Editorial – En medio de crisis y sobre pilas de cadáveres, los generales gobiernan

Marcha camponesa celebra os 16 anos da heroica resistência camponesa de Corumbiara/RO, em 9 de agosto de 2011
Foto: Banco de dados/AND
Marcha camponesa celebra os 16 anos da heroica resistência camponesa de Corumbiara/RO, em 9 de agosto de 2011

Editorial – En medio de crisis y sobre pilas de cadáveres, los generales gobiernan

Los hechos revelados, una vez más, refuerzan nuestro análisis sobre el gobierno militar de hecho que vigora en el país. Inestabilidad política, incesantes crisis institucionales, amenazas e inminencia de rupturas y preparativos de intervención militar total para suprimir el “Estado Democrático de Derecho” han sido la expresión de la continuada disputa por la dirección de la ofensiva contrarrevolucionaria preventiva, por cinco años en curso en el país, entre la extrema-derecha de Bolsonaro y la derecha del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA). Ni siquiera ante la pandemia, cuyo abandono del gobierno al pueblo ya mató más de 160 mil brasileñas y brasileños, suscita alguna inquietud en ellos, que siguen indiferentes, administrando el silencioso genocidio. Y bien al contrario de las controversias y fanfarronerías del capitán, con su eslogan “quien manda soy yo” (como dijo en la última escaramuza, sobre la vacuna china), lo que ha prevalecido es el mando de los generales reaccionarios de siempre y la obediencia forzada del capitán, pataleando a espera de un nuevo contexto para su propio régimen militar.

Quién lo confirma es el monopolio de prensa. La revista Veja, a través de fuentes sigilosas de dentro del gobierno, relató que en mayo de 2020 el actual gobierno había pasado por una de sus sacudidas sísmicas.

En aquel entonces, el fascista Bolsonaro fue informado de que sus hijos serían detenidos, por orden que sería despachada por el juez Alexandre de Moraes, y que él propio podría perder la presidencia si intentara cualquier acto en el sentido de movilizar sus hordas en las policías militares y en su base – cada vez más pequeña – de suboficiales de las Fuerzas Armadas. Tal información fue pasada al impotente presidente por “auxiliares del Planalto”.

La prisión sería dentro de la investigación sobre la financiación criminal a los “ataques a la democracia”, que incluyen las manifestaciones golpistas callejeras y los robots online financiados para atacar el Congreso, el Supremo Tribunal Federal (STF) y los demás poderes predicando como solución un golpe militar “con Bolsonaro en el poder”.

Confirma lo que decíamos: el STF (cuya composición es hegemónicamente de la derecha tradicional parlamentaria y que tiende, en general, a oponerse a planes de golpe militar, pues le retiraría funciones y fuerza y, consecuentemente, debilitaría totalmente los grupos de poder a los cuales están vinculados sus integrantes) está enganchado en las bayonetas de los generales, rehén de la ofensiva contrarrevolucionaria preventiva en marcha. Es impresionante la pusilanimidad de las “excelencias” de toga.

Toda esa derecha tradicional, que algunos quieren presentar como “demócratas” y “en favor de la democracia”, reitera su esencia en estos momentos. Delante de la gritaría horrenda de los bolsonaristas o de la actuación contundente de las masas populares, tal derecha tradicional tiende aún a refugiarse, amedrentada, debajo de los uniformes de los “civilizados” generales golpistas, refrendando el golpe por vías constitucionales. La acompaña el oportunismo petista y de los revisionistas, aún satélites suyos, con cobardía impar.

¿Cuál golpe de Estado conducido por vías constitucionales es este? Es el desatado en 2015, como Operación “Lava Jato”, como acuerdo firmado por el núcleo del establishment (los círculos más poderosos de los grandes banqueros e industriales, los más poderosos entre los latifundistas, del monopolio de prensa, además de altos burócratas y selecto grupo de procuradores, bajo la centralización del ACFA con la embajada yanqui como “consejera”) para intentar salvar su sistema de explotación y opresión del pueblo y de la Nación de la descomposición avanzada en que se encuentra. Es su respuesta preventiva posterior al gran levante de masas de 2013-14, que puso al desnudo la falta de legitimidad del quebrado y putrefacto sistema político.

