Editorial – Desesperación bolsonarista amenaza las masas con el fascismo

Editorial – Desesperación bolsonarista amenaza las masas con el fascismo

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Bolsonaro quiere mantener su imagen de “anti sistema” mientras de hecho anhela asumir la dirección de la ofensiva contrarrevolucionaria (golpe militar para prevenirse del levante popular), hoy en las manos aún de los generales golpistas del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA) que pretenden manejar esta ofensiva por dentro de la orden legal a favor de un régimen de máxima centralización del poder en el Ejecutivo, evitando que la resistencia de la sociedad sea amplia como sería, seguramente, en el caso del golpe militar abierto que planea la extrema derecha bolsonarista.

El gobierno de hecho sigue siendo el gobierno militar secreto del ACFA, sin embargo la lucha entre este y la extrema derecha, que intenta sobreponerse, se agudiza. El delirante guía bolsonarista, Olavo, orienta  Bolsonaro a cerrar el Congreso y que el pueblo y las Fuerzas Armadas deben unirse al presidente. Después, el gurú fascista dijo que si el gobierno “no cerrar los partidos” de esa izquierda electorera él “será derrumbado en 6 meses”. Claro, los bolsonaristas nada dicen sobre la superexplotación indecente que quieren imponer al pueblo, pues eso sería el fin de su alquimia.

La ofensiva de la extrema-derecha se manifiesta descaradamente, en la boca de otros que no el presidente, porque saben que mientras más tardan para imponer su gobierno real, hasta ahora tutelado, más difícil queda tal plano, pues el capital político de Bolsonaro se desvanece, minuto después de minuto.

En los últimos episodios de esa patética novela, Bolsonaro y su grupo de extrema derecha explotaron la crisis dentro del Partido Social Liberal (PSL) con el objetivo de liquidar el presidente de la sigla, Luciano Bivar, y asumir su dirección y apoderarse del colosal volumen de dinero oriundo de los inmorales fondos partidario y electoral. Mientras tanto, Bolsonaro intenta aparentar y manipular las masas como si fuese él un “héroe” solitario e injusticiado por el “mundo político”, que por la “salvación del país” pelea hasta con sus correligionarios. Historia ridícula de un lumpen extremista que cómo militar fue mediocre y que enriqueció en el parlamento.

El primero a patear la mesa del reaccionario partido PSL fue el propio Bolsonaro al romper con el líder de este en la Cámara de los Diputados, Delegado Waldir, a la vez que impuso su hijo Eduardo en el lugar. Perdida la disputa, dijo que puede venir a ser un “presidente sin partido”, en un llamamiento populista, como quién es independiente del “mundo político”.

En respuesta, el Delegado Waldir dijo que iría “implosionar Bolsonaro”. Después proliferaron amenazas de revelar lo que los Bolsonaros hicieron “en el verano pasado”. Los mensajes de Fabrício Queiroz (el hombre de acusado de operar dinero desviado) temiendo las investigaciones y la instalación de la Comisión Parlamentaria de Interrogatorio (CPI) de la Fake News, que puede desvendar el esquema de envío de mensajes pagado ilegalmente por bolsonaristas de la gran burguesía y latifundistas, se suman a ese montón de basura.

La pelea “miliciana” es tamaña que aún amenazas de muertes son intercambiadas por este lumpesinato adinerado. La diputada Joice Hasselmann (de la derecha civil, sin embargo que actuó en el bolsonarismo), desesperada, recibió un recado de este tipo, acompañado con una cabeza de cerdo decepada y una peluca rubia.

Bolsonaro quiere controlar el PSL, primero y antes de todo, para tener control del dinero suministrado por el viejo Estado e impulsar candidaturas alineadas a su plan fascista. En segundo, para establecer un partido fascista, un partido “puro-sangre” que aplique movilización, organización y corporativizacion de las masas y militarización (una versión de la SA nazi, grupo armado civil de fascistas). Hoy, el PSL está lejos de serlo. La mayoría de los diputados y aún los dirigentes del PSL son elementos de la derecha civil, como Joice Hasselmann, o aún de la centro-derecha que surfean en la “ola” electorera bolsonarista.

