Al fin de un nuevo año nos cabe hacer un balance de la situación política internacional y nacional, acompañando la marcha de la historia en su desarrollo desigual, entre avances y retrocesos, victorias y derrotas, pero con la certeza de que, para el pueblo, no existe derrota definitiva.
Podemos afirmar que el año de 2017, en el plano internacional, tuvo como característica el incremento del proceso de reaccionarización del Estado impulsado por el imperialismo en todo el mundo. Proceso en conformidad con las leyes enunciadas por Lenin, como continuidad y desarrollo directo de las leyes del capital descubiertos por Karl Marx, según las cuales el imperialismo es el capitalismo en su fase superior y particular, en que es capital monopolista, parasitario y en descomposición y agonizante, reacción en toda línea.
Para mantener la vieja orden de dominación, las burguesías imperialistas sólo pueden hacerlo por medio de la subyugación de los pueblos, aumentando cada vez más la opresión para extraer la máxima tasa de plusvalía de la fuerza de trabajo, la energía y las materias-primas a valores depreciados, además de asegurar a sus corporaciones los mercados cautivos para sus mercancías. Para tanto, incrementan la guerra de rapiña sobre naciones enteras y promueven una nueva repartición del mundo entre sus superpotencias y potencias.
El mundo está en guerra, una guerra llevada por el imperialismo al territorio de las colonias y semicolonias , principalmente en el área conocida como Oriente Medio Ampliado, enfocado principalmente en Siria , Irak, Afganistán, Irán, Yemen, Palestina y con provocaciones en el Extremo Oriente, como es el caso de Corea del Norte. También en África, tanto en el Norte cuánto en la zona subsahariana. En América Latina, el imperialismo lanza las Fuerzas Armadas y de represión de los Estados títeres en una guerra reaccionaria, guerra de exterminio contra el pueblo pobre.
Todos estos disturbios, sin embargo, no quedaron sin violenta respuesta. Las resistencias nacionales, cada una según sus limitaciones ideológicas, impusieron pesadas bajas al imperialismo, a la vez que trajeron la guerra para dentro de sus propias casas.
Las aparentes gansadas de Trump sirven para mascarar la tentativa de USA, como superpotencia hegemónica única, de someter por completo a Rusia, superpotencia atómica, y, así, abrir camino para un dominio total en el mundo. Para tanto, se exige poner bajo su control absoluto Oriente Medio. Esta ilusión que Trump vendió a su base electoral, como es unilateral, subestima la resistencia de los pueblos oprimidos y, principalmente, la nueva ola de revoluciones que se levanta bajo la bandera del marxismo-leninismo-maoismo, con las Guerras Populares en el Perú, en la India, en las Filipinas y Turquía, demostrando ser el camino más avanzado e inconciliable con la dominación imperialista, pues es producto de la dirección de la clase más revolucionaria, el proletariado.
La situación revolucionaria que se desarrolla de forma desigual en todo el mundo y, particularmente, en América Latina, ha dejado claro el carácter semicolonial y semifeudal de sus países y sus caducos, corruptos y genocidas Estados, sea bajo dirección de oportunistas como Luiz Inácio, Morales y Maduro o de declarados reaccionarios del tipo Macri y Kuczynski, que mantuvieron y mantienen sus países en situación de subyugación nacional al imperialismo, principalmente yanqui.
En Brasil, la bancarrota del oportunismo petista propició el ambiente para una avasalladora embestida del latifundio y de la gran burguesía, tanto la compradora cuanto la burocrática, por medio de un títere del imperialismo que, cabalgando un parlamento venal, avanzó sobre los derechos de los trabajadores y sobre las tierras devolutas, los territorios indígenas y quilombolas.
Tales iniciativas contribuyeron para ampliar la ira de los trabajadores que resisten de forma cada vez más violenta, como fueron los casos de Humaitá (AM) y Correntina (BA) que, aunque aún aisladas, dieron inicio a una nueva ola de protestas populares que prosiguen con bloqueos de carreteras, avenidas, calles y tomas de las tierras del latifundio.
Todo indica que las provocaciones de Trump contra la Palestina y Corea del Norte, a nivel internacional, y las maquinaciones de la cuadrilla de Temer y Meirelles para tomar de asalto la Seguridad Social, en Brasil, serán material altamente inflamable para que 2018 se inicie bajo el signo de belicosa protesta popular.