Editorial – Escándalos y farsa electoral encubren crímenes de lesa patria

Editorial – Escándalos y farsa electoral encubren crímenes de lesa patria

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Agosto se inicia con una nueva fanfarronada intitulada “juicio del mensalón”. Mientras los petistas y sus secuaces se esmeran en actos de desagravio y bravatas acerca de una “persecución política” de la “derecha (siempre ella), toda la jauría  de acusadores se esfuerza para hacer creer que el tal “mensalón” fue la cosa más hedionda que ya ocurrió en la república.

Ni una cosa ni la otra. La corrupción, a ejemplo del también tan hablado caso Cachoeira, es un fenómeno intrínseco y derivado del viejo Estado semifeudal y semicolonial  brasileño. Es apenas una especie de migaja que tanto más sobra cuantos más crímenes, esos sí, hediondos, son cometidos contra el pueblo y el patrimonio nacional.

Pero eso ninguno de los postulantes a cargos públicos, sean municipales, estaduales o federales, se atreve a decir, porque todos y cada uno de ellos desean más que todo aprovechar ese lodo de corrupción, como también cometer esos mismos crímenes.

Ejemplo de eso es que absolutamente ningún candidato o sigla electorera se manifiesta programáticamente contra la actual política económica practicada por el oportunismo a la cabeza del viejo Estado. Política esa emanada del diktat imperialista y siempre aplicada sin interrupción alguna, y especialmente la “neoliberal”, desde Collor.

Además de la escandalosa política de mantenimiento de la segunda mayor tasa de intereses del mundo, este gobierno de engañadores no se cansa de premiar los monopolios y de atacar la economía popular siempre que puede.

Ya redujo los rendimientos del ahorro, alcanzando en lleno a la llamada clase media, que ya hace mucho tiempo viene sufriendo con el achatamiento salarial que se intensificó con Luiz Inácio/Roussef. Contempló la industria automovilística con renuncia fiscal, sin ninguna contrapartida de ese monopolio, que aún está dimitiendo miles de obreros por el país, en el que los tecnócratas contestan afirmando que este está contratando más de que dimitiendo. Promueve la desindustrialización acelerada y, peor, profundiza la desnacionalización de la economía nacional (sobre eso ver artículo de Adriano Benayon, en la página 5).

Otro descalabro ocurre con el llamado PAC-Programa  de Aceleración del Crecimiento, asimismo, por extenso, porque es el caso de indagarnos de que crecimiento se trata. En un escenario en que el más optimista de los analistas apunta para estagnación de la economía, los burócratas aún tienen el desplante de negar la llegada de los efectos más graves de la crisis y hablar en crecimiento. Ante las frías estadísticas, ya bastante falseadas, alteran las previsiones, pero mantienen las ilusiones de “calentamiento” en el segundo semestre, el año que viene, quien sabe…

Mientras tanto, las grandes contratistas aprovechan la farra de dinero público derramado en obras sobrevaloradas, muchas veces ilegales, llenas de crímenes laborales, desplazamiento de poblaciones ribereñas, pueblos indígenas o barrios enteros en las grandes ciudades – para lo que amplían las propinas a los inquilinos del Planalto. Esas mismas contratistas que se configuran en las principales donantes oficiales de campaña de las mayores siglas electoreras, PT, PSDB y PMDB. Eso sin hablar en el cajero dos, otro un golpe admitido por uno u otro inmaculado parlamentario. No raro, se observan donaciones de la misma empresa para candidatos rivales.

Súmese a eso la histórica huelga de las instituciones federales de enseñanza, que va llegando a los tres meses sin acuerdo, y la enorme huelga del funcionalismo federal en general, en la cual 350 mil servidores cruzaron los brazos y enfrentan, así como los de las universidades, la intransigencia, la truculencia y la arrogancia de un gobierno de los “trabajadores” que no se digna ni siquiera a conversar con los trabajadores huelguistas.

Ese es el caldo de cultura en el cual será realizada la próxima farsa electoral, destinada a ser,  una vez más y empeorando, un interminable desfile de personajes caricatos y declarados enemigos del pueblo, “fichas sucias” y “limpias”, todos dispuestos, siendo electos o no, a colocar la culpa en el pueblo por sus “malas elecciones”.

Delante de eso, también como en las farsas anteriores, sólo que mejorando y ganando masividad, surgen iniciativas de repudio a las elecciones, como pintadas, comités populares, debates, etc., que en sí no se bastan, pero que apuntan para la destrucción de la dictadura de la gran burguesía, del latifundio y del imperialismo y sus elecciones corruptas y su sustitución por una nueva democracia.

Traducciones: [email protected]

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