Operários espanhóis protestam contra as demissões na Nissan
La crisis que actualmente sacude las estructuras del capitalismo financiero y monopolista no tiene solución dentro de la legalidad burguesa –ni en su ilegalidad. O sea, en sus propios marcos, el capitalismo sólo puede empujar su crisis para enfrente. Y más, la crisis está condenada a perpetuarse si los antídotos empleados contra ella fueren las panaceas dictadas por el poder económico y seguidas fidedignamente por las administraciones nacionales subordinadas. El imperialismo y el neocolonialismo tienden a agravarse, así como la realidad de la clase trabajadora. Se agravan todos los fenómenos de la explotación sobre los trabajadores y de la subyugación de las naciones oprimidas en correspondencia a una mayor y más brutal concentración y centralización del capital. La situación pide una acción anticapitalista protagonizada por quién es capaz de llevarla a cabo: las clases populares. La convalecencia del capital es otro buen motivo para la frontalidad de las perspectivas revolucionarias.
En algunos países, el conjunto de las empresas con acciones negociadas en bolsas de valores ya está valiendo mitad de su cotización total anterior a la crisis. Octubre fue el peor mes en 20 años para la Bolsa de Valores de Nueva York. En el conjunto, la devaluación de las empresas que tienen sus acciones en el sube y baja de los pregones diarios de Wall Street fue del 14%. Las oscilaciones del índice Dow Jones – así como las del índice Bovespa –atravesaron las semanas en movimientos que ya podían ser previstos: los lunes, caída libre; el martes y miércoles, tímida recuperación para el azul; en el jueves y viernes, rojo otra vez.
Es el movimiento irracional de los mercados accionarios. Cuando las grandes empresas están desmoralizadas y sus acciones son puestas a venta a precio de banana, miles de grandes o pequeños timberos – los grandes especuladores o los pequeños y pobres iludidos que llegan a tomar préstamos para apostar en acciones – corren apresurados para comprar el mayor número posible de papeles podridos, en la esperanza de que la situación vuelva a la normalidad en un futuro próximo. Es la sed de ganar dinero fácil. Por esto las dos altas por semana de las bolsas, rápidamente presentadas por el monopolio de los medios de comunicación como "euforia" de los mercados.
Las montadoras de automóviles, termómetros del vigor económico del USA, estuvieron – están – al borde de la bancarrota. La caída en las ventas de coches por allá fue la peor desde la Segunda Guerra Mundial.
Las ventas de la General Motors, la mayor fabricante de automóviles del mundo, cayeron 45% en octubre. Las de la Ford, 30%. En el inicio de octubre, el valor de mercado de la GM llegó a estar abajo del que era en 1929, año de la detonación de otra gran crisis capitalista, y 94% menos del que la empresa llegó a valer el año 2000. En el inicio de noviembre, el consenso general entre los evaluadores de papeles del mercado era que el precio justo por cada acción de la GM era de 1 dólar. La primera providencia del festejado nuevo administrador del USA, Barack Obama, fue intentar costurar un acuerdo con Bush de socorro para ya a los accionistas de las llamadas "tres grandes de Detroit" – GM, Ford y Chrysler.
Operários da Nissan entram em conflito a polícia espanhola
La señal es muy clara: una recesión severa está a camino, con posibilidades del mundo ahondarse en una depresión. La crisis está asustando los poderosos de tal manera que llega a afectar los cánones cuyos modelos de chantaje hace tiempos rigen la explotación de las semicolonias por la vía de los órganos gerenciales del capitalismo global. De esta forma, el FMI viene soltando ríos de dinero en países semicoloniais como Hungría y Ucrania, pegos en lleno por la crisis financiera. Son dos de las varias economías del Este Europeo donde los especuladores, atrás de logros mágicos, se apresuraron en apostar algunas de sus fichas inmediatamente que las gerencias de estos países avanzaron con las reformas exigidas por el capital tras el fin de la Unión Soviética.
El día 29 de octubre, el FMI, fondo de chantaje internacional, anunció lo que sus directores llaman de una nueva "línea de crédito" para las economías devastadas por décadas de rapiña patrocinada por el propio FMI. Pero ahora el dinero es parcelado en tres veces y puede ser tomado prestado sin cualquiera de las obligaciones que el FMI acostumbra imponer. Esto significa que lo todo-poderoso fiador del sistema financiero mundial colocó la tienda en la calle como un banco vagabundo cualquiera. La desesperación para salvar la plata de la banca internacional apenas consigue ser disfrazada, lo que valió un comentario sarcástico de una revista británica: el acreedor que antes hacía helar los huesos, ahora parece más un "tío generoso".
