesinos durmieron al relente. Resistieron bajo un sol hirviente de día y frió cortante de noche, con dificultades para hacer su higiene personal y tener alimentación apropiada. Algunos empeoraron la salud, pero ninguno desistió de luchar. Su mayor victoria fue la de reencender la llama de la lucha y fortalecer su unidad.
También enfrentaron el oportunismo de parlamentares, como el de la senadora Fátima Cleide (PT/RO). Al pasar rápidamente por los principales dirigentes del Codevise, criticó la decisión de los campesinos de cobrar sus derechos en Brasilia. Al contrario, la senadora, en vez de ayudarlos, les ofreció pasajes para volver a Rondonia. Pero los campesinos permanecieron aún más firmes.
— Tenemos fuerza para luchar. Aquellas personas que tenían pocas ilusiones, ahora van creer más en la lucha. Algunos pensaban que la Liga era igual a los políticos, que quería usar las personas. Pero vieron que las cosas son muy diferentes. La Liga de Rondonia va crecer mucho. El próximo paso es movilizar todas las victimas de Corunbiara por la indemnización y por el corte de la hacienda Santa Elina y cobrar todo a que los campesinos tienen derecho. Vamos tener que hacer las cosas por nuestra cuenta, como estamos haciendo, obligándolos a dar nuestros derechos — concluye el campesino Elias Querino da Silva, miembro del Comité de Defensa de las Victimas de Santa Elina.
El 27 de agosto, los campesinos volvieron a Rondonia, después de recibir cada uno, la copia del compromiso firmado por el Jefe de Gabinete de la Presidencia con el Comité de Defensa de las Victimas de Santa Elina.
12 años de resistencia
Sur de Rondonia. Final de la década del 70. Campesinos de todo Brasil llegan atraídos por la promesa de tierras fértiles y ayuda del gobierno. La mayoría se transforma en mano de obra barata para el latifundio. En la década siguiente, los campesinos pobres de la región comienzan a organizarse para ocupar tierras, obteniendo varias victorias, a pesar de la represión.
En 1995, cerca de 600 familias campesinas ocupan uno de los mayores latifundios de la región, la Hacienda Santa Elina, de 18 mil hectáreas — que equivalen a 18 mil campos de fútbol ¡.
La dirección del MST se recusó a apoyarlos, inclusive delató los campesinos que estaban movilizándose. En 15 de julio las familias entran en el área. La noticia se disemina y conquistan el apoyo de pequeños y medios campesinos, además de comerciantes locales.
En el campamento, las familias comienzan a producir, organizar la escuela, la autodefensa, y la cocina colectiva. En 19 de julio, la justicia expide una orden reintegrando la posesión. Rápidamente la policía se dirige al campamento y un ocupante es herido de bala en las espaldas en ese primer enfrentamiento. Los trabajadores formaron una barrera humana en frente del campamento. Cantando sus himnos y lanzando palabras de lucha, interrumpieron los policías.
Las acometidas de los bandos armados de matones fueron derrotadas por la resistencia campesina. La situación pasó a preocupar los latifundistas y a su gobierno estadual. La imprenta fascista y la Unión Democrática Ruralista UDR reclamaron una "actitud enérgica".
Financiada por los latifundistas Antenor Duarte do Valle y Helio Pereira de Moraes (propietario de la hacienda) la policía recibió vehículos, alimentación, transporte de tropas, munición armas y (hasta) aviones. El entonces gobernador Valdir Raupp (latifundista con quien el PT se alió desde las elecciones estaduales de 1994 — y actualmente senador) planeó y autorizó la acción genocida de la Policía Militar.
PM & periodi$mo
Una comisión fue formada, pero las negociaciones no avanzaron. La policía acompañada de la imprenta, filmó el campamento a las escondidas y comunicó a los campesinos que ellos podrían salir por la mañana sin represalias. En asamblea, los campesinos decidieron resistir, hasta que en canje, se les entregase otra área.
Madrugada de 9 de agosto. Todos con los rostros cubiertos — aproximadamente 400 policías y 300 matones — cercaron el campamento. Atacaron con bombas de gas lacrimógeno. Policías y pistoleros usaron de las mujeres como escudo. Los campesinos resistieron heroicamente con palos, herramientas y rifles de caza. Cuando los bandidos vencieron, pasaron a torturar a todos, inclusive las mujeres y niños. Llegaron a usar motosierras para mutilar y dieron "tiros de misericordia", todo para obligar los campesinos a delatar los líderes.
La PM montó un campo de concentración. Más tarde los suplicios se prolongaron durante el traslado a Colorado del Oeste. Una parte de los campesinos fue llevada para un gimnasio. Otra permaneció en la comisaría, reanudando las perversidades.
Desorientada, la población de la ciudad apenas podía providenciar ropas y alimentos para los presos.
El resultado oficial fue de 16 muertos (una niña de seis años, la pequeña Vanesa, fue acecinada con un tiro por la espalda) y siete desaparecidos. Todos tuvieron algún tipo de secuela, física o sicológica, siendo que en consecuencia varios campesinos fallecieron después, inclusive dos recién nacidos.
La resistencia en Santa Elina tuvo gran repercusión en el país y en el exterior, lo que obligó a la gerencia vende-patria de Cardoso/ACM (PSDB/PFL) — que no pretendía dividir la hacienda, sino las familias — a asentarlas.
En Porto Vello, una comisión de negociación compuesta por miembros de la CUT, dirección del PT y liderada por el diputado estadual Daniel Pereira (hoy en el PL), traficó con los intereses de los campesinos, aceptando la indicación del gobierno. El mismo día se reunieron en Cuiabá-MT los liderazgos perseguidos que exigían el corte de la hacienda Santa Elina. Ellos recibieron por teléfono, la noticia de la traición: habían dividido las 600 familias y ni siquiera admitieron la posibilidad de cortar la hacienda.
Esos campesinos fueron, después de prolongadas negociaciones, distribuidos en tres áreas diferentes: Río Preto al norte, próximo a Porto Vello, Vanesa, región de Corumbiara y Santa Catarina en Theobroma, donde se concentró la mayoría de ellos.
Los oportunistas con sus criterios "humanistas", no perdieron tiempo. Con lamentaciones y lágrimas de cocodrilo, desviaron la cuestión principal que era la razón de la resistencia de los campesinos: la legítima lucha por la tierra y la extinción del latifundio.
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