Revolução Cultural: fim da primeira onda da Revolução Proletária Mundial
Los años que se siguieron a la capitulación de la dirección encabezada por João Amazonas, después de la Guerrilla de Araguaia (final de los años de 1970, inicio de los de 1980), reinaba en el mundo la libre confabulación del revisionismo moderno con el imperialismo. Con la derrota de la gran Revolución Cultural Proletaria en China y consecuente restauración capitalista (1976), tiene inicio la ofensiva general revisionista, teniendo a la cabeza Gorbatchov y su perestroika, seguido por Teng Siao-ping y su “enriquecer es glorioso”, la caída del Muro de Berlín, las revoluciones de terciopelo del Este Europeo y, por fin, el desmoronamiento de la Unión Soviética social-imperialista. Y es sobre esta base que, con la primera guerra de agresión al Irak, se desata una ofensiva contrarrevolucionaria de carácter general y convergente del imperialismo con el revisionismo, con que los yanquis se afirman como superpotencia única y hegemónica en el mundo. La guerra imperialista de rapiña en el Este Europeo se propagó liquidando los últimos vestigios del Tratado de Potsdam.
Es preciso ver que tal política tiene como base el ataque feroz y sanguinario a todo proceso revolucionario. Y como parte clave de ese ataque está la inducción a la capitulación de los partidos y organizaciones dirigentes de tales procesos. De la línea capitulacionista, el componente de la vía electoral y del cretinismo parlamentario como camino, son puntos de convergencia para la reintegración al viejo Estado. Ejemplo nítido de eso es la reciente agresión imperialista al Irak y al Afganistán, donde el USA, aún en medio a la ocupación del país con miles de tropas, se apresuró en promover “elecciones libres y directas”.
Desempeñan papel crucial los “acuerdos de paz y reconciliación” y las elecciones burguesas también como puntos de convergencia entre la reacción y el revisionismo, a través de los cuales se incorporan y se funden al viejo Estado brasileño el revisionismo y todo oportunismo. No fue un hecho menos importante que el propio imperialismo yanqui, que había patrocinado los golpes militares fascistas en América Latina, promoviera la transición del fascismo abierto para el sistema de gobierno demo-liberal en esos países.
Bajo el slogan de la defensa de la “paz y democracia” (política de “derechos humanos” y “elecciones libres”) afloran las nuevas formas de desencaminar la lucha de clases en los moldes ideológicos de la “globalización”, como negación de la lucha de clases, del proletariado como clase revolucionaria y universal, de la revolución y del socialismo como experiencia concreta y camino emancipador de la humanidad, finalmente, la negación del marxismo.
La afirmación de Lenin de que combatir el imperialismo sin combatir el oportunismo no pasa de fraseología hueca, no sólo se confirmó, como se hizo cuestión clave, con el revisionismo convirtiéndose, cada vez más, de un instrumento auxiliar de la burguesía en su arma más avanzada en el combate a la revolución proletaria.
Queda do Muro de Berlim: imperialismo e revisionismo irmanados
La capitulación de la dirección revisionista de diversos procesos revolucionarios, particularmente en América Latina, se hizo una tendencia dominante en el movimiento popular a escala mundial. De las fuerzas que siguieron en la lucha armada, con raras excepciones, todas capitularon y renegaron la revolución en las décadas siguientes de 1980 y 1990. De las que persistieron en la lucha armada, únicamente el Partido Comunista del Perú siguió sosteniendo el marxismo-leninismo a través del maoísmo y de la guerra popular.
El maoísmo y la Guerra Popular en el Perú1
En la década de 1980, los partidos revisionistas justificaban su línea oportunista derechista, de eterna “acumulación de fuerzas”, argumentando que no había condiciones objetivas para hacer la revolución debido a la ausencia de la “retaguardia estratégica mundial”, representada anteriormente por el bloque socialista. Desmintiendo este discurso con hechos, los comunistas peruanos inician junto al pueblo la Guerra Popular en 1980.