¡Derechos y dignidad bajo amenaza!
Agonía de las empresas significa, en un primer momento, agonía también de la clase trabajadora. Los puestos de trabajo evaporan, los salarios caen, los derechos quedan bajo la presión del chantaje patronal, se agravan las condiciones de vida de las familias proletarias.
Es lo que ya viene observándose con el agravamiento de la crisis capitalista: la burguesía intentando repasar sus perjuicios para los trabajadores, o simplemente aprovechando el momento de convalecencia para colocar viejas demandas nuevamente en la orden del día. En Francia, la presidente de la mayor entidad patronal del país viene quejando las dificultades impuestas por la crisis para reivindicar, además de reducción de los impuestos, mayor "flexibilización" de las leyes laborales.
A la vez, la presidente del Medef (Movimiento de las Empresas de Francia), Laurence Parisot, avisa lo que espera de su presidente servil: nada de presión para que los bancos que recibieron dinero público lo repasen en forma de crédito a las otras empresas. Es un problema nuestro, insinúa Parisot; y ni pensar en interferir si alguna multinacional extranjera aprovechar la agonía capitalista para morder parte de la industria nacional a un precio camarada.
Estas son las exigencias que el patronato de todos los países viene colocando en la mesa de las gerencias políticas a su servicio.
Por otro lado, a los trabajadores franceses les resta la expatriación. Sí, eso mismo. Una empresa italiana que opera en Francia sugirió a parte de los trabajadores que colocará en la calle que vengan a trabajar en una filial en Brasil, ganando lo equivalente a un tercio del salario mínimo pagado por allá, o en una unidad en Turquía, recibiendo aún menos.
El desempleo en el USA acaba de alcanzar la mayor marca en 15 años. Medio millón de trabajadores perdieron sus empleos en sólo dos meses. Empresas gigantescas, como la General Electric y la Coca-Cola, ya avisaron que van a compensar la disminución de lucros despidiendo personal.
Los días 15 y 16 de noviembre, poderosos y lacayos de todo el mundo se reunieron en la capital del USA, Washington, con la declarada finalidad de reformar el sistema financiero internacional. Luiz Inácio estuvo allá. Se especuló sobre un nuevo Bretton Woods – la reunión de la posguerra donde quedó acertada la creación del FMI y del Banco Mundial. Se evocó el economista John Maynard Keynes, que defendía la movilización del Estado burgués en pro del capital no por la desreglamentación de la economía, pero, sobre todo, regulándola decisivamente a favor del poder económico, y no del pueblo.
No faltaron verdugos de las masas llenando la boca para hablar en "dictadura del mercado" como si fuesen los mayores defensores de una democracia de hecho. Es oportunismo. En realidad, están apenas cediendo en el palabrerío para apretar en la práctica, esfumando con derechos de los trabajadores y abalizando la truculencia con la cual el capital está reaccionando a la crisis que lo asola.
Mientras los gobiernos de todos los Estados burgueses no miden esfuerzos para socorrer el capital, los trabajadores de todo el mundo no huyen a la urgencia de la lucha y a la responsabilidad histórica que les cabe en un momento tan decisivo para el proceso de liberación frente al capital opresor; no se acobardan delante de las dificultades redobladas, con miras a que los días son de definición para la lucha de clases a nivel internacional.
En Europa, las masas trabajadoras desencadenaron una onda de movilizaciones contra la política burguesa de repasar el costo de sus reveces para el pueblo. En Italia, hubo paralizaciones macizas en el sector de transportes. En Francia, los trenes quedaron en las estaciones y los aviones no salieron del suelo: los bravos franceses intentan impedir otro aumento de la edad mínima para la jubilación. En España, la montadora japonesa Nissan amenazó despedir miles de personas, y miles de personas fueron hasta la sede de la empresa dispuestas a colocarla en el suelo.
En China, el cierre de dos fábricas de juguetes del Smart Union Group acabó con siete mil empleos de una sóla vez, pero los trabajadores de la provincia de Guangdong no retrocedieron y marcharon también a los miles hasta la representación local de la gerencia capitalista que dirige el país. La situación por allá es explosiva. Con la caída de la demanda en el USA y en la Unión Europea, nada menos del que 10 mil fábricas ya cerraron los portones sólo en 2008.
