1De enero a septiembre de este año, el déficit de transacciones corrientes con el exterior acumula U$S 35.000 millones, y su crecimiento prosigue acelerado. Ese montante equivale a tres veces al del mismo periodo en 2009.
2 Eso significa que el saldo negativo líquido en las cuentas de “rentas y servicios” – formadas principalmente por las rentas del capital extranjero (logros y dividendos, además de intereses) – fue de cerca de U$S 51.000 millones, pues la balanza comercial tuvo saldo positivo de U$S 14.000 millones, y las transferencias unilaterales (remesas de trabajadores brasileños), cerca de U$S 2.000 millones. Resumiendo: 51 -16 = 35
3Mantenido hasta el fin del año el actual ritmo, ese déficit en las rentas de capital llegará a U$S 68.000 millones. Más probablemente, U$S 70.000 millones, ya que, en diciembre, las remesas aumentan.
4 Brasil exporta grandes cantidades, mal pagadas, de sus excelentes recursos naturales y, además de eso, mucho valor de trabajo agregado por su mano de obra en los productos industrializados. Sin embargo, ya no consigue grandes superávits en la balanza comercial, ahora en caída, debido a la depresión en mercados importadores.
5Aún con esa retracción en la demanda, Brasil continúa exportando mucho. Sin embargo, tiene que pagar por importaciones cuyo valor unitario es muchísimo más alto que el de sus exportaciones. En consecuencia, el saldo comercial es, de lejos, insuficiente para equilibrar la cuenta corriente con el exterior, debido al creciente y enorme dispendio con las remesas de ganancias del capital extranjero.
6Lo que los economistas del sistema apuntan como remedio para compensar el déficit en las transacciones corrientes con el exterior es la entrada de más capital extranjero, “equilibrando” así el balance de pagos. O sea: pretenden – o fingen pretender – alejar la enfermedad, haciendo el paciente ingerir cantidades cada vez mayores de las toxinas que lo hicieron quedarse enfermo.
7 Pero, la inversión directa extranjera se instaló en el País exactamente para transferir riqueza de este para fuera, a través de las “rentas de capital y ‘servicios’”. Y no sólo por esas cuentas, pero también manipulando los precios en el comercio de mercancías. La balanza comercial tendría saldos positivos mucho más altos de los que tiene, si los precios de exportaciones y de importaciones no fueran usados para transferir renta para el extranjero.
8 En realidad, las inversiones directas extranjeras son la plataforma y los vectores de lanzamiento, para el exterior, de la riqueza y del producto del trabajo de los brasileños. El capital extranjero se acumula, cada vez más, a través de la capitalización de logros obtenidos en el mercado interno y, además de eso, su stock crece en el País con ingresos en moneda extranjera, principalmente dólares, fácilmente fabricados en los países de origen.
9 Las inversiones directas extranjeras son aplicadas en las subsidiarias “brasileñas” de las transnacionales (también llamadas multinacionales), para: a) aportes de capital en esas subsidiarias; b) fusiones con empresas de capital nacional o con subsidiarias de otras transnacionales; c) adquisición de esas empresas; d) privatizaciones.
10 En los casos a), b) y c), las transnacionales se prevalecen de su acceso al capital barato (logros en el exterior, logros en Brasil aquí reinvertidos, préstamos tomados en el exterior a intereses hoy en torno a cero y hasta intereses a tasas especiales en Brasil. En el caso d), de las privatizaciones, lo cual supera todos en cuestión de escándalo, el ingreso de dinero externo es sólo espejismo. De hecho, las transnacionales pasan a controlar empresas estatales dueñas de altísimos patrimonios y elevada rentabilidad, y, en vez de pagar por ellas, reciben increíbles subsidios de la Unión federal brasileña (!!!).
11 Las modalidades a), b) y c) permiten a las transnacionales desalojar del mercado las empresas de capital nacional, pues, además de las ventajas de obtener capital barato, y el de las empresas nacionales tener alto coste, la política económica gubernamental (!!!) favorece las transnacionales en detrimento de estas. La primera modalidad abre el camino para las dos otras: la empresa nacional, en dificultades, se ve inducida a aceptar la fusión con la transnacional o, ser adquirida por esta.
12 Debe ser dicho que el proceso de desnacionalización de la economía brasileña es muy antiguo y se intensifica desde 1954, a partir de la conspiración y del golpe regido por servicios secretos de potencias imperiales, que derrumbó el presidente Vargas aquel año.
13 Eso explica las crisis recurrentes en el Balance de Pagos del País, siempre causadas por la transferencia de nuestros recursos, vía cuentas de servicios y rentas y manipulación de los precios de las mercancías en la balanza comercial. Ellas surgen en razón del crecimiento de la deuda externa, resultante de la acumulación de déficits sucesivos.
14 El real o falso ingreso de capital extranjero, en parte bajo la forma de préstamos, equilibra el Balance de Pagos por un tiempo. Es así que la deuda se abulta, dando más pretextos para la elevación de los de intereses. Los intereses van capitalizándose y aumentando la deuda. Eso todo culmina en los paquetes del FMI, Banco Mundial y de los bancos “acreedores”, en beneficio de los cuáles esas instituciones intervienen.
