Dinámica del imperialismo: imperialismo emergente o “caballos de Troya” del capital transnacional

Dinámica del imperialismo: imperialismo emergente o “caballos de Troya” del capital transnacional

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En el presente texto se hace una reflexión sobre la forma como se estructura el “nuevo” entramado político y económico mundial en la actualidad; así como, sus repercusiones en América Latina, para lo cual previamente se establecen las bases conceptuales en las que se asienta el presente trabajo, así como el necesario contexto histórico.

Aproximaciones conceptuales a la economía y política mundial

La economía y la correlación política mundial es analizada en los últimos tiempos desde muchas enfoques, tales como: la “interdependencia económica”, la “globalización”, la perspectiva de la “hegemonía” (véase Petras, 2005: 289-296) y el del “imperialismo” (Lenin, 1989), a estos cuatro enfoques se puede agregar la teoría del “imperio” (Hardt y Negri, 2000).

La noción de ‘interdependencia económica' encubre la evidente relación de asimetría que existe entre los países del Norte 1 y del Sur, el concepto de la ‘globalización' que si bien aborda el fenómeno de la expansión del capital y la intensificación de la acumulación del capital en todo el globo terráqueo, tiene como serio defecto la invisibilización de la forma como se ramifica el capital en todo el mundo, es decir centra sólo en el aspecto económico y obvia los resortes de dominación política, ideológica y militar que abren trocha para la expansión del capital.

En tanto, el concepto de ‘hegemonía' si bien analiza la disputa política que origina el poder económico, asume la sumisión de los oprimidos, ocultando la lucha sin tregua entre capital y trabajo, así como la diaria resistencia de los pueblos. Por su parte, el concepto ‘imperio' es una propuesta que intenta explicar la expansión del capital, a partir de la supuesta desaparición o extinción paulatina de los estados-nación, donde el concepto de soberanía se desplaza a una “nueva estructura global de dominio” (Borón, 2004), lo que a nuestro juicio es una sofisticación que ha caído como un castillo de naipes luego del 11-S, tanto por lo que representa el ataque en sí, como las medidas agresión que EE.UU. viene inflingiendo como estado-nación imperialista a países como Afganistán e Irak; así como, las amenazas de mayor agresión imperialista a una lista de países más, a quienes estigmatizó con el rótulo de “países terroristas”.

El enfoque del ‘imperialismo' cada vez es menos utilizado, pese a que permite establecer una mejor comprensión de la forma cómo empresas multinacionales y ciertos estados-nación se reparten el mundo. Al plantear la noción de imperialismo, Lenin establece como sus rasgos fundamentales:

1 La concentración de la producción y del capital llega hasta un grado tan elevado de desarrollo que crea los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica;

2 la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, en el terreno de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera;

3 la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande;

4 se forma asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y

5 ha terminado el reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes (Lenin, 1989: 88).

Lenin hace estos planteamientos en las primeras décadas del siglo XX; de allí en adelante, el capitalismo a nivel mundial, y más propiamente el mismo imperialismo, sufrió una serie de crisis, de las que ha sabido sobreponerse mediante la utilización de un sinnúmero de estratagemas. Esta situación nos permite recurrir a la elaboración conceptual leninista para decantar la dinámica imperialista de nuestros tiempos.

Breve mirada histórica a la dinámica imperialista

Una de las más fuertes crisis del capital fue el denominado crack de 1929, posteriormente amenguado por la política del Estado de Bienestar ( Welfare State ) funcional a las formas de exacción de plusvalor mediante técnicas de control de tiempos y micro-movimientos corporales de los obreros en fábrica, en el marco de sistemas de organización del proceso de trabajo tayloristas y fondistas (véase Coriat, 1997).

Otro periodo de crisis del capital conllevó a la Segunda Guerra Mundial, conflagración bélica de alta intensidad, cuya finalización dio a lugar a nuevas reglas y protagonistas en el reparto del mundo (EE.UU. y URSS). La posguerra abrió el periodo de la “Guerra Fría”, ésta fue una época en la que algunas naciones oprimidas del África y de Asia lograron dejar de ser colonias de las potencias imperialistas (principalmente europeas), en América Latina se alentó la Industrialización y Sustitución de Importaciones, proceso encarado de manera distinta por cada país latinoamericano; sin embargo, de manera paralela el capital se expandió e intensificó su acumulación en todo el orbe.