Necesario y cada vez más impostergable, un enfrentamiento de mayores proporciones entre el capital y el mundo del trabajo está ganando cuerpo.
Bancos: doblemente criminales
Japón acaba de anunciar que entró en recesión. El día 3 de noviembre, la Comisión Europea divulgó un informe dando cuenta de que el conjunto de los países que componen la zona de circulación del euro ya está en recesión. Los PIB de los países más ricos del continente – Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España – se contraerán por el segundo trimestre consecutivo, caracterizando el estado recesivo de la economía.
Los comisionados de la Europa patronal apenas conseguían disimular el constreñimiento con el hecho de que los incontables repases de dinero público para banqueros, hechos desde las primeras señales de la mayor agonía del capital financiero del continente, apenas surtían efecto sobre la economía real. Del mar Mediterráneo al mar del Norte, se transfirieron miles de millones de euros de forma fraudulenta, de los cofres del Estado para los cofres de los bancos, a título de única solución posible para la crisis avasalladora.
Ahora, los primeros indicadores económicos tras los varios paquetes de socorro permanecen en rojo. Se puede argumentar que aún es temprano para que más esta trapaza capitalista surta efecto – como si pudiera ir más allá de eso mismo, de trapaza —, pero las previsiones para todo el año de 2009 e inicio de 2010 están lejos de vislumbrar cualquier cosa parecida con indicadores en azul.
Los mayores bancos del continente, uno por uno, vienen colocando el pie en la lama. Uno de los mayores de Alemania, el Commerzbank, pidió socorro de 8 mil millones de euros al gobierno. La canciller Angela Merkel atendió, sin problema, y metió la mano en el fondo de 500 mil millones de euros creado por ella con dinero del pueblo, y cuya finalidad es esta aún: salvaguardar el capital financiero.
En Portugal, a los crímenes económicos contra el pueblo lusitano, la banca del país sumó nada menos de que crímenes de guerra. Los mayores bancos portugueses encubertaron el depósito de propinas del tráfico internacional de armas en cuentas corrientes abiertas por extranjeros en sus agencias.
La Caixa General de Depósitos y el Banco Comercial Portugués, entre otros, guardaron 21 millones de dólares en comisiones pagadas a la cúpula del gobierno oportunista de Angola para la receptación de armas rusas. Entre los clientes beneficiarios está el presidente angolano, José Eduardo de Santos, que acaba de ser confirmado en el poder por una farsa electoral respaldada por la llamada comunidad internacional – gobierno portugués incluso. También están envueltos en el caso "Angolagate" bancos de Luxemburgo y de la Suiza.
Es esta élite financiera doblemente criminal que, ante la crisis, los gerentes políticos de los Estados burgueses dicen ser imprescindible socorrer.
Unibanco, Luiz Inácio y Henrique Meirelles: La banca y sus operarios
El día 03 de noviembre, las dos mayores familias de banqueros de Brasil fundieron sus negocios y fueron para el frente de las cámaras con la sonrisa de quien acababa de casar sus propias hijas. Aquel lunes, los herederos Roberto Setúbal y Pedro Moreira Salles, paulista y carioca, que mantuvieron secreto sobre el noviazgo durante 15 meses – un privilegio de quien controla mucha, mucha guita -, acertaron los términos del matrimonio, comunicaron la novedad al padrino Luiz Inácio por la mañana, y a la tarde anunciaron la unión del Itaú y del Unibanco.
Se trata de otra prueba, en medio a la crisis, del embuste que caracteriza los postulados del liberalismo económico. La tan celebrada competencia finalmente no trae las maravillas anunciadas por los vendedores de la ilusión capitalista; ella resulta en el exacto contrario de lo que es prometido, como la nuevísima "Itaú Unibanco Holding S/A".
La nota de los banqueros sobre la fusión decía el siguiente: "Se trata de una institución financiera con la capacidad de competir en el escenario internacional con los grandes bancos mundiales". Tal vez la unión de los herederos de los papás se desempeñe bien en el juego de la banca internacional, disputando nuevos endeudados intereses a intereses con usureros ingleses, yanquis y españoles. Pero, por aquí, se trata aún es de voracidad del capital financiero monopolista.