15 Cada crisis en las cuentas externas – como las de 1961, 1964, 1982, 1987, 1991, 1998, 2002 – fue explotada para hacer la economía brasileña aún más subordinada a las determinaciones de la política imperial, en el sentido de elevar la dependencia del País en relación al capital extranjero y de sofocar su desarrollo, a través de políticas de falsa austeridad, cuyo objetivo siempre fue elevar la mortandad de las empresas brasileñas, haciéndolas quebrar o entregarse al control de transnacionales.
16 Con efecto, a cada una de esas crisis – y la próxima parece no estar distante – la prioridad de la política económica deja de ser las inversiones públicas en la infraestructura y proveer recursos financieros, a intereses favorecidos, en beneficio de las grandes empresas y especialmente de las extranjeras, a través de los bancos públicos.
17 La prioridad pasa a ser el encogimiento del mercado, haciendo bajar el nivel de consumo de la población (excepto la súper rica), recaudando dinero para los pagos del servicio de la deuda pública, inclusive la externa. Contando sólo a partir del estelionato insertado en la Constitución de 1988, para tal fin, los intereses y gravámenes de esa deuda acumulan gasto superior a 6 billones de reales, hasta 2010.
18 En vez de sucumbir de ese modo humillante, inclusive con las vergonzosas privatizaciones, se debería haber reestructurado la economía en bases saludables, asentadas sobre capitales nacionales, públicos y privados. Al contrario de lo que dice la mentira reinante, no hay dificultad alguna para formar esos capitales en el País, sin cualquier recurso a capital extranjero. Basta, para eso, tener gobierno autónomo.
19Las copiosas privatizaciones, de 1996 a 2000, constituyeron el auge de la colocación del País de rodillas, haciéndolo entregar – y pagar para entregar – la nata del patrimonio nacional, con el pretexto de que los falsos recursos generados para la Unión y Estados en las subastas de venta de estatales serían usados en la reducción de la deuda externa y de su servicio. Al contrario, ambos crecieron enormemente, junto con la alienación criminal del patrimonio público.
20 A pesar de haber sido, de lejos, el País más saqueado del Siglo XX – algunos lo comparan solamente al caso de Rusia de Yeltsin –, Brasil consiguió ampliar un tanto su mercado, gracias: 1) a la pujanza de los recursos naturales; 2) al inmenso territorio aprovechable, sin paralelo en el Mundo: 3) a la población en expansión (aún reprimida); 4) al razonable adelanto de la industria y de la tecnología nacionales, anterior a la ocupación por el capital extranjero.
21 Pero el resultado obtenido no pasa de pequeña fracción del correspondiente a aquel estupendo potencial, que deja de ser realizado por causa del inimaginable saqueo a que el País es sometido.
22 Lo peor es que se hace cada vez más voluminosa la plataforma, y se hacen más numerosos los misiles de lanzamiento, que transfieren los recursos de Brasil para el exterior, asegurando su endeudamiento, su empobrecimiento y su subdesarrollo.
23 Para dar un flash del próximo artículo, en los años 70 del Siglo XX, la gran mayoría de los sectores más importantes de la industria de transformación ya estaba oligopolizada bajo el predominio de las transnacionales. Eso se intensificó en los decenios siguientes, y se extendió a los servicios públicos, como electricidad, saneamiento, agua, telecomunicaciones etc., privatizados en los años 90. Se arrebató entonces, aún, a los brasileños el control del mayor banco provincial del mundo.
24 El capital extranjero pasó, con subsidios millonarios del gobierno FHC, a adquirir también importantes bancos comerciales privados. Controla las consultorías y financiadoras de fusiones y adquisiciones de empresas y otros segmentos del mercado de capitales. Controla, además, las mayores redes de supermercados, gran parte de la hostelería, penetra en la construcción civil y en las iniciativas inmobiliarias. Más notable, se apodera rápidamente de gran parte de las fábricas de etanol y plantaciones del agronegocio, sin hablar en la minería en que su presencia dominante, desde hace mucho, no es novedad.
25 En todos los sectores de la economía, las transnacionales vienen ampliando y profundizando sus dominios. En 2001, un 59,6% de sus inversiones fueron en el sector de servicios, un 33% en la industria, y un 7,1% en agropecuaria y minería. En 2008, esos porcentuales pasaron a un 38%, un 32% y un 30%.
26 En 2001, lo principal de la industria ya estaba ocupado, pero, aun así un 33% de las inversiones extranjeras aún iban hacia ese sector, porcentual casi mantenido en 2008 (un 32%). En 2001 el énfasis ya estaba en los servicios (un 59,6%): se consolidaba la vertiginosa ocupación de los servicios públicos a través de la privatización, se entraba fondo en los bancos etc. En 2008, el principal foco aún eran los servicios, pero el sector primario ascendía a un 30%.
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* Adriano Benayon es Doctor en Economía. Autor de “Globalização versus Desenvolvimento”, editora Escrituras. [email protected]
Traducciones: [email protected]