Editorial – ¡Apoyar la huelga de los camioneros, preparar la huelga general!

Editorial – ¡Apoyar la huelga de los camioneros, preparar la huelga general!

La paralización de los camioneros reveló la profundidad de la crisis general del país en todos los sentidos. Además de exponer la fragilidad del transporte por carreteras (que es resultante de un capitalismo burocrático basado en el retraso semifeudal vendido cómo moderno y sometido a la dominación semicolonial imperialista), revela aún la situación general del país en un plano inclinado. Plano inclinado que ninguna solución de fachada o supuesta “eficiencia gerencial” (cómo cacarean los partidos políticos electoreros y los monopolios de prensa) puede invertir. Ni aún las bravatas moralistas y redentoras de los milicos golpistas chupamedias del USA pueden hacerlo. Brasil está estremecido y sus verdaderas fuerzas sanas pasaron a agitarse. A partir de entonces, nada quedará donde estuvo hasta ahora.

La gran adhesión de los camioneros no puede ser atribuida, como hacen los oportunistas electoreros y el discurso oficial, a un simple locaut (huelga patronal). Es verdad que buena parte del movimiento está dirigido por intereses empresariales (que tienen inclusive mayor acceso a canales de negociación y preferencia en la atención a sus demandas), pero el gran número de conductores empleados de estas mismas empresas de transporte están sometidos a condiciones absurdas de trabajo. Igualmente absurdo es el hecho de que más del 40% de la flota de camiones pertenece a trabajadores que invirtieron sus últimas economías en la compra del vehículo y se colocan en condiciones inhumanas de trabajo impuestas por las transportistas y grandes contratistas de frete, que achatan los valores de los fretes e imponen plazos impracticables, imposibilitando la supervivencia de los choferes y el propio mantenimiento de los camiones. Se suma a eso la extorsiva cobranza de peaje en las carreteras.

Aún delante del desabastecimiento de combustibles y alimentos y del caos en el transporte público, hubo gran apoyo popular a la movilización, e inclusive otras categorías adhirieron a su manera a las protestas, como las van, los taxistas y mototaxistas. Los petroleros también dieron indicación de huelga, hasta el cierre de esta edición.

La gerencia ilegítima del cadáver político Temer, que pareció tomado de sorpresa por la dimensión del movimiento y exprimido contra la pared, se dividió entre medidas temporales de reducción de impuestos y del precio del diesel y negociaciones con representantes de los grandes empresarios de transporte. Un primer acuerdo, llegó a ser divulgado el día 24 de mayo, pero los camioneros autónomos rechazaron concluir la paralización y forzaron nuevas negociaciones en el fin de semana.

Tal vez un acto más planeado, y bajo el manto rasgado del “acuerdo” hecho con supuestos liderazgos de los camioneros, fue el decreto de Garantía de la Ley y de la Orden (GLO), que autorizó las Fuerzas Armadas (FF.AA) a intervenir contra los trabajadores en nombre del “restablecimiento de la orden”, el día 25. Tal decreto fue una solicitud directa del mando del ejército. En el pronunciamiento dado para anunciar la autorización, Temer llenó la boca para soltar el viejo cacareo fascista de “minoría radical” entre los trabajadores parados.

¿Sería esta “minoría radical”, por casualidad, los milicos de la extrema derecha que se pronuncian abiertamente en nombre de las Fuerzas Armadas llamando el movimiento huelguista a crear el máximo de caos hasta deponer el gobierno con una intervención militar? Claro que no. Se trata del viejo bordón de la reacción para acusar los trabajadores y los revolucionarios. Esta extrema derecha quiere precipitar el golpe militar, pero los conspiradores dirigidos por USA quieren primero generar una gran opinión pública a favor de la idea de que solamente las Fuerzas Armadas tienen credibilidad para quitar el país de este plano inclinado.

Tropas de las FF. AA. pasaron a moverse en varias partes, dirigiéndose a los puntos de bloqueo, principalmente en las entradas de refinerías, para garantizar la circulación de los camiones tanque, lo que comenzó a ser hecho el día 28.

Nosotros estamos denunciando hace varias ediciones la marcha de un golpe de Estado militar contrarrevolucionario preventivo contra la inevitable rebelión de las masas a este sistema de explotación y opresión. En un escenario de caos en los transportes, desabastecimiento general y de la represión para forzar el fin del movimiento huelguista, se coloca, por las circunstancias, la posibilidad del desfecho del mismo más inmediato. Sin embargo, la tendencia de los conspiradores es aguardar las elecciones (que desde ya apuntan rotundo fracaso). Sobre esa perspectiva, basta observar que no hay ni fuerzas políticas partidarias y ni candidatos que puedan representar un mínimo de credibilidad y capacidad para estabilizar el país. Esta falencia potencializará la crisis con mayor fuga de capitales.

Es preciso que los verdaderos demócratas y revolucionarios apoyen decididamente la huelga, defendiendo el derecho de los choferes empleados, los autónomos y las pequeñas y medias empresas contra los grandes grupos empresariales que quieren usar los trabajadores para beneficiarse. Estos grandes empresarios del transporte históricamente estuvieron conectados a la reacción y al régimen militar-fascista. No se trata, por lo tanto, de advocar cualquier reculo de las movilizaciones por temor a un golpe militar, algo tan al gusto del oportunismo electorero que, ignorando su propia cuota de culpa en la actual situación nacional, juega todo en la apuesta de la próxima farsa electoral, de donde nada de bueno puede venir para el pueblo.

Para los verdaderos demócratas y revolucionarios, se impone el deber de defender los intereses de los trabajadores en esta huelga, movilizar y ampliar el apoyo popular en la dirección de construir la huelga general de todos trabajadores y trabajadoras en el país, contra las “reformas” que suprimieron y pisotean derechos históricos duramente conquistados. Para tanto, se trata de politizar las masas para resistir y oponer la justa rebelión popular al golpe de Estado militar contrarrevolucionario en curso.

Ni golpe militar, ni farsa electoral. Sólo la revolución democrática puede liberar el pueblo y la nación del caos, de la miseria y de la rapiña imperialista.

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