En aquellos tiempos, algunos partidos comunistas que habían asumido el pensamiento Mao Tsetung se batían por desarrollar la lucha armada revolucionaria como guerra popular, tal el caso del Partido Comunista de las Filipinas, del Partido Comunista de la Turquía (ML) y diferentes fracciones derivadas del Partido Comunista de la India (ML) después de la derrota del Levantamiento de Naxalbari . Sin embargo, con la contundencia y el desarrollo vigoroso del maoísmo, comprendido como nueva, tercera y superior etapa de desarrollo del marxismo, por la Guerra Popular en el Perú, el PCP se constituirá en el más importante impulsador y aglutinador del Movimiento Comunista Internacional. Por la intervención del PCP, la iniciativa de partidos comunistas que se definían por el pensamiento Mao Tsetung de crear el Movimiento Revolucionario Internacionalista – MRI (1984) dará un nuevo salto por su definición por desarrollar, defender y aplicar el maoísmo.
Como el propio MRI irá a registrar en 1993 con la declaración Viva el maoísmo, la experiencia peruana, en su lucha por desarrollar la Guerra Popular, fue uno de los hechos más importantes para la comprensión de la profundidad del maoísmo, aún para aquellos partidos cuya guerra popular ya se encontraba en curso.
¿Que proporcionaron la Guerra Popular en el Perú y el Pensamiento Gonzalo2 al proceso revolucionario internacional? Lo principal del Pensamiento Gonzalo es la comprensión del maoísmo como el desarrollo del marxismo-leninismo y su elevación a una nueva, tercera y superior etapa. Revela y comprueba la universalidad del maoísmo y lo aplica a la especificidad del Perú, como pensamiento guía de la Revolución Peruana y que a cierta altura se tornó en pensamiento Gonzalo.
En este cuadro, de auge de la ofensiva general contrarrevolucionaria encabezada por los yanquis, es que la Revolución Peruana sufre su más duro golpe: la prisión de gran parte del Comité Central del PCP y del Presidente Gonzalo. Aún con los duros golpes sufridos, la Revolución Peruana siguió enfrente con la guerra popular, combatiendo la capitulación y enfrentando el viento y la marea.
Guerra Popular no Peru: o maoismo como nova e superior etapa do marxismo
El PCP y la Guerra Popular en el Perú serán marco transcendental para la revolución proletaria en la América Latina, llevando el maoísmo a todo el continente y el mundo, sirviendo de farol revolucionario para superar las limitaciones ideológicas, con la adhesión al maoísmo, necesarias para impulsar la segunda gran Ola de la Revolución Proletaria Mundial.
Nueva reestructuración burocrática del viejo Estado brasileño
En el Brasil, se procesa lo reculo organizado de las clases dominantes para librarse de la gestión militar. Este había cumplido en lo esencial su papel de derrotar el movimiento revolucionario y de realineamiento de las políticas de Estado, consolidando la integración del país económica, política, militar y culturalmente al dominio semicolonial del imperialismo yanqui. Esta situación en el país en el fin de los años de 1970 y nos de 1980, de ausencia casi completa de una orientación revolucionaria proletaria, tuvo ascenso un movimiento de masas de carácter democrático-burgués que aseguró un tránsito tranquilo a las clases dominantes en la gestión de su viejo Estado. Fue el periodo de terreno fértil para el oportunismo de toda esa casta proliferar. La transición del fascismo abierto para el régimen demo-liberal (su forma encubierta), con Sarney al frente, asegura continuidad sin cualquier sacudón al camino burocrático.
Eso favoreció mucho para que los descontentos y acciones crecientes del proletariado y de las masas populares fuesen canalizados por el radicalismo pequeño-burgués liberal que vino a conformarse en el PT, una vertiente de izquierda oportunista y anticomunista. Una verdadera mescla de todo tipo de capitulacionismo resultante de las derrotas de la resistencia armada guevarista, aglomerando desde la Iglesia Católica, sindicalistas anticomunistas, trotskistas y ex-guerrilleros arrepentidos, apadrinados por el castrismo. Esto representó lo retorno del electoralismo y una vez más el alejamiento de las masas del camino revolucionario.
Veinte años de dispersión y liquidación del movimiento revolucionario
Después de 1976, prácticamente todas las organizaciones convirtieron la lucha por libertades democráticas en un fin, encerrado en sí mismo. Sólo aisladamente, militantes, cuadros o en pequeños círculos, dentro o fuera de los partidos, peleaban en condiciones muy difíciles para romper aquella situación y proseguir en el camino revolucionario.