Una voracidad que ya venía desde la adquisición del Banco Real por el Santander, y que aún se debe desdoblar en la respuesta del Bradesco, que vendrá a la corta o a la larga, probablemente con la adquisición de un banco más pequeño, para hacer frente a la recién creada y festejada "mayor institución financiera del hemisferio sur". Es el monopolio del capital financiero reforzando su poder. Todo con las bendiciones de los padrinos Luiz Inácio y Guido Mantega.
Todo esto viene siendo visto por los oportunistas que administran Brasil como "natural". En Brasil, de hecho, Luiz Inácio viene haciendo con afinco el deber de casa pasado por los banqueros y por los administradores profesionales de la crisis del capital. A pesar de las negativas de que la economía brasileña sería afectada por la ruina internacional del crédito, la administración del PT ya anunció una serie de medidas que visan minimizar los impactos del colapso capitalista para la grande burguesía local.
Desde el día 19 de septiembre, cuando subastó 500 millones de dólares entre las nerviosas instituciones financieras nacionales, el Banco Central de Brasil – cuya presidencia es cargo reservado a los hombres de confianza del FMI y de la banca internacional – vienen realizando operaciones de venta de dólares casi que diarias, a fin de amortizar los perjuicios tomados por el patronato metido a vivo, que hizo negocios apostando en un escenario futuro de dólar en baja.
Como siempre, el dinero para pagar la cuenta de las apuestas perdidas tanto de los patrones cuanto de los especuladores viene de los cofres públicos. En el caso, Luiz Inácio y Henrique Meirelles vienen despilfarrando las reservas brasileñas para dar una ayuda a los empresarios con los cuales tienen compromiso.
Sí, el compromiso con empresarios, latifundistas y especuladores queda mucho más claro ahora, con la crisis, aunque Lula trate de convencer, de lo alto de los muchos palcos a los cuales comparece, que su compromiso es con el pueblo trabajador. Tanto que, el día 6 de octubre, el presidente de la República editó medida provisional dando más poder al Banco Central para que Henrique Meirelles actúe como le parezca durante la crisis. En otras palabras, Luiz Inácio dio carta blanca a Meirelles para hacer lo que sea preciso para ayudar el capital financiero agonizante.
No satisfecho, Luiz Inácio también creó herramientas oficiales de repase de dinero público para latifundistas, contratistas y banqueros. A ejemplo de lo que se hace en Europa y en el USA, llamó estos mecanismos de rapiña institucionalizada de "líneas de crédito".
En el inicio de noviembre, Luiz Inácio y su equipo de gerentes anunciaron otro paquetazo de respaldo al patronato. Fueron cinco medidas, entre las cuales R$ 10 mil millones repasados a la grande burguesía vía BNDES, y otros R$ 9 mil millones vía Banco do Brasil. Aún ampliaron el plazo para las empresas pagaren tributos federales, lo que garantizó a los patrones más R$ 21 mil millones en caja. Si el trabajador no paga en día la cuenta enviada por la empresa privatizada, tiene la luz y el agua cortada.
Siguiendo el ejemplo de Obama y Bush en el USA, el ministro de la Hacienda de Luiz Inácio, Guido Mantega, anunció el día 11 de noviembre que el gobierno había acabado de disponer más R$ 4 mil millones para las montadoras que operan en Brasil. Es dinero público transformado por el PT en capital para financiar el mantenimiento de tasas de logros, siendo que estas empresas automotrices son las transnacionales que más remiten dinero para sus matrices en el USA, en Europa y en Japón. Tal vez por eso aún el estado de San Pablo, donde está instalada la mayoría de las fábricas de coches en nuestro país, premió la amenaza velada de despido proveniente del patronato del sector con más R$ 4 mil millones por intermedio del Banco Nossa Caixa.
La disculpa para financiar la grande burguesía en apuros es la misma de siempre: garantizar el empleo de miles de trabajadores.
Mentira. Si fuese este el caso, una política pública de garantía del seguro desempleo saldría muy más barato de que gastar miles de millones salvando puestos de trabajo que rinden salarios de hambre. Pero las masas no deben, y no pueden iludirse ni con una cosa, ni con otra. No deben respaldar el socorro a sus patrones, y ni deben contentarse con eventuales medidas que perpetúan la sumisión a los humores del capital. E tiempo de preparar la lucha por la emancipación frente a todo tipo que humillación y amarras. Y, ante el agravamiento de las presiones sobre la clase trabajadora, derrotar el capital opresor es un imperativo impostergable.
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