Además, las revelaciones de que los acusados de ejecutar Marielle Franco (los paramilitares Élcio Queiroz y Ronnie Lessa) se encontraron en el condominio donde vive Bolsonaro y de que uno de ellos habría hablado por interfono con algún pariente del presidente, justamente el día de la cobarde ejecución de la concejala – implicando directamente el grupo de Bolsonaro en el crimen político – puede precipitar la explosión pública de la lucha hasta ahora sorda por dirigir la ofensiva contrarrevolucionaria en curso. Nada garantiza que por detrás de tal fuga no esté la derecha militar y civil, manejando sus cuadros, todo coordinado por el ACFA y compaginado con el monopolio de prensa, por haber considerado el momento oportuno para desgastar la imagen de Bolsonaro y tal vez forzarlo a capitular por completo al plan de los generales de golpe “por la vía constitucional” o aún crear condiciones políticas para alejar Bolsonaro y sustituirlo por el general Mourão.

El caso Marielle puede ser llevado al Supremo Tribunal Federal (STF) y sus implicaciones para la crisis militar son, en ese sentido, imprevisibles. Bolsonaro, como un animal acosado, puede levantar su tropa lumpen y proseguir a la ofensiva, aunque no tenga fuerzas suficientes para imponerse a la derecha en el ACFA y sus bases en las Fuerzas Armadas estén en franco desmonte por cuenta de la “reforma de la Seguridad  militar” que privilegia generales en detrimento de la tropa (a propósito, esa siempre fue la exigencia primaria de los generales). ¡Cuán colosal es la crisis general del empodrecido Estado brasileño!

Por otro lado, la respuesta general de la reacción al ver los grandes levantamientos populares en Ecuador y Chile se hace escandalosa. Si la falsa izquierda oportunista electorera no es capaz de ver (o no quiere ver) el potencial político revolucionario de las masas, los reaccionarios no tienen dudas en cuanto a él. De ahí que desde las revueltas populares de 2013/14, como acción preventiva y bajo dirección directa del ACFA, la reacción planificó y puso en marcha una ofensiva contrarrevolucionaria por medio de un golpe militar paso a paso, por dentro del ordenamiento legal, a culminar vía el uso de la intervención militar (Garantía de la Ley y de la Orden, GLO) y de reformas constitucionales para establecer un régimen de centralización máxima de poder en el Ejecutivo con velo de democracia.

Ya Bolsonaro, a la cabeza de la extrema-derecha, al contrario de los generales que se mueven en silencio, no se cansa de alardear abiertamente su intento. En el compaso de la predicación del gurú Olavo – quién resalta la necesidad de medidas de fuerza contra los partidos autodenominados de izquierda – Bolsonaro anunció que las Fuerzas Armadas serán accionadas en caso de levante de las masas en Brasil y su fillo Eduardo bramó con la amenaza de un nuevo Acto Institucional 5 (AI-5).

¡Temblad, señores! Tal levante explotará inevitablemente, más pronto de que tarde, por toda la situación de explotación y opresión acumulada secularmente, su chispa para explotar está en los cortes de derechos, como la imposición de la “reforma de la Seguridad” por una mayoría ocasional de un parlamento putrefacto y desmoralizado; motivos para que tal explosión social ocurra no faltan, lejos de eso, son abundantes los atropellos que afligen diariamente nuestro pueblo, promovidos por ese sistema. Ya los oportunistas de la falsa izquierda, que prácticamente nada hicieron contra tales crímenes o aún con él cohonestaron, delante de la ofensiva golpista se colocan como paladinos de la defensa de este actual “Estado Democrático de Derecho”, defensa ridícula de este régimen político asegurador y legalizador de todo el sistema de explotación y opresión en crisis de descomposición.

La derecha hegemónica en el ACFA, golpista y también anticomunista, por su parte, está actuando con cautela para tutelar el grupo de Bolsonaro y desgastarlo en los bastidores, sin hacerse protagonista públicamente. Sin embargo, tal fuerza aún tiene que lidiar con el movimiento de las fuerzas políticas de centro-derecha y del oportunismo que pretenden detener la “Lava Jato”. Se amontona material explosivo y una sola chispa puede explotar todo.