Los años de 1980 e inicio de los de 1990 representaron un vacío sin precedentes en el movimiento comunista y revolucionario en el país. Desde 1922 esa es la primera vez que se abre un periodo de dispersión tan grande del movimiento revolucionario y comunista en el Brasil. Las conocidas organizaciones y partidos que se reivindicaban marxistas o marxistas-leninistas estuvieron en gran medida o hundidas en el viejo nacional-reformismo o reunidas con el trotskismo y todo tipo de oportunismo en el PT. O sea, este es el periodo en que el proletariado no intervendrá de forma independiente en la lucha de clases en nuestro país, sino que totalmente cabalgado por el reformismo y, principalmente, por el oportunismo pequeño-burgués liberal, resultando en un gran perjuicio para las masas populares y el pueblo.
El movimiento campesino, sufriendo de la carencia histórica de la dirección del proletariado, ahora será arrebatado por la dirección pequeño-burguesa, principalmente de influencia de la Iglesia católica, que dará origen al MST. El movimiento sindical, con el vacío dejado por la ausencia de los comunistas y delante de toda ofensiva contrarrevolucionaria que se propagaba en el mundo, se hará campo abierto para vigorar el trotskismo petista de la CUT. En el movimiento estudiantil fue donde se logró más inmediatamente la hegemonía del revisionismo de la coligación PCdoB/PT en el control de la UNE, que resultará en su destrucción como entidad legítima, hasta entonces, convirtiéndola en mero aparato auxiliar de las gestiones de turno del viejo Estado, puesto alcanzado por el oportunismo a partir de 2002.
El revisionista PCdoB, de la camarilla de Amazonas/Rabelo, convertido en partido legal, descartando el propio revisionismo albanés de Enver Hohxa, concretiza su transición al electoralismo y pacifismo, hundiéndose en el más desmedido cretinismo parlamentario y todo tipo de oportunismo. Agarrándose a veces en Brizola otras en Sarney, hasta aglomerarse por completo en el lulismo, maniobrando para integrarse al máximo en el sistema del viejo Estado. El PCB pro-soviético, al fin del régimen militar, se encuentra desmantelado ideológica, política y orgánicamente, como consecuencia de su línea de supuesta resistencia pacífica al fascismo.
Luego de su retorno al Brasil con la Ley de la Amnistía de 1979, alejándose de la dirección de su grupo revisionista, Prestes se choca con la dirección remaneciente, hundida más que nunca en el reformismo burgués más vulgar. Las loas de esa dirección a los postulados seniles del llamado “eurocomunismo” lleva por fin a que Prestes, rompiendo con la vieja organización que había dirigido por casi cuatro décadas, abra camino para un proceso autocrítico, publicando su “Carta a los Comunistas” (ver box) predicando la necesidad de una línea revolucionaria para “reorganizarse” el partido comunista en el Brasil. Defendiendo que en el país no había condiciones de levantar un partido comunista en lo inmediato, orienta sus seguidores a organizarse en el PDT de Leonel Brizola como forma de realizar el trabajo político.
Redemocratização: fim do regime militar pactuado com traidores e renegados
Ya a finales de los años de 1990 e inicio del nuevo siglo, el acentuado agravamiento de la crisis general del capitalismo impactará la crisis económica y social en el país provocando el agravamiento de las pugnas en el seno de las clases dominantes. Esto creará la posibilidad de triunfo electoral del oportunismo por la división de los partidos de la derecha tradicional. Frenéticos con tal posibilidad, los corifeos del oportunismo logran, por fin, conformar la más completa frente “popular” electorera, integrando en torno a Luiz Inácio las huestes revisionistas de PCdoB, PPS, MR8, PCB, etc.. Agremiaciones que hasta entonces mantenían determinadas disputas con el PT, las disolvieron uniéndose con él para llevar la defensa del programa de “ajustes” y “reformas” del imperialismo y en el ascenso a la gestión de turno del viejo Estado.
La fracción burocrática de la burguesía, desplazada del centro del control del aparato estatal desde Collor, busca rearticularse y desempeña papel preponderante en la crisis de las clases dominantes. Sus sectores más perjudicados, junto con la burguesía nacional y movimientos nacionalistas, ven la posibilidad de retornar al centro del poder, de ahí la reagrupación de fuerzas y alianza con el frente “popular” oportunista con la candidatura Luiz Inácio.
Ese triunfo electoral y su gestión al servicio del imperialismo, a la vez corresponderá y expresará la ofensiva general de la contrarrevolución mundial capitaneada por Bush. El enfriamiento del movimiento popular es bien utilizado para reciclar las formas de intervención del imperialismo en su medio. Sin embargo, resultante y como reacción a esta ofensiva general contrarrevolucionaria imperialista, resurge con vigor la resistencia popular.
