Crisis capitalista: reguero de pólvora entre polvorines 

Crisis capitalista: reguero de pólvora entre polvorines 

La crisis general de superproducción en la cual el sistema de explotación del hombre por el hombre y sus monopolios hace décadas están sumergidos, viene siendo hace dos años severamente agravada por la explosión de la crisis más específica del sistema financiero internacional, eufemismo muy distinguido para la red criminal formada por pandillas de banqueros, especuladores y parásitos (estos sí, el verdadero crimen organizado) especializada en reproducir capital ficticio mediante la timba en las bolsas y la farra de los intereses, deteriorando las riquezas generadas por el proletariado.

Reflejo y espejo de la crisis estructural del capitalismo agonizante, del imperialismo en descomposición, el actual pandemonio entre las oligarquías financieras e industriales detonó en USA en 2008, y desde entonces viene esparciéndose por el mundo como un reguero de pólvora entre polvorines, llegando ahora con toda la fuerza a Europa, primero en los países europeos semicolonizados por las potencias del eje franco-británico-alemán, y ahora preconizando la suspensión de pagos de estos propios Estados exportadores de capital.

Acosados por la incapacidad de los países que componen el eslabón más débil de la Unión Europea para arcar con las deudas asumidas en las operaciones de socorro a los bancos de los últimos meses y años, las potencias Gran Bretaña, Francia y Alemania corrieron para levantar fondos de emergencia cuya suma no tiene fin, estando en este momento próximo al billón de dólares, y subiendo, en otro esfuerzo desesperado para pelear con la ley científica e histórica de que no hay solución para la crisis capitalista dentro de los mecanismo e instituciones burguesas. No obstante, los jefes de las potencias, accionados por los monopolios, se esmeran en la misión de intentar prolongar su convalecencia, corriendo en este momento para garantizar que la gerencia de Grecia tenga condiciones de pagar las deudas asumidas junto a los mayores bancos del continente y para intentar salvar el euro, la moneda única de la Europa del capital, uno de los más estimados instrumentos de la dominación económica ejercida por las clases dominantes de la UE sobre las masas trabajadoras de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.

En medio a este embrollo, Gordon Brown, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel golpearon a la puerta del FMI en nombre de la gerencia-títere de Grecia en bancarrota, habiendo sido listamente atendidos con la concesión de una "línea de crédito" de 250.000 millones de euros, valor que excede la suma de los diez mayores préstamos ya hechos por el fondo. Todo este dinero ni siquiera pasará cerca de Grecia, no será gestionado desde Atenas, y mucho menos será utilizado para atenuar la deterioración de los salarios, de los servicios públicos y de las condiciones de vida en general  impuesta por el capital financiero a este país; él irá directo para los cofres de los mayores acreedores griegos: los bancos franco-alemanes, siendo que los intereses del préstamo, estos sí, serán pagados mediante el aumento de la explotación de los trabajadores griegos. A estos 250.000 millones de euros se suman otros 440.000 millones de euros levantados junto a los países miembros de la Unión Europea para la creación de un llamado "mecanismo de estabilización" para el euro, medida desesperada que fue descripta por el ministro francés del Presupuesto, François Baroin, como el embrión del FME, el Fondo Monetario Europeo.

Fracaso del sufragio monárquico-burgués

Otro síntoma del aumento de las contradicciones internas del capitalismo monopolista es la pelea iniciada por las autoridades de algunas naciones europeas contra las llamadas agencias de clasificación de riesgo. Hasta poco tiempo atrás tenidas cómo muy útiles al crimen organizado de la especulación financiera, ahora ellas ya son blancos de autoridades de Estados burgueses que vienen defendiendo el control de estas instituciones y el fin de la dependencia que se instauró entre los farristas de las bolsas de valores ante a sus informes de descenso o promoción de países enteros en cuanto a la confianza de parásitos llamados de "inversores". El detonante de  este nuevo desentendimiento entre los enemigos de las masas es la agencia yanqui Standard & Poor's, que a finales de abril rebajó la clasificación de Grecia, Portugal y España sólo 15 minutos antes del cierre de los mercados de capitales en las principales plazas de Europa, provocando la caída acentuada de los indicadores accionarios y desvalorizando aún más el convalido euro, lo que llevó a la ministra de Economía de Francia, Christine Lagarde, al límite de la irritación.

El fracaso absoluto del sufragio monárquico-burgués realizado en mayo en Gran Bretaña es otro hecho que deja expuesto el proceso de intensificación de las contradicciones en el seno del imperialismo – en este caso, más específicamente en el ámbito del imperialismo británico. El llamado "nuevo Laborismo" de Tony Blair y Gordon Brown fue derrotado en la cuenta de votos por el viejo Partido Conservador de la hoy senil Margaret Thatcher, de John Major y, ahora, de David Cameron, que sin embargo no consiguió obtener la mayoría de los asientos en el Parlamento británico, lo que no acontecía desde 1974. En medio al huracán, Gordon Brown renunció al liderazgo del Partido Laboral, y la reina Elizabeth II solicitó a Cameron que formara un nuevo gobierno en dupla con Nick Clegg, tercero colocado en las urnas. De esta forma, la nueva autoridad de Gran Bretaña es políticamente débil y más ilegítima aún de que cualquier gobierno que salga de los procesos electorales burgueses, desde siempre manejados por el poder económico.

Los polvorines van volando por los aires, uno a uno. Las detonaciones no son tan claras cuánto las bombas detonadas por el imperialismo en sus invasiones por el mundo, pero las señales de la ruina van quedando cada vez más claras. Las medidas desesperadas de los jefes de las potencias, las movilizaciones de sumas astronómicas de dinero para intentar mitigar la crisis, la acumulación y la concentración sin precedentes en un pequeño número de sectores de la economía, como el de la siderurgia, el crecimiento de la explotación de la mayoría de las naciones por un pequeño número de naciones, para usar las palabras del gran Lenin, preconizan el fin de la época del capital financiero y de los monopolios, fase final del capitalismo.

Traducciones: [email protected]

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