Hacia finales de la década de 1960, múltiples manifestaciones populares, así como la elevación exponencial de las resistencia del trabajo sobre el capital originaron el ocaso del Estado de Bienestar aplicado en los países del Norte y extendido sólo a los enclaves económicos de los países del Sur 2; esta situación trajo como consecuencia un largo periodo de gestación e introducción de las denominadas medidas neoliberales imbricadas con una serie de nuevas configuraciones tanto en el proceso de trabajo, proceso de acumulación del capital y reparto del mundo, que en América Latina fueron resistidas en rebeliones populares, luchas obreras y procesos de guerrillas que fueron confrontadas con uno de los operativos sanguinarios como la llamada “operación Cóndor” en Sudamérica, esta tensión política se mantuvo hasta la década de 1980 con movimientos de liberación nacional en Nicaragua, Guatemala y El Salvador, e incluso hasta muy entrada la década de 1990 con la guerrilla maoísta en el Perú.

Este periodo se caracteriza por introducir nuevas formas de organización social del trabajo en las grandes industrias, bajo criterios de “flexibilización laboral” extraídos de la propuesta del toyotismo (véase Coriat, 2000), que se aplican a todo el mundo — atendiendo las especificidades de cada contexto concreto- a sangre y fuego con el objetivo de una mayor acumulación del capital, las condiciones de trabajo en muchos casos retroceden al punto de partida de las luchas de los movimientos obreros, en el siglo XIX y comienzos del siglo XX en Latinoamérica.

En cuanto al reparto del mundo, el hecho de mayor trascendencia fue el desplome político y económico de la URSS y de sus países aliados — el bloque de Europa del Este. A finales de la década de 1980, en países en los que a partir de fines de la década de 1950 se practicó un capitalismo de Estado — a pesar del rótulo de socialismo —; que con el tiempo se impuso como un serio obstáculo para una mayor acumulación de capital, por ello resultó comprensible su ulterior hecatombe y bancarrota, que a su vez implicó el acta de defunción de la Guerra Fría.

Las décadas de 1980 y 1990 se caracterizaron por una acelerada expansión del capital e intensificación de su acumulación en todo el mundo, una mayor división internacional del trabajo que jalonó la industrialización en ciertos países del Sur (más específicamente del Sudeste asiático), alentados por el ingreso de capitales de los países imperialistas del Norte. En todo el mundo se tejieron las condiciones más precarias para el trabajo, combinando una mayor plusvalía relativa (intensificación del trabajo) al ingresar permanentemente tecnología de punta en el interior de las fábricas, con una paradojal mayor plusvalía absoluta al extenderse las jornadas laborales debido a la multiplicación de los obreros a domicilio.

Esta variante de la explotación capitalista tuvo como marco la organización del trabajo toyotista, que fomenta la progresiva elevación de obreros a domicilio, ensanchamiento del ‘traspatio de la fábrica' como diría Marx, imponiéndose ‘salarios a destajo' sin que sea claramente perceptible, además de incluirse en el proceso de producción a toda la familia del destajista — mujeres y niños — para intensificar la sub-remuneración salarial. En lo ideológico se crea la ficción que el “obrero a domicilio es un empresario”, siendo uno de los artífices de este cínico planteamiento Hernando de Soto (1997), cuyo texto “El Otro Sendero” fue traducido a muchos idiomas.

En cuanto al reparto del mundo, a comienzos de la década de 1990, EE.UU. opta por concentrar sus esfuerzos en el control de los hidrocarburos en el Medio Oriente con una agresión imperialista denominada “Operación Tormenta del Desierto”, los estados europeos conscientes de las oportunidades que se les abrían con la caída de la URSS y de sus propias debilidades impulsan una alianza más cerrada entre ellos, la que da como resultado la Unión Europea (UE).

Paralelamente, las empresas multinacionales en alianza con capitales bancarios -en lo que Lenin denomina capital financiero — inician la absorción de las empresas estatales de las naciones del Sur, en una compleja estrategia ideológica, política y económica, donde la variable corrupción les permite hacerse de recursos naturales, materias primas minerales e hidrocarburos, instituciones bancarias estatales, empresas de servicios de alta rentabilidad, cuya potencialidad se incrementó posteriormente con el ingreso de la nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) como el Internet, así como también se adquieren acciones de las industrias “más exitosas” del Sur, aquellas que surgieron bajo la propuesta de la CEPAL (Centro de Estudios para América Latina y el Caribe) de la industrialización y sustitución de importaciones, precipitando el desastre y bancarrota de las “menos exitosas”, que por lo general eran las que tenían menos capital constante (máquinas y tecnología) y mayor capital relativo (una gran legión de obreros), de allí que antiguas fábricas o usinas hoy aparezcan como meros elefantes blancos, colosos fantasmales cuya presencia cuestiona la viabilidad industrial en países del Tercer Mundo.

