Cuando un agente es filmado cometiendo abusos contra la población, la crítica más común que recibe de la “prensa libre” es que le falta preparación. Como acontece con toda explicación ambigua, en parte concordamos con ella, y en la confusión del término, podemos perder el foco del problema. Tomemos como ejemplo un estudiante de medicina: él está formándose, va en el camino correcto, pero aún no está preparado para ejercer íntegramente la profesión. Con un policía puede ser diferente: él ya se formó en la academia de policía, tal vez ya haya sido promovido como agente ejemplar, hizo cursos de capacitación y aun así (o por ese motivo) está no está preparado para ejercer la verdadera función policial (proteger los ciudadanos).
No debe ser casualidad que la policía que estaba representando el Brasil en el USA para hacer propaganda de las UPP, la soldado Vanessa Coimbra, esté implicada en el caso de la tortura y asesinato del peón Amarildo. Ahora quieren descalificar la joven diciendo que ella sólo fue enviada porque era la única que hablaba inglés. Cuesta creer que no hayan mandado alguien de absoluta confianza y participación para difundir el mayor proyecto no sólo de la seguridad pública, pero del fin de la violencia en Río de Janeiro, la liberación de un pueblo, más importante que el desembarque en Normandía. Policías jugaban pelota con los niños favelados, enseñaban a tocar guitarra…
Las UPP eran la mayor bandera del ex-presidenciable Sergio Cabral, bancadas “desinteresadamente” por el ex-candidato a mayor millonario del mundo Eike Batista (además de la Coca-Cola, Bradesco, Souza Cruz y CBF). Tampoco debe ser coincidencia que aquella operación policial que acabó en la muerte del traficante Matemático en que un helicóptero pasa ametrallando calles y residencias con armas de guerra, sea similar a las operaciones del USA en el Irak o Afganistán. En las calles la policía ataca los manifestantes, en las huelgas reprime con truculencia. Todos esos casos tienen algo en común: el proceder es el de un soldado que tiene la misión de dominar territorio enemigo, el ciudadano que discordar o “que está en la hora y en el lugar errado”, pasa a ser tratado como enemigo.
Días atrás el coronel de la reserva de la Policía Militar de São Paulo Vicente Sylvestre, torturado y expulsado de la PM por el régimen militar implantado por el golpe de 1964, declaró: “en aquella época hicieron un lavado cerebral en la policía”. Ciertamente antes de 1964 la policía tampoco era ciudadana. Como ejemplo símbolo, podemos ver el escudo de la PM de Río de Janeiro: un ramo de café, un ramo de caña de azúcar, armas y por encima de todo la corona, demostrando que la corporación ya nació para proteger los poderosos, jamás el pueblo.
Pero, ciertamente, con el advenimiento del régimen militar, la tortura y, más ampliamente, el terrorismo de Estado, pasa a ser encarado de manera científica, enseñado en las academias militares y de policía hasta con cursos en el exterior. El más afamado fue el de la Escuela de las Américas, ministrado por la inteligencia yanqui en el Panamá hasta 1984, responsable por el entrenamiento de las más sangrientas dictaduras latinoamericanas.
En la medida en que los grandes grupos económicos aumentan su sed de logros sobre la población y el sistema político corrupto apoyado por el monopolio de los medios de comunicación no consiguen más embaucar el pueblo, es de esperarse que las revueltas en el Brasil y en el exterior se multipliquen y aumenten de intensidad.
Previendo eso, además de incorporar las técnicas de represión yanquis, el Brasil pasó a gestionar la “misión de paz” a Haití (MINUSTAH) para entrenar en campo el control de una área civil similar a una favela sin el incómodo de dar explicaciones a la prensa ni ser alcanzado por la justicia.
También se recurrió Israel en búsqueda de equipamientos. Ese país es referencia mundial en productos y sistemas de represión ya que todo lo que ellos comercializan tiene la exclusiva garantía de eficiencia de haber sido ampliamente probado en la represión del pueblo palestino.
Ahora la novedad es la contratación de oficiales franceses para dar aulas de control de masas. En muchas áreas las historias de la Argentina y la del Brasil caminan paralelas y lo que acontece en un país acaba aconteciendo en el otro algún tiempo después, con ciertas modificaciones.
Los militares argentinos siempre valoraron las técnicas de represión francesas. Cuando tomaron el poder en el golpe de 1976 contrataron secretamente la inteligencia francesa. Un equipo pasó a ocupar una sala en el edificio más importante de las fuerzas armadas argentinas y tuvo un papel fundamental en la represión que resultó en la muerte-desaparición de 30 mil argentinos. La periodista francesa Marie-Monique Robin es una especialista en este tema. Escribió el libro y filmó el documental Escadrons de lamort , l’école française (Los Escuadrones de la muerte: La escuela francesa).
La experiencia francesa en represión de masas comienza en la tentativa de control de los movimientos de emancipación en sus colonias. En Argelia, norte del África, en la década de 1950, las fuerzas francesas instituyen la tortura sistematizada como técnica para acabar con la resistencia. La película La Batalla de Argel (1966), que retrata fielmente el acontecido, fue realizada para mostrar al mundo las atrocidades de un ejército invasor en una colonia y la liberación de un pueblo que no desiste de su justa lucha. Sin embargo, los militares argentinos pasaron a proyectar la película en las academias para enseñar a los jóvenes oficiales como aprovecharse de la tortura sin cometer los errores de los franceses.
Marie-Monique Robin nos cuenta eso y mucho más: en la grabación del documental ella se hizo pasar por una simpatizante de los represores y consiguió registrar con cámara escondida el testimonio de un genocida argentino: “con esa nueva concepción el enemigo podría ser un vecino, un profesor, un militante de izquierda que colocaría en peligro los valores occidentales. Y para derrotar ese enemigo escondido, mezclado en la población, que no tiene uniforme, se necesitaba obtener información en la doctrina o escuela francesa. La inteligencia es fundamental: quién dice inteligencia dice interrogatorio y entonces tortura (para quitar información) y después, para librarse de los torturados, se hace con que desaparezcan…”. Entonces, según el citado genocida, los puntos fuertes de la inteligencia francesa son la tortura, muerte y desaparición. ¿No hay alguna cosa que recuerde el caso del peón Amarildo?