En la noche de 25 de octubre una nueva protesta por el pase libre y por mejorías en los transportes públicos de São Paulo llamó la atención y ganó destaque en el monopolio mediático. No por la legitimidad incontestable de la protesta, pero porque en ella el coronel de la PM Reynaldo Rossi llevó una paliza y le quitaron el arma.
El monopolio de los medios de comunicación, ávido por cualquier hecho que pueda utilizar para criminalizar aún más las protestas populares, no perdió tiempo y exhibió en todas sus primeras planas el episodio envolviendo el coronel, así como sus nada originales declaraciones, repetidas hasta el hartazgo, de que “la mayoría debe impedir la penetración de minorías violentas en las protestas legítimas”.
Tras la fase de la negación de que las protestas eran legítimas, el monopolio ya hace algún tiempo se vale de ese discurso, para separar la protesta “buena” de la “mala”, o sea, tratando la violencia en las protestas como cosa de “bandidos”. Para eso, concursa una confluencia notable desde el propio monopolio de la prensa, pasando por la policía y los oportunistas que gestionan el viejo Estado hasta a los oportunistas que simulan “oposición” al gobierno.
Dilma y su ministra de los “derechos humanos”, Maria do Rosário, se manifestaron en una red social en internet en los exactos y mismos términos que Alckmin y Serra, se “solidarizando” con el coronel y criminalizando las manifestaciones. ¿Coincidencia? No, sólo una prueba más de que son de la misma clase y de que cuando se trata de defender los intereses de las clases dominantes reaccionarias son capaces y justifican las peores atrocidades. Finalmente, ¿quién fue que envió tropas federales para reprimir protestas contra la desnacionalización del petróleo en Río de Janeiro?
A quien observa las protestas con el mínimo de censo crítico, le causa extrañeza la descripción de la escena como si el coronel hubiera sido abandonado indefenso por sus comandados durante una “negociación” con “vándalos y bandidos”, como quiere hacer creer la PM y el monopolio de la prensa. ¿Habrá sido una de aquellas manifestaciones de soberbia militar que habría hecho al coronel creer que era intangible? Estamos lejos de eso, aunque haya soberbia de sobra entre policías y los gerentes del viejo Estado.
De hecho, es clara hasta para al espectador más desatento la absoluta desproporción entre las policías y sus tropas de choque de todo el Brasil y los manifestantes, por mayores que sean las protestas. De un lado indumentarias tipo robocop, bombas de gas lacrimógeno, de efecto moral, balas de goma, bastones, armas de choque, vehículos blindados, caballos, helicópteros y toda parafernalia bélica; del otro, jóvenes con escudos de madera , palos, piedras, basura y, una vez u otra, cocteles molotov.
A la vez, la manera como son tratados los manifestantes durante las protestas no inspira la más mínima compasión entre los que derraman lágrimas por el coronel Reynaldo. Finalmente, es imposible contabilizar cuantos fueron zurrados por la policía, atingidos por todo tipo de arma “menos letal”, quedaron ciegos, pasaron por revistas humillantes, sufrieron cortes, fueron detenidos, obligados a quedar descalzos, tuvieron cabello rapado, permanecieron en cubículos inmundos y sometidos a toda clase de malos tratos dispensados por los gendarmes de ese Estado fascista, mientras la “justicia” aplazaba por todas las maniobras su soltura, así como su reconocimiento como presos políticos.
Fue y es así en el Brasil todo desde junio. Es así y peor hasta con los obreros que se rebelan en las grandes obras. Con el movimiento campesino combativo existe el agravante de asesinatos a la luz del día con la connivencia del viejo Estado, tal como en los Morros y periferias de las grandes ciudades, donde los pobres son tratados como basura por las fuerzas de la represión. ¿O alguien ya se olvidó de Amarildo, cuyo asesinato cometido por policías gana cada día más detalles macabros? ¿O del joven Douglas Rodrigues, de 17 años, asesinado por un policía con un tiro en el pecho menos de 48 horas después que el coronel llevó su correctivo?
Y mientras todos esos canallas tiemblan, incapaces de detener la juventud rebelada con incremento de la represión, se suma a la escalada de criminalización demente a los manifestantes la táctica de la razia y prisión masiva para intentar conjurar las esperadas protestas de la copa del mundo, dejando el máximo de activistas con la espada suspendida sobre sus cabezas. Pero, esas masas van tomando cuerpo y forma, coagulando más y más comprensión y consignas políticas, forjándose en los combates con la represión y preparándose para las grandes batallas futuras por la derrumbada completa del viejo y construcción del nuevo.
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