2013 se acaba y lleva consigo el signo de las intensas luchas populares en el Brasil. El próximo año ni bien llegó y ya anuncia nuevas y gigantescas batallas a ser trabadas por el pueblo en el largo camino por una democracia nueva y verdadera independencia.
Ningún arreglo, ninguna campaña de marketing y ninguna mentira repetida hasta el hartazgo fue capaz de encubrir la desnacionalización de la economía, la desindustrialización, los privilegios cedidos a los monopolios transnacionales, la privatización de lo que resta de patrimonio público, los beneficios al latifundio y al “agronegocio”, las pérdidas salariales, la carestía de vida, las inhumanas condiciones de trabajo en las obras del PAC/Copa/ Olimpíadas, la remoción de barrios pobres enteros para favorecer la especulación inmobiliaria, la criminalización de la pobreza y el genocidio de la juventud de las favelas y periferias, los desalojos de familias campesinas, las persecuciones y asesinatos de sus liderazgos y el encubrimiento de las acciones genocidas de la policía y de los bandos armados por los latifundistas, la impunidad de los torturadores y criminales del régimen militar, etc.
El aumento de la tarifa de los transportes públicos en junio, contenido ya hace algún tiempo por la gerencia Dilma para falsear los índices de inflación, generó más de que justas protestas sobre las cuales se lanzó la más brutal represión. Esto bastó para destapar la furia popular espontánea como nunca se vio en la historia de este país, desdoblándose en masivas y multitudinarias jornadas de luchas durante meses. Los millones de jóvenes que tomaron las calles de las ciudades grandes y pequeñas y trabaron batallas campales contra los esbirros de la represión apuntaron el camino de la lucha combativa y clasista con una claridad y justicia imposibles de negar.
Luego, obreros en huelga, campesinos en lucha por la tierra, familiares y amigos de víctimas de violencia policial, todos los grupos oprimidos de la sociedad se lanzaron por ese camino y pasaron a emprenderlo.
Se reavivó el debate sobre el derecho a la violencia justa para contraponerse a la injusta violencia del Estado, la violencia revolucionaria en respuesta a la violencia contra el pueblo. La propia palabra revolución ganó un sentido más concreto.
En pocos meses, toneladas y toneladas de basura oportunista y revisionista fueron expulsadas de las luchas populares. El reformismo se vio expuesto y desenmascarado. El oportunismo electorero y las siglas del Partido Único que osan intitularse de “izquierda” (gubernistas o no) fueron rechazadas y vieron sus maniobras para manipular las protestas naufragar vergonzosamente. Como último recurso, restó a ellos el papel más vil de delatar los activistas más combativos y liderazgos de movimientos revolucionarios.
Como siempre, las fuerzas de represión se volcaron truculentamente sobre las protestas, que supieron repelerlas con redoblada furia, haciendo con que estas creciesen y ganasen aún más masividad y combatividad. El viejo Estado, en todas las instancias, gestionado por las diversas siglas del Partido Único, se lanzó a tomar medidas de excepción, criminalizando los manifestantes. Más, temeroso de que algo venga a estropear los grandes eventos deportivos del imperialismo y de la gran burguesía, se esmera en prender, fichar, encuadrar, procesar y condenar el mayor número posible de jóvenes combatientes. Uno de sus últimos lances fue la aprobación por la Cámara de los Diputados de una legislación “antiterrorismo”, que no es otra cosa que la institucionalización de la persecución política a los movimientos populares.
Y de esa lucha contra el oportunismo y sus métodos criminales, contra la represión, contra los monopolios, contra la Fifa y otros enemigos del pueblo, surgieron frentes nuevos de lucha, como el Frente Independiente Popular (FIP), que, nucleado por las fuerzas más combativas, conquistó enorme respeto y apoyó decididamente la lucha de los profesores de las redes estadual y municipal de Río de Janeiro, en octubre.
Pero nada de eso detendrá las protestas. Y si toda la patota que gestiona el viejo Estado al servicio de las clases dominantes locales y del imperialismo ya tembló ante las masivas manifestaciones de junio y julio, tiene motivos de sobra para temer la revuelta popular que ya se apunta inevitable.
2014 será un año decisivo para la revolución de Nueva Democracia en el Brasil. Las gestiones de turno ya anuncian nuevos aumentos del transporte público, la tasa de intereses ya volvió a ser una de las mayores del mundo, la caja negra de los gastos con la copa aún no fue abierta, y la verdad es que ningún problema real del pueblo fue ni siquiera abordado con seriedad, menos aún resuelto por el viejo Estado semifeudal y semicolonial brasileño.
Las clases dominantes locales y el imperialismo, los oportunistas a su servicio y las siglas declaradamente fascistas se ven en grandes apuros para definir candidatos a la farsa electoral de 2014. No son capaces de presentar nada “nuevo” al pueblo, que está harto de esta democracia de mentira, de constantes violaciones a los derechos del pueblo y de privilegios para los explotadores, independientemente de quien ocupe el Planalto. Para los oportunistas del PT/PCdoB, el primer semestre es decisivo para definir candidatura, ya que la popularidad de Dilma es más volátil que nitroglicerina. En el fin, siempre resta la oportunidad de uno retorno “triunfal” de Luiz Inácio.
Grandes tormentas se avecinan. Así como AND alertó en varias ocasiones para los levantamientos y revueltas que irían a llegar, los verdaderos demócratas y revolucionarios deben prepararse para dar mayor consecuencia política a la rebelión de las masas y construir los instrumentos para la expulsión del imperialismo, la destrucción del latifundio y la destrucción del viejo Estado. Ciertamente una lucha dura y prolongada, sin embargo inevitable, justa!! Veremos.