Con el gobierno del oportunista Luiz Inácio, el PCdoB, apalancado por los años de aprendizaje con los viejos partidos burgueses, se funde por completo al viejo Estado de grandes burgueses y latifundistas, ascendiendo a los puestos del aparato del Estado, de donde ejercen el vil papel de escuderos del latifundio y de los grandes monopolios. Tal como el nuevo código forestal, de autoría de Aldo Rebelo, y los gigantescos logros asociados a la realización de la Copa del Mundo y Olimpíadas.
En 2009, el deteriorado PCdoB realiza su congreso autodenominado de “12º”, donde aprueba y de forma olímpica proclama que “el rumbo es el socialismo” y la vía es el “Nuevo Proyecto Nacional de desarrollo” (!). Tal novedad no es nada más de que la reedición del viejo recetario cepalino3, que en nada se diferencia del Plan Nacional de Desarrollo de Geisel, ahora pomposamente intitulado “camino brasileño para el socialismo”. Precisamente, es la proclamación y reedición de la “Declaración de Marzo de 1958”, con que los revisionistas pavimentaron el camino de la capitulación y contra la cual se levantó el camarada Maurício Grabois con el histórico documento Dos concepciones, dos orientaciones políticas (ver IV parte), que asentó base para la cisión con el oportunismo y la Reconstrucción del partido en 1962.
Ya en cuanto a la sigla PCB pro-soviético, hoy su existencia combina una fraseología socialistera que trafica con la historia del partido comunista en nuestro país y la práctica del más vulgar pacifismo legalista y electoralista. Apoya los regímenes populistas de Chávez (Venezuela), Morales (Bolivia) y Correa (Ecuador). Desde lo alto de sus programas electorales, vehiculados en el “horario gratuito” por los monopolios de comunicación, repiten hace años y hasta el cansancio que “son revolucionarios y no reformistas”.
En verdad, las siglas PCdoB y PCB, así como otras como PCR, PCML, PPS, PSB, eso para no hablar del abanico de organizaciones trotskistas, se funden en un programa único, cuyos fundamentos están expresos y diseñados en la “Declaración de Marzo de 1958”, primera síntesis del revisionismo kruschovista y contemporáneo en nuestro país. Toda la decrepitud que alcanzaron esas diferentes siglas que se reivindican comunistas, socialistas y revolucionarias y cuya expresión mayor y más evidente es el papel desempeñado por el PCdoB, nada más es que la concretización, en sus últimos términos, de la declaración anteriormente referida.
La experiencia internacional ha confirmado que el peligro principal que enfrenta todo movimiento comunista es el revisionismo. El hecho de la predominancia del revisionismo en la dirección ser una característica que marca el movimiento comunista brasileño no sólo atesta tal advertencia, como pone en destaque que él sigue siendo el peligro principal a ser combatido. De la misma forma, para que este combate sea profundo, sistemático y proficuo, se hace imprescindible la lucha de dos líneas en el seno del partido comunista.
Necesidad de la lucha de dos líneas
En Brasil, la lucha por la constitución del genuino partido revolucionario del proletariado ha recorrido un largo, complejo y difícil camino, sin lograr, hasta los días actuales, su solución cabal. Aunque el curso de esta lucha haya sido hecho de intensos combates, sacrificios y sufrimientos del proletariado y de las masas populares, de proezas y heroísmos de un incontable número de ardorosos militantes comunistas, ha sido marcado fundamentalmente por duras derrotas. En casi todo este curso, invariablemente, se careció de la comprensión de esta cuestión fundamental, el de la lucha de dos líneas y de la línea de masas y su manejo como motor para el desarrollo partidario, para corregir los desvíos de derecha e “izquierda” y derrotar líneas no-proletarias que se manifiestan en el interior del partido.
En todo el curso de la existencia del partido revolucionario del proletariado en nuestro país, la lucha y confrontación de ideas marcaron la historia del PCB. En todo el mundo, aunque los comunistas no comprendieran o se dieran cuenta de la transcendencia de la lucha de dos líneas, ella se procesó, bien o apenas se impuso de una forma o de otra y determinó el avance o retraso de los diferentes partidos comunistas y de los procesos revolucionarios que conducían.