Los movimientos del capital financiero de los países del Norte terminan por desestabilizar las economías de los países del Sudeste asiático, en razón a su característica intrínseca de capital especulativo, desencadenando una nueva crisis mundial a finales de la década de 1990 y comienzos del siglo XXI. El ataque de Al-Qaeda al World Trade Center fue el excelente pretexto para que los EE.UU. utilicen todo su poderío militar contra una lista de países a los que unilateralmente los catalogó de “terroristas”, con la anuencia de la gran mayoría de países de la U.E. y sin oposición de ningún estado-nación aparente, salvo las protestas de los países agredidos y la solidaridad de todos los pueblos del mundo. Esta época es la que actualmente estamos viviendo.

China e India: la ilusión de la competencia perfecta

La División Internacional del Trabajo, las necesidades de expansión del capital y el imperativo ideológico imperialista que permita justificar su accionar son elementos que han coincidido en una nueva estratagema: la construcción de ídolos con pies de barro.

El regocijo por el crecimiento de las economías China e India de ciertos analistas económicos, en el fondo alienta a confiar en el sistema, pues supuestamente abre las puertas para una competencia perfecta, un supuesto fair play en la economía que se opone al carácter monopolista del sistema capitalista mundial, cuyo mensaje es: “todos los países pueden progresar dentro de las reglas del juego capitalista, si es que se lo proponen”.

Lo más sorprendente para estos analistas es que en China e India el crecimiento de su economía es sostenido, las tasas de crecimiento superan el 9% para el caso de China y el 8% para la India. De hecho, según los profetas de la “macroeconomía” un crecimiento sostenido de 15 años con una tasa de crecimiento del 10% es la condición para alcanzar el status de país desarrollado (véase Dornbusch, 2002).

Una reflexión sobre la situación de China e India, nos lleva a ejemplificar el crecimiento de sus economías con la de un “pollo que creció rápidamente, gracias a la inoculación de hormonas” , es decir un crecimiento que se debe a una intervención externa más allá de un desarrollo a partir de las propias fuerzas internas.

Una de las formas como se mueve el capital transnacional en los últimos tiempos es el singular atractivo que sienten por países del Sur con una enorme densidad demográfica; sin duda, los motivos son muchos para sentirse atraídos: vastas legiones de mano de obra barata disponible, un enorme mercado cautivo y una perfecta fachada para encubrir su carácter explotador con dos “caballos de Troya”: los estados de China e India.

China con cerca de 1,300 millones de habitantes e India con más de 1,100 millones de habitantes son una enorme fuente de mano de obra y la disponibilidad de un gran ejército de reserva industrial, así como un increíble número de consumidores, éstas son razones más que suficientes para que el capital transnacional se instalara en estos países. De hecho, el PIB de us$ 2'228,862 millones de China y el PIB de us$ 785,468 millones de la India están entre las 15 economías mundiales con mayor generación de PIB 3.

Sin embargo, el PIB per cápita de estos países es de us$ 1740 para China y us$ 720 para la India, estos últimos indicadores son superados por todos los países de Sudamérica, excepto Bolivia cuyo PIB per cápita es us$ 1010, que no supera al de China, pero sí al de la India. Al margen de esto, es necesario señalar que el PIB per cápita es un mero promedio que no refleja el nivel de los contrastes socio-económicos de las clases sociales en cada país, es decir se debe pensar en la élite burocrática estatal china y la vieja estratificación por castas de la sociedad hindú a contrapelo con la situación de las enormes masas populares de estos países.

Algo pocas veces mencionado de las economías China e India es el origen de los capitales que mueven muchas de sus empresas. Los intereses capitalistas norteamericanos y de la U.E. están presentes en China atraídos por esa densa población que sumada representa la tercera parte de la población del planeta. Este asunto reviste mucha importancia, pues en un mundo repartido por intereses imperialistas no hay cabida para un nuevo estado-nación imperialista que trate de imponerse sólo a través de la dinámica económica, esta situación es identificada por Amin (s.f.) con el término francés de rattrapage que encierra “la imposibilidad de países periféricos de alcanzar niveles de desarrollo similares a los de los países centrales”.

La libre competencia o competencia perfecta en el sistema capitalista no existe, ni mucho menos los mercados mundiales no se regulan por ninguna “mano invisible”, la agresión imperialista al pueblo irakí y las amenazas a una larga lista de países, que en la actualidad es encabezada por Irán son demostración palmaria de esta situación, que de ninguna manera debe confundirse como una encrucijada insoluble y un pesimismo histórico para concebir que otro mundo es posible, la transformación del mundo es una posibilidad que requiere ser construida a partir de la lucha de los pueblos, por métodos que definitivamente colisionan con las reglas del juego imperialista.

