Un reportaje de la revista Veja, publicado en 9 de agosto, reveló y trajo a publico la profunda crisis institucional y militar que existe en el país, y expuso que tal crisis casi estalló como un movimiento militar que dividiría las Fuerzas Armadas entre “radicales” bolsonaristas y altos comandantes – caracterizados por la revista como “moderados”. El reportaje contó con la entrevista del presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Días Toffoli, que reveló los bastidores de esa crisis.
El ministro dijo que todo ocurrió entre los meses de abril y mayo. En aquel momento, el presidente Jair Bolsonaro se rechazaba a crear una “base aliada” en el Congreso para aprobar la “reforma Previsional”, afirmando que se trataba de “toma y daca” y que “no había lo que negociar”. Bolsonaro, inclusive, acusó Rodrigo Maia de ser representante de la “vieja política” y el parlamento de sólo funcionar en la base del cambio de votos por cargos y presupuestos. Por su parte, el “centrão”, para chantajear el presidente, amenazó resucitar un proyecto para instaurar un “parlamentarismo”, que removería lo fundamental del poder y funciones presidenciales.
Segundo analizó el Editorial de AND 222, publicado en la segunda quincena de abril, tal movimiento de Bolsonaro se basaba en su plan, según el cual “cuanto más se profundizase la crisis del país, mayores serán las oportunidades de su proyecto ganar la mayoría en los medios militares”. En la materia Prosigue la pelea entre gobierno y parlamento, publicado en la misma edición de AND, también afirmamos que, al negarse a hacer el “toma y daca”, Bolsonaro, en verdad, pretendía “reforzar su narrativa de que no es posible gobernar con el parlamento, intentando con eso ganar sectores de la sociedad para un proyecto fascista que él siempre defendió (la vuelta del régimen militar fascista pro yanqui)”.
Días Toffoli, según el reportaje de la Veja, contó que “una ala del Ejército comenzó a discutir la incapacidad del presidente de gobernar, mientras otra, más radical y formada por militares de baja patente, hablaba en una sublevación contra las ‘instituciones corruptas’”.
Delante de tal escenario, Toffoli contó que “uno de los generales próximos al presidente llegó a consultar un ministro del Supremo para saber si estaría correcta su interpretación de la Constitución, según la cual el Ejército, en caso de necesidad, podría emplear las tropas para garantizar ‘la ley y la orden’”. Para dejar más claro, el reportaje sintetiza: “En otras palabras, el general quería saber si, en la hipótesis de una convulsión, tendría autonomía para usar los soldados independientemente de autorización presidencial”.
La base económica de tal profunda crisis militar, según la revista, estaba tan patente que el impeachment de Bolsonaro era, inclusive, discutido por “empresarios del sector industrial incomodados con la parálisis de la pauta económica”. Según el reportaje, los grandes burgueses querían nuevas elecciones, pero, ante la imposibilidad, se contentaban con Mourão. Uno de los empresarios habría dicho, según el reportaje: “Si es para cambiar, mejor que sea inmediatamente”.
Basta recordar que en marzo, abril y mayo, el general Mourão hizo una serie de disertaciones para grandes burgueses del sector industrial. El día 22 de marzo, por ejemplo, él dio una charla en la Federación de las Industrias del Estado del Río Grande do Sul, en Porto Alegre. Dos días antes, otra, esa vez para industriales del Grupo de Líderes Empresariales, en Brasilia. El mes de mayo, día 9, otra habla para empresarios de la industria, esa vez en Minas Gerais, en el Sesiminas. El tema de todas ellas giraba en torno a cuáles medidas él entendía necesarias para impulsar la “productividad” del sector.
En el Editorial de AND 220 (2ª quincena de febrero y 1ª de marzo), nosotros ya advertíamos que Mourão, bajo órdenes del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA), ya estaba buscando proyectarse para sustituir el fascista. En aquel Editorial, afirmamos: “Tal situación esdrújula [referíamos a las declaraciones extremistas de Bolsonaro] es aprovechada por el general Mourão para ampliar su presencia en el gobierno, dando atención a periodistas, haciendo inclusive correcciones a declaraciones de Bolsonaro y su camarilla en confabulaciones con correspondientes extranjeros. El general Mourão de las declaraciones en la Maçonaria – en las cuales predicó golpe militar, defendió una nueva constitución elaborada por notables y otras perlas del reaccionarismo, como apoyar una intervención militar en Venezuela – repentinamente dio lugar a un Mourão moderado y comedido. Tal transmutación sólo cabe ser concebida como producto de importante orientación, o mejor, ¡de una orden! Es un nuevo paso ofensivo en la usurpación del gobierno Bolsonaro por el ACFA, medida a favor de minimizar trastornos que podrán desgastar, antes de lo que se imagina, el iniciante gobierno”.
