No teniendo nada de expresivo para marcar su visita a USA, Bolsonaro aprovechó la oportunidad para arrastrarse delante del enemigo número uno de los pueblos de todo el mundo, firmando el acuerdo de concesión de la base de lanzamiento de cohetes de Alcântara, en el estado del Maranhão, como cobertura de la instalación de una base militar del imperialismo yanqui en Brasil.
Varias fueron las tentativas de los yanquis de apoderarse de una parte estratégica del territorio brasileño, inclusive saboteando las iniciativas nacionales, como cuando aconteció la explosión de un lanzamiento de cohete coordinado por un proyecto del Instituto Nacional de Investigación Espacial de San José de los Campos, en la cual perdieron la vida de 21 científicos brasileños.
En los últimos seis meses una profusión de autoridades de alto grado del gobierno Trump hizo incursiones en los varios escalones de las Fuerzas Armadas reaccionarias, principalmente en el alto Mando, para aceitar la forma de alcanzar su nefando objetivo.
Cuando hablan de “cooperación científica y tecnológica” quieren decir tan solamente transferir a Brasil tecnología ultrapasada, como la última remisión de tanques descartados enviada a Brasil por USA.
El servilismo de los Bolsonaros es tamaño que todo indica que la intención de haber traicionado y su camarilla es reducir la condición de Brasil de una semicolonia para la condición de protectorado de los yanquis. Sus propios apoyadores del agro negocio ya reclaman que, aislando Brasil de relacionamiento con el restante del mundo, principalmente de los compañeros comerciales que dejan divisas con la importación de los productos brasileños (China, Rusia, el mundo árabe y a África), puede generar graves consecuencias para el capitalismo burocrático, especialmente en el agrario.
Su obstinación, sin embargo, hace ignorar a sus propios aliados. Él va a inaugurar la Embajada en Jerusalén aún con las insistentes desmentidas del general Mourão.
Además de la base de Alcântara, Bolsonaro y las Fuerzas Armadas reaccionarias lacayas del imperialismo preparan la entrega de nuestras reservas del pre-sal y de las yacidas minerales de la Amazônia, pasando por cima de los derechos de los pueblos indígenas, quilombolas y campesinos pobres, además de la soberanía de la Patria.
Tales iniciativas, gravísimas, contribuyen para asesinar nuestro pueblo bajo montañas de lama tóxica y contaminar nuestros manantiales mientras las riquezas minerales son llevadas para fuera del país a precio de banana, como es el caso más flagrante del niobio, además del ultraje de lesa-patria.
Quitando el acuerdo militar realizado durante la Segunda Guerra Mundial, con una instalación temporal de base yanqui en Natal, en Río Grande do Norte, aún en su naturaleza reaccionaria, nunca las Fuerzas Armadas se rebajaron a nivel tan oprobioso de la ocupación militar extranjera.
Todas las articulaciones tenidas como colaboración estratégica por los yanquis, inclusive las provocaciones cobardes contra Venezuela, objetivan la intensificación de la militarización de todo el continente sudamericano, cuya situación explosiva de Brasil es el factor más preocupante y relevante para los mismos. Más de que alejar Maduro, que ahora implora por una reconciliación, y aún con el interés de alejar la influencia principalmente rusa allí, el objetivo mayor es ampliar el conflicto para justificar una tal militarización que envuelva como nunca el Brasil. Siendo Rusia poseedora de una de las mayores reservas petrolíferas del mundo, es hecho que la extensión de su influencia en el continente restringe la integridad de la sujeción del patio sudamericano al imperialismo yanqui, sin embargo, para los yanquis, la situación de crisis que atraviesa el capitalismo burocrático en Brasil se hace más amenazador para su dominio en lo inmediato.
Abriendo el precedente, Bolsonaro y los militares reaccionarios hieren de muerte la soberanía nacional y hacen público su declaración de guerra abiertamente al pueblo brasileño.