De la misma forma en Brasil fue este factor que no permitió que el partido comunista se constituyese cabalmente como un auténtico y verdadero partido comunista marxista-leninista-maoísta a partir de los finales de los años de 1960 y pudiera impulsar y triunfar el proceso revolucionario. A lo largo de muchas décadas no pudo resolver plenamente y de forma acertada el problema crucial y determinante para su forja y correcto desarrollo, que es el de su línea ideológica y política, para movilizar, organizar y politizar las masas para la lucha por el poder.
Triunfo eleitoral do oportunismo: mais de vinte anos de dispersão no movimento revolucionário
Cuanto más una dirección revolucionaria comprenda estas cuestiones y las eleve a la condición de método, de lucha de dos líneas y línea de masas; Cuanto más la maneje correctamente, más sólidamente se establecerá la línea proletaria y se asegurará su mantenimiento invariable contra las demás líneas no proletarias, que inevitablemente surgirán en el curso de la revolución, hasta su triunfo completo con el pasaje al comunismo.
La necesidad histórica de un partido revolucionario del proletariado
El partido revolucionario del proletariado, el Partido Comunista, como una necesidad histórica, tiene como misión organizar y dirigir su lucha de clases contra el imperialismo, la burguesía y demás clases reaccionarias, destruir su poder de Estado, establecer su dictadura de clase y en un proceso de revolución permanente transformar la sociedad en su base material y superestructura, suprimiendo la propiedad privada y la explotación con la socialización de los medios de producción y con sucesivas revoluciones culturales abolir las clases sociales como camino para el comunismo.
El Partido Comunista del Brasil inició en los años de 1960 su tercera etapa histórica, constituyéndose como partido comunista marxista-leninista. Pero, se exigía ya en aquel momento ir más allá como partido comunista marxista-leninista-maoísta. En ese sentido, esa tercera etapa es la de la lucha por constituirse como un partido comunista maoísta para desencadenar la lucha armada como guerra popular prolongada en nuestro país. Este proceso fue derrotado temporalmente por la acción combinada de la reacción y del revisionismo.
Los verdaderos marxistas brasileños de los días de hoy, principalmente las nuevas generaciones, deben sacar serias lecciones de la historia heroica de la lucha por el desarrollo del partido comunista en nuestro país. Particularmente retomar el proceso desde su punto más elevado, iniciado con la Reconstrucción de 1962, que llegó hasta la Guerrilla de Araguaia, elevando en el más alto grado el ejemplo imperecedero del sacrificio de los heroicos cuadros, militantes y masas que lucharon por alzar el partido comunista a la dirección de las amplias masas populares.
Massas em luta: a necessidade do partido revolucionário do proletariado
Para la revolución y su futuro, la grande y crucial batalla de esta época sigue siendo más que nunca la defensa del marxismo, que consiste en desarrollar, defender y aplicar el maoísmo. Y no hay como hacer esto sin la práctica concreta de la revolución. Esto desafía a todos los marxistas-leninistas-maoístas en el mundo hoy. Ese es el problema capital para el proletariado y las masas populares.
Esa es la historia del movimiento comunista en Brasil y de ella, de sus intricados caminos en medio de las peripecias de la lucha de clases, resultará concretamente el establecimiento del auténtico partido revolucionario del proletariado en nuestro país, garantía del triunfo de la revolución, victoria del socialismo y del comunismo.
Hoy, transcurridos 90 años de fundación del PCB, el capitalismo burocrático se hunde en una crisis cada vez más profunda. Hundidas en la miseria y represión, las masas populares de nuestro país, principalmente las masas campesinas, amordazadas por el oportunismo y revisionismo, cobran la necesidad de una solución radical para todo el estado de cosas en que vive. Hoy, más que nunca, la existencia de un auténtico partido comunista marxista-leninista-maoísta es necesidad apremiante para barrer el monte colosal de basura que se acumuló y liberar la energía revolucionaria de las masas para la revolución, como Guerra Popular Prolongada.
El lugar de Luis Carlos Prestes en la historia
Luis Carlos Prestes adquirió a lo largo de los años de su militancia en el PCB gran prestigio y autoridad no sólo en el PCB, pero en todo pueblo brasileño, adquiriendo la innegable estatura de más importante personalidad del movimiento popular de nuestra historia. Tal prestigio, diferentemente de los que quieren atribuirlo a un supuesto “estalinismo”, fue conquistado por el innegable papel de liderazgo del partido y de las masas en nuestro país.