Así como China e India provocan los más encendido entusiasmos de los adoradores del capital y de los más conspicuos militantes de la llamada “izquierda caviar”, en América Latina, Brasil y México concitan la atención del capital transnacional y del imperialismo.

América Latina: dinámica del imperialismo y resistencia antimperialista

América Latina se caracteriza por una incipiente industrialización, los más grandes enclaves industriales latinoamericanos se encuentran en las ciudades de Sao Paulo, México D.F. y Buenos Aires; las medidas neoliberales de las décadas de 1980 y 1990 disgregaron más a la clase obrera, con la potenciación de la figura del “obrero a domicilio”, que además de permitir mayor acumulación de capital por una severa constricción de los salarios, además erosiona drásticamente la potencialidad obrera de organización y rebeldía, incluyéndose en este paquete neutralizador de la fuerza obrera, el repetitivo discurso de contentar al “obrero a domicilio” con un supuesto status empresarial, como lo planteó De Soto (1997).

La actual crisis económica mundial ha generado un creciente proceso de movilizaciones en toda Latinoamérica, que ha permitido fortalecer a organizaciones populares y cuestionar de manera seria el modelo neoliberal, sobre todo han cobrado fuerza los movimientos campesinos, las organizaciones barriales y los grupos de defensa de los recursos naturales; en tanto, que las organizaciones sindicales obreras por lo general se han visto frenadas en su avance por la consolidación de “aristocracias sindicales”, salvo contadas excepciones de organizaciones sindicales obreras que mantienen la defensa de los intereses del proletariado.

Esta situación ha originado una nueva correlación de fuerzas en Latinoamérica, donde ha retornado — aunque con menos entusiasmo — los discursos de nacionalización que se impusieran en las décadas de 1960 y 1970 bajo la propuesta de la CEPAL. Los matices son distintos van desde la altisonancia y los encendidos discursos anti yankees de Hugo Chávez hasta la extrema moderación y alineación cerrada con EE.UU. como el caso de el estado colombiano, que viabilizó la suscripción del Tratado de Libre Comercio con la mencionada potencia imperialista.

Los discursos nacional-populistas menudean en gran parte de los países latinoamericanos, se habla del renacimiento de la izquierda latinoamericana, matizados por propuestas inocuas para el capital imperialista como la llamada Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) y el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), que han sido efectivos mecanismos de propaganda de los gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia, que sin embargo no tienen mayor incidencia económica en ninguno de los tres países, por lo que poco a poco pierde credibilidad en las masas latinoamericanas, de allí que ahora Chávez, algo más audaz y ambicioso, propone la creación del Banco del Sur, un banco regional latinoamericano impulsado por estados sudamericanos que pretende reemplazar las tareas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; idea azarosa que tiene una fuerte carga demagógica, como la creación de un supuesto socialismo del siglo XXI basado en buenos negocios petroleros con EE.UU., sin salir del marco del viejo modelo primario exportador que impone el imperialismo.

Su aliado Evo Morales prefiere la utilización de un discurso indianista con ribetes exóticos, sin ninguna intención emancipadora del pueblo boliviano, ni mucho menos una seria acción descolonizadora, al punto que no se pretende renunciar al capital — ni siquiera de palabra como Chávez —, de allí su pintoresca propuesta del capitalismo andino-amazónico. Evo Morales se ha especializado en arremeter contra los EE.UU. y retractarse o disculparse en fracción de segundos; la suscripción del ALBA o el TLC pretendían ser alternativas al TLC con EE.UU.; sin embargo, las misiones político-económicas para mantener el Acuerdo de Promoción Comercial Andina y Erradicación de Droga (ATPDEA, por sus siglas en inglés) con EE.UU. son presentadas como grandes logros de su gestión.

La moderación o sumisión del gobierno boliviano puede llegar hasta catalogar la gira de George W. Bush en Latinoamérica como un saludable gesto de acercamiento a la realidad sudamericana, como textualmente lo señaló el Vicepresidente Álvaro García Linera, mientras en Sao Paulo se movilizaba una inédita cantidad de policías para garantizar la seguridad de Bush y paralelamente el pueblo brasileño salía a las calles para repudiar al representante de la mayor potencia imperialista del mundo, dinámica que se ha repetido en Bogotá, Montevideo, Guatemala y Yucatán, también visitadas por Bush.