Los generales, anticomunistas viscerales, tienen por objetivo concentrar el Poder en sus manos, pero de modo disimulado, preferentemente con apariencia de gobierno civil, objetivo a ser alcanzado a través de la deformación de la constitución con coacciones, amenazas a las otras instituciones y a las fuerzas políticas. Se mueven así como táctica para impedir la inevitable amplitud de la resistencia popular que una brutal intervención militar causaría. Esa reestructuración del viejo Estado de concentración absoluta del Poder en el Ejecutivo urge como necesidad para cumplir otras dos tareas también cruciales a la salvación de la vieja orden amenazada de ruina: aumentar la súper explotación del pueblo y la entrega de la Nación para intentar quitar la economía del agujero, impulsando el enfermo capitalismo burocrático, y conjurar el peligro de Revolución o de aniquilarla cuando esta se levante.

No es que el golpe conducido por los altos comandantes sea constitucional en sí: él deforma, a través de amenazas con su poder militar, la constitución o la interpretación que se hace de ella e impone reformas que la reduce aún más, todo para justificar legalmente los caminos trazados y llegar a sus objetivos terroristas. En ese sentido transcurrieron casi todas las hablas públicas de jefes militares sobre política en los últimos cuatro años.

Ya Bolsonaro, que arquitecta y pregona un golpe, con él a la cabeza, debilitado en los últimos meses, sigue jugando con la opinión pública reaccionaria de modo a desmoralizar aún más las instituciones y, delante del caos social, forzar los generales a cerrar el régimen político ahora, ya, contexto en que la extrema-derecha tiende a imponerse. Sabe que necesita de popularidad y hará de todo entre ceder y cerrar acuerdos para reelegirse, pues, para sus planes golpistas, estar en el Planalto es más de medio camino andado. Pero, ambos bandos – Bolsonaro y generales – quieren el reino del terror contrarrevolucionario para aniquilar los revolucionarios y las masas organizadas, cercenar y amedrentar los demócratas y progresistas y “limpiar” el terreno para explotar como nunca antes todo el pueblo y entregar de vez la Nación a la saña de las corporaciones del imperialismo, principalmente yanqui (Estados Unidos, USA). Sólo las maneras de llegar es que son diversas.

Lo que necesita quedar bien claro a todos es que la situación por cuál pasa nuestro país, de podredumbre del sistema político, de ofensiva de la reacción y de miseria y frustraciones para las masas, es inevitable mientras las cosas permanezcan intactas en la base. La base de la sociedad es ese capitalismo burocrático, atado al latifundio y cuyas riquezas producidas son drenadas para el capital financiero, al imperialismo, encima del cual se irgue ese Estado genocida y en esencia burocrático y oligárquico, que nunca fue democrático, aún en el sentido burgués del término. Solamente la Revolución Democrática, Antiimperialista, iniciada por la Revolución Agraria, puede transformar todo.

En tiempo: las elecciones reaccionarias de este año apenas servirán para dar un toque de legitimidad a ese golpe militar; aún los resultados más sustanciales de esas elecciones, sepamos de antemano, tendrán interferencia deliberada de los generales, de modo a favorecer a las fuerzas políticas alineadas a su plan. La única salida es, en lo inmediato, impulsar un poderoso boicot a las elecciones reaccionarias, introducir la conciencia revolucionaria en el boicot espontáneo de las masas populares desacreditadas de este sistema; en el corto plazo, es apostar en la movilización de ellas en defensa de sus derechos pisoteados y despreciados, haciendo la reacción sentir su fuerza. Las propias masas deben aprender a estimar la fuerza poderosa que poseen y no saben, así como estimar la energía sin límites que su movilización política libera. Es tarea de los revolucionarios mostrarles.

 

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