La materia del periodista de la Veja sigue narrando que, delante del crecimiento del movimiento por la derrumbada de Bolsonaro, crecieron los ataques de la extrema-derecha al STF en las redes sociales, inclusive defendiendo acciones violentas contra la institución y en defensa de Bolsonaro. “Los ministros tenían convicción de que los ataques eran insuflados por el gobierno”, prosigue el reportaje.
La revista menciona que la conflagración entre Bolsonaro, STF, parlamento y Fuerzas Armadas – que ya daban señales claras de ruptura – se profundizaba con el movimiento para constituir una Comisión Parlamentaria de Interrogatorio de la “Lava-Toga”, que investigaría jueces por corrupción. La explosión y revelación de tal profunda crisis institucional y militar, admite la propia revista, “tenía fecha para acontecer: 10 de abril, día en que el STF juzgaría la legalidad de las prisiones en segunda instancia, lo que podría resultar en la liberación del ex-presidente Lula”.
Según Toffoli, tal explosión fue abortada después de más de 120 reuniones con parlamentarias, empresarios y generales (el reportaje afirma que, entre los generales, algunos eran “importantes e influyentes, que cuestionaban la autoridad del presidente y predicaban su alejamiento”). El pacto fue cerrado y vino a público como la firma de un acuerdo entre los “tres poderes” para la aprobación de la “reforma Previsional”. Falta saber – y no es difícil prever en líneas generales – lo que ocurrirá después de la aprobación de la misma.
Pugna entre derecha y extrema-derecha
Tal reportaje y la entrevista del presidente del STF revelan, en realidad, la aguda y sorda lucha que reside dentro del gobierno y de las Fuerzas Armadas entre dos bandos: la derecha, hegemónica en el ACFA, contra la extrema-derecha militar-civil del grupo de Bolsonaro. Ambos pelean para decidir quién detendrá la dirección de la ofensiva contrarrevolucionaria preventiva. Tales revelaciones comprueban la existencia del golpe en marcha y de la crisis militar en función de decidir quién lo conducirá y cual régimen político prevalecerá.
La ofensiva contrarrevolucionaria, como hemos analizado, fue desencadenada en razón de las grandes revueltas populares de 2013/14, como prevención al posible y aún inevitable levantamiento general del pueblo contra toda esta situación de putrefacción a que llegó el vigente sistema político. Ofensiva esta compaginada con los planes yanquis de profundizar la militarización del continente para prevenirse de un incendio en “su patio”.
La ofensiva se inició con la Operación “Lava Jato”, en 2014, desatada por el núcleo del establishment con el objetivo de “lavar la fachada” del sistema político, buscando salvar el sistema de explotación y opresión amenazado de colapso, dada la falencia del sistema político corrupto y putrefacto frente a la completa falta de credibilidad popular y cualquier legitimidad. Tal núcleo está compuesto por grandes banqueros, industriales y dueños de corporaciones del agronegocio, por el ACFA, por la cabeza de los monopolios de prensa (Globo, Bandeirantes, Estadão, Folha etc.) y por el selecto grupo de procuradores y agentes de la Policía Federal, entrenados por el Birô Federal de Investigaciones (FBI, en inglés), además de la “consultoría” del Departamento de Estado (USA), vía Embajada yanqui.
La reacción a la “Lava Jato” por el mundo político oficial de los grandes caciques de las siglas partidarias fue ofertar la cabeza de Dilma en la bandeja y la inculpación del PT y Lula por todos los males del país, como forma de desviar de él – mundo político oficial – el clamor anticorrupción de la sociedad, ya al borde de la histeria. Toda la ofensiva contrarrevolucionaria tiene por objetivo prevenir y anticiparse al levante de masas que reventará contra las medidas anti pueblo aplicadas para salvar el capitalismo burocrático e intentar soportar la crisis general del imperialismo a cuestas de mayor explotación. Medidas que un gobierno petista, a pesar de reaccionario y oportunista, no podría aplicar con la rapidez y profundidad exigidas por el imperialismo, por eso su jefe está preso, bajo órdenes del ACFA.