La gira de Bush a Latinoamérica merece especial atención, las giras yankees de las décadas de 1950 y 1960 culminaron en una inmediata mayor represión, así como el fomento de gobiernos sanguinarios en la década de 1970. La visita de Kissinger en la década de 1980 culminó con la imposición de las medidas neoliberales que redundaron en una mayor exacción de capitales a toda Latinoamérica, cuyos resultados económicos son harto conocidos.

Esta gira ha mostrado el interés del imperialismo yankee por Brasil y México, dos economías que se encuentran entre las 15 economías que generan un mayor PIB, las que afrontan situaciones críticas pues sus tasas de crecimiento anuales no lograron rebasar para el año 2005 el 3%, según datos del Banco Mundial, así como el intento de desarticulación de la propuesta nacional-populista de Chávez de una mayor integración latinoamericana, golpeando al MERCOSUR a través de Tabaré Vásquez, e intentando consolidar la atracción de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) a un acuerdo de libre comercio con EE.UU. con su visita a Colombia, acción que permita revertir el fracaso de la fallida propuesta del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el mismo móvil que orientó su visita a Guatemala, que es la economía más grande de Centro América.

En la anécdota quedará el baile de samba en Sao Paulo de Bush, su esposa y Condoleeza Rice, los abrazos con el “izquierdista” Luiz Inácio Da Silva, la auto-proclamación de Bush como “bolivariano”, hipócritas gestos de simpatía que han sido respondidos con el repudio en las calles de las masas latinoamericanas; lo que queda como tarea es nuestra atención a lo que se viene, pues estamos conscientes que la visita de Bush sólo tiene como objetivo mayor exacción de capital al pueblo latinoamericano.

También, como anécdota queda la “contra-gira antimperialista” de Hugo Chávez por Argentina, donde gritó ‘gringo home' a Bush, luego a Bolivia, en Nicaragua habló de la agonía del imperialismo yankee y culminó su gira en Haití, donde otorgó ayuda a los haitianos y finalmente en Jamaica. Es un evidente gesto simbólico de Chávez visitar a la Argentina, que es la tercera economía latinoamericana después de Brasil y México, e incluir a los 3 países (Haití, Nicaragua y Bolivia) que ostentan los más bajos PIB de Latinoamérica, que lo llevó a recorrer el camino inverso de la nación imperialista del Norte.

La pregunta es cuán efectivas son las arremetidas meramente verbales contra el imperialismo yankee , señalar que se encuentra en agonía, cuando las cifras si bien refrendan una desaceleración de la acumulación de capital, no muestran que el poderío económico yankee haya colapsado, ni mucho menos su capacidad tecnológica y militar en todo el orbe. Al parecer, el discurso de Chávez no hace más que reforzar la ilusión de la prosperidad China e India, lugar que por las razones ya mencionadas puede ser ocupado por Brasil y México. Esta ilusión vocifera a los ingenuos la posibilidad falaz del asentamiento en la escena política mundial de “potencias imperialistas emergentes” o “sub-imperialistas”, falsedad orientada a reforzar el papel de “caballos de Troya” del capital transnacional que juegan algunos estados-nación que no han dejado de pertenecer al Sur.


Referencias bibliográficas

Amin, Samir
s.f. “Capitalismo, imperialismo, mundialización”.
Borón, Atilio
2004 Imperio & Imperialismo. Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri . Buenos Aires: CLACSO.
Coriat, Benjamín
2000 Pensar al revés. Trabajo y organización en la empresa japonesa. 5º Edición. Madrid: Siglo XXI.
1997 El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la producción en masa. 11º Edición. Madrid: Siglo XXI.
De Soto, Hernando
1997 El otro sendero, la revolución informal. Bogotá: Oveja Negra.
Dornbusch, Rudiger et al.
2002 Macroeconomía. Madrid: McGraw Hill.
Hardt, Michael y Negri, Antonio

2000 Imperio. Cambridge-Massachussets: Harvard University Press.

Lenin
1989 El imperialismo, fase superior del capitalismo. Moscú: Progreso.
Petras, James
2005 “La economía política de la política exterior de Estados Unidos para América Latina”. En: Revista OSAL. Año V. Nº 17. Mayo-Agosto. Buenos Aires. Pp. 289-296.
1 Como países del Norte se entiende indistintamente a las naciones imperialistas, altamente industrializadas.
2 Como países del Sur entendemos a los países del Tercer Mundo o a las naciones oprimidas del mundo.
3 Las cifras mencionadas en este texto corresponden al año 2005 y fueron extraídas del sitio web: www.worldbank.org.
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