Otro liderazgo campesino es asesinado en el sur de Pará. Una nueva acción cobarde promovida por el latifundio que mata como nunca con el aval del viejo Estado semifeudal y semicolonial brasileño.
Luiz Lopes de Barros era un liderazgo histórico y reconocido por las masas del Pará. Dedicó su vida a la destrucción del latifundio, esa llaga abierta y purulenta que se alimenta de la sangre de brasileños y brasileñas para mantener vivo un capitalismo burocrático, funcional al imperialismo.
La ejecución de Luiz Lopes, en una torpe emboscada en una carretera próxima al campamento de la hacienda Batente, municipio de Conceição do Araguaia, sur de Pará, es la 13ª teniendo como víctima algún campesino que participó de la toma de la hacienda Forkilha en el fin de 2007. Según las denuncias de sus compañeros, las circunstancias de su muerte envuelven una orquestación entre un latifundista, sus matones a sueldo y gente del Incra en la tentativa de comprar los liderazgos del campamento Gabriel Pimenta. Luiz se habría negado a aceptar el soborno y denunciado todo. Además de esto, al día siguiente al que fue asesinado, Luiz declararía como principal testigo del asesinato del campesino De Assis, donde el acusado es el latifundista Ernandes, de la hacienda Nazaré. Por estas razones Luiz fue asesinado.
Desde que la llamada Operación "Paz en el Campo" desencadenada por la gerencia estadual de Ana Júlia Carepa-PT, en una verdadera operación de guerra prendió, torturó y humilló centenas de trabajadores, AND viene denunciando la asociación de las instituciones del Estado con el latifundio y sus bandos armados en la continua persecución y asesinato de campesinos en el sur de Pará. El propio Luiz Lopes denunció incontables veces que su cabeza estaba a premio en la región, pero nunca renunció a su lucha por la tierra, dando su contribución de sangre a la causa de la liberación de la tierra y de los campesinos de las garras del latifundio semifeudal y de la dominación imperialista en Brasil.
El viejo Estado al servicio del latifundio contribuye con esa matanza con todo tipo de incentivo y encubrimiento jurídico. Sus fuerzas policiales prenden, torturan, extorsionan y desarman las masas; la Judicatura ordena seguidas y violentas "reintegraciones de posesión", cobradas por el STF presidido por Gilmar Mendes. Y como los latifundistas son quienes detienen el poder de hecho en aquel estado, la gerencia estadual del PT se esmera en ejecutar sus órdenes.
La verdad es que el conflicto en el campo está más radicalizado que nunca. Y la violencia aún cae casi exclusivamente en las cabezas de los campesinos. En Pernambuco, município de Brejo da Madre de Deus, cinco campesinos fueron ejecutados también en circunstancias aún nebulosas mientras construían una casa en el asentamiento Chico Mendes, dirigido por el MST. En ese caso ni Gilmar Mendes ni Luiz Inácio o los monopolios de la imprenta se indignaron.
En Rondônia, el bandidismo asociado a las policías gana dimensiones fabulosas, con los campesinos sufriendo ataques diariamente, sea de bandos armados por los latifundistas, Policía Militar, Ambiental, Federal, Fuerza Nacional, Ibama e Incra, que multan campesinos que hace años están en la tierra, impiden que les llegue alimentos y otros abastecimientos, impiden la salida de sus productos, cercan los campamentos y disparan sobre hombres, mujeres y niños. Los bandos paramilitares llegan al punto de secuestrar y torturar miembros del movimiento campesino.
Por otro lado, movimientos clasistas y combativos han avanzado en su lucha por la destrucción del latifundio, la liberación de las fuerzas productivas y la construcción del nuevo poder paso a paso en las áreas liberadas. Como AND ha informado, crece el número de tomas de tierras en las cuales los campesinos rechazan cualquier dirección oportunista y cualquier relación con el viejo Estado. Los procesos de Cortes Populares, Asambleas del Poder Popular y Comités de Defensa de la Revolución Agraria se amplían y dejan cada vez más claro cuál es el camino para el movimiento campesino en la actual situación.
A propósito, agosto marca el aniversario de la Batalla de Santa Elina, cuando en 1995 bravos campesinos combatieron una fuerza mixta de policías y pistoleros a sueldo del latifundista Antenor Duarte. Desde entonces, la ciudad de Corumbiara y el estado de Rondônia acompañan el desarrollo de un pujante movimiento campesino que hoy da duros golpes en el latifundio. En su crisis de descomposición en sus tres esferas de poder (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y en sus tres instancias (federal, estadual y municipal), el viejo Estado brasileño, con toda la podredumbre que salta a los ojos del país, sólo encuentra salida en la escalada fascista y genocida sobre los pobres en lucha, en la ciudad y en el campo.
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