En el STF la votación para decidir si es constitucional o no la prisión en segundo instancia (decisión que determinará la suerte de la propia “Lava Jato”, pues pueden ser sueltos todos sus “trofeos” detenidos), en lo que depender del posicionamiento espontáneo de los ministros, puede tener desfecho contrario a la Operación, ya que la composición de esa institución tiende a la centro-derecha, aunque haya una contra tendencia a la derecha (Luis Roberto Barroso, Edson Fachin, Luiz Fux etc.) estimulada por el ACFA. Días Toffoli está siendo acuartelado por los generales que están moviéndose y amenazando todo el tiempo el STF, coaccionado tal institución a continuar los planes de la ofensiva contrarrevolucionaria para dar cobertura de “legalidad” y “constitucionalidad” al golpe militar paso a paso, desatado bajo la forma de Operación “Lava Jato”.

Recientemente, por ejemplo, Toffoli dijo que su voto no es cómo el de cualquier ministro, pues siendo él el presidente del STF necesita tener “responsabilidad” con los efectos políticos de sus decisiones, dando a entender que puede acabar votando contra sus propias convicciones. Es un paso adelante en el acobardamiento a las presiones de los generales derechistas, comprobación de que esa republiqueta y sus simulacros de “instituciones democráticas” son sostenidos y caminan para donde ordenan las bayonetas.

La derecha en el ACFA quiere salvar la “Lava Jato” porque es parte estratégica de su plano contrarrevolucionario preventivo de “lavar la fachada” del sistema político, cuyo propósito central es “desarmar la bomba” en que se convirtió la desmoralización de las instituciones ante las masas. Por otro lado, los generales quieren impedir que toda la opinión pública manipulada por un falso moralismo anticorrupción, que hoy se aglutina en la defensa de la “Lava Jato”, si radicalice al verla muerta por las manos del STF y encuentre en el discurso fascista bolsonarista una desembocadura para su histeria, lo que impulsaría el apoyo al golpe “a la moda antigua”.

Mientras eso, a través de la GLO, los generales y Bolsonaro mandan soldados del Ejército brasileño cercar campamentos del movimiento campesino combativo en Rondônia, con la disculpa de combate a los incendios en regiones en las cuales ni siquiera hay focos de quemadas. Prueba de que las hienas derechistas, bolsonaristas fascistas y otras más convergen en intentar masacrar la lucha sagrada del pueblo brasileño.

A las masas populares, así como a todos los demócratas y revolucionarios, no cabe temer los desórdenes por recelo de favorecer este o aquel grupo de reaccionarios en pugna. Es preciso tener claro que mientras las masas no impongan sus intereses máximos, materializados en la República Popular de Brasil, seguirán padeciendo de las peores desgracias, acentuadas a cada crisis del imperialismo y de este anacrónico capitalismo burocrático; a cada lucha concreta de resistencia por sus derechos asaltados las masas encontrarán a su frente una contrarrevolución que tiende a ser cada vez más sádica y rabiosa. Frente a esto, es también un crimen los asustados gritos y llamamientos por “unidad a cualquier precio” en defensa de esa democracia podrida, perteneciente a este sistema vil. Hoy, sólo una gran Revolución Democrática puede barrer y enterrar de vez la reacción, sea ella en la forma del fascismo descarado o disfrazado.

La unidad del pueblo sólo puede ser verdadera en la destrucción de toda esa vieja y anquilosada orden. No hay otra vía que no la Revolución cuya marcha es prolongada. Dirán muchos de los que ora gritan asustados contra el bolsonarismo: “violencia no, respeto a la Constitución!”. ¿No es por casualidad esto lo que dicen Bolsonaro y los generales que tutelan su gobierno? El Brasil marcha para grandes rupturas históricas pendientes y retardatarias; nuestra revolución de complicada gestación llama a la puerta! Es preciso preparar las condiciones subjetivas para que ese gran levantamiento que explotará en el país conduzca el doloroso y tan anhelado parto al luminoso nacimiento de un Brasil Nuevo.

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