En concreto, la ofensiva contrarrevolucionaria se impuso como necesidad para llevar a cabo las tres tareas reaccionarias de reestructurar el viejo Estado sustituyendo el desmoralizado y agonizante sistema político, enfrentar la grave crisis del capitalismo burocrático dándole nuevo impulso y conjurar el peligro de revolución anticipándose al levantamiento popular contra el sistema.
Ambas fuerzas contrarrevolucionarias apuntan al mismo objetivo. Pero el núcleo del establishment, encabezado por el ACFA anticomunista, aunque dirija el golpe militar, pretende llevarlo dentro de los marcos constitucionales. Ese núcleo ve el proyecto de régimen militar de Bolsonaro como una aventura peligrosa que fatalmente lanzará el país en la guerra civil, hecho que quieren evitar al máximo. Esa derecha militar hegemónica en el ACFA tiene muy claro la necesidad de un régimen de centralización máxima del poder en el Ejecutivo, sin embargo en la forma de continuación del régimen constitucional, manteniendo los poderes legislativo y judicatura en funcionamiento, aunque como sumisos y serviles. La derecha está convencida de que el establecimiento del régimen militar abierto y declarado va a desatar amplia resistencia en la sociedad, levantará nueva onda de rechazo a los militares y la conflagración de la guerra civil en el país.
Ya el grupo de Bolsonaro, que viene hace años movilizando militares de las bajas patentes y los sectores más reaccionarios de las clases medias con base en la ideología anticomunista, al ganar accidentalmente la elección aunque no haya sido la preferencia del ACFA, pasó a disputar la dirección de esa ofensiva contrarrevolucionaria, resistiendo a la tutela ejercida por el ACFA, que empalmó su gobierno. El grupo de Bolsonaro no renunciará a su obsesión por el régimen militar sin ser subyugado por la fuerza. Con la imposición de los generales del “grupo de Haití” en los principales puestos de decisión del Palacio del Planalto – imposición del ACFA – se conformó un gobierno de permanentes pugnas. Peleas sordas, sin embargo cada vez más agudas y que tienden a profundizarse, pues ambos grupos quieren aplicar su respectivo proyecto de salvación del sistema de explotación y opresión.
Sin embargo, lo que es correcto, como tendencia ya comprobada varias veces en nuestra historia, es que las Fuerzas Armadas se mantendrán, en lo fundamental, unidas, ya que es una corporación cohesionada en el anticomunismo, en una solución contrarrevolucionaria. Pero no pasará impunemente y sus avalos serán materiales inflamables aún más en la crítica situación nacional. El Congreso de corruptos, por su parte, atacado por doquier y sólo defendido por los conservadores y por la falsa izquierda electorera oportunista en nombre de la “defensa de la democracia”, tampoco tendrá apoyo de las masas, dadas las décadas de crímenes cometidos contra el pueblo.
El grupo de Bolsonaro apuesta en el caos y se utiliza de los acontecimientos que agravan la desmoralización de las carcomidas instituciones para agitar su base en las tropas y en la opinión pública reaccionaria, objetivando presionar un sector del ACFA a tomar parte en su plan ante el crecimiento de su influencia en las tropas. Bolsonaro es un obstinado en que solamente su proyecto “salvará el país del comunismo”. Por su parte, el ACFA pretende desgastar la imagen de Bolsonaro ante su base fascista civil y en las tropas, acumular fuerzas y removerlo de su puesto cuando perciban que no habrá fuertes reacciones, especialmente de la baja oficialidad y suboficiales.
Los oportunistas y charlatanes, que sólo ven el peligro en Bolsonaro, alivian el gobierno de hecho conformado por el ACFA. Ellos se apoyan en que en la crisis actual del país la contradicción principal es entre fascismo versus democracia. Esta es una falsa cuestión, es un viejo engaño oportunista y, por medio de él, acabarán uniéndose con todo el resto de esa empodrecida vieja democracia en el coro de la contrarrevolución.
En el campo político la contradicción principal, sin embargo, es entre la inevitable tendencia para el fascismo versus la nueva democracia. Sólo la Revolución de Nueva Democracia podrá barrar de vez las aventuras fascistas, poner fin a los interminables ciclos de crisis, miseria y genocidios para el pueblo. Las masas de nuestro pueblo crecientemente en luchas por defender sus derechos pisoteados, parte por parte, ingresarán en la senda revolucionaria. Brasil llegó al tiempo de profundas rupturas y estas serán un parto doloroso, demorado, donde florecerán heroísmos impares, y al final, las masas de nuestro grandioso pueblo triunfarán y la Nación será verdaderamente soberana.