Luís Carlos Prestes es una figura histórica paradoxal: tomó las armas y lideró el mayor movimiento armado rebelde de Brasil – cuando ni siquiera tenía cualquier noción de marxismo. Avanzó para el comunismo, desempeñó papel destacado en la lucha revolucionaria en nuestro país, y se convirtió en el representante de mayor prestigio del reformismo y del revisionismo en el PCB. Y aun así, al fin de su vida, fue capaz de proponerse una autocrítica.
Su posicionamiento ante los problemas que se presentaron para la revolución en nuestro país, inevitablemente tuvo gran responsabilidad sobre los destinos del Partido Comunista de Brasil. Sin embargo, solamente es posible una justa evaluación de su papel comprendiéndolo como parte de la lucha de dos líneas en el interior del partido, en la cual fue responsable durante décadas por la línea derechista.
Su autocrítica, esbozada en la “Carta a los Comunistas”, de 1980, en la cual renuncia a muchos de los postulados que había sostenido y reconoce que fuera él aún el principal representante de las posiciones reformistas, representa, sin duda, actitud corajosa y honesta, pues no se puede considerar tarea fácil realizar una autocrítica de ruptura con el oportunismo derechista, después de décadas siguiendo a la cabeza de la línea revisionista inaugurada en el PCUS a partir de su XX Congreso.
Desde el punto de vista político, en la autocrítica él transita casi que de modo mecanicista de la concepción oportunista derechista al otro extremo. Y esto tanto en el análisis de clases en cuanto al camino de la revolución brasileña. El contenido de la autocrítica es bastante limitado. En lo ideológico, siguió sin comprender como esencialmente correcta y justa la práctica del Movimiento Comunista Internacional, específicamente el largo periodo de la IC, expreso en la dirección y papel desempeñado por los grandes dirigentes del proletariado internacional, Stalin y Mao Tsetung. Prestes murió defendiendo la Perestroika de Gorbatchov, iludido como muchos con las tergiversaciones sobre democracia y socialismo.
Desde el punto de vista político, Prestes, aún afirmando que la revolución brasileña se encontraba, desde la década de 1930, en la etapa socialista, lo que es incorrecto, siguió viendo su realización como desarrollo de la revolución democrático-burguesa de viejo tipo. Frente al profundo debilitamiento en que se encontraba el movimiento revolucionario y comunista en el país en los años de 1980 y 1990, predicó la imposibilidad de la existencia de un partido comunista por muchos años. Tales insuficiencias lo desviaron del paciente y persistente trabajo para levantar el movimiento comunista y rendirse a la errónea concepción del “partido táctico”, abrigándose en las hileras de la democracia-burguesa radical representada por Brizola.
Pero, debe considerarse que su acto de autocrítica, independiente de sus limitaciones, representa una actitud de verdadero comunista y así debe ser recolocado en la historia del movimiento revolucionario y comunista del país, así como del Partido Comunista de Brasil.
En cuanto a los que se proclaman “prestistas” y sus continuadores, se debe hacer distinción entre los que de forma oportunista intentan utilizarse de su imagen (como de forma cínica y canalla ha hecho el PCdoB, como ahora con ocasión de los 90 años de la fundación del PCB) de aquellos que sinceramente postulan sus tesis. A los primeros es preciso rechazarlos y desenmascararlos. Los segundos tienen delante de sí el desafío de profundizar su autocrítica, superar sus límites y avanzar. Estos si verdaderamente están dispuestos a servir el comunismo.
Prestes, además de todos los errores cometidos y de sus graves consecuencias, fue capaz de colocarse autocríticamente. Así, él se separa con un abismo de todo ese grupo de encallecidos revisionistas, figuras minúsculas, incapaces de cualquier autocrítica. Los comunistas deben observar su trayectoria, quitando lecciones de sus experiencias y contribuciones, condenar la práctica revisionista en que se colocó a la cabeza y rescatar su actitud autocrítica.
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Notas
1 – Tramo retirado del artículo “Como comprender la revolución peruana y la Guerra Popular” del Núcleo de Estudios del Marxismo-Leninismo-Maoísmo.
2 – Denominación de la especificación de la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a la realidad concreta del Perú.
3 – De CEPAL – Comisión Económica para América Latina, institución de la ONU situada en Chile, promotora de la llamada “teoría del desarrollismo”.
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