Editorial – Fascistas son el viejo Estado y sus defensores

Editorial – Fascistas son el viejo Estado y sus defensores

En la historia reciente del Brasil, nunca se habló tanto de fascismo como en los últimos meses.

Principalmente en las bocas sucias del oportunismo electorero en la gestión de turno del viejo Estado semifeudal y semicolonial brasileño ese concepto pierde todo sentido. Eso porque eluden que son ellos mismos no solamente los defensores, pero los que presiden el fascismo que es de la naturaleza del viejo Estado e intentan hacer creer que todo que lo se les opone es fascismo. La ratona delatora, durante las jornadas de lucha del año pasado, en un acceso de vómitos, llegó a acusar manifestantes de fascistas. Y no faltaron filósofos oficiales para dar al disparate aires epistemológicos.

Pues, esa gente se especializó en la práctica de aplicar las medidas más arbitrarias contra el pueblo y sus dirigentes más combativos, siempre intentando cubrirse con el velo publicitario de “popular” o “de izquierda”.

Apoyados en el eclecticismo ideológico que caracteriza el fascismo, esas siglas que trafican con los intereses del pueblo amplían tremendamente el corporativismo  (cooptación de “movimientos sociales”, programas asistencialistas y la militarización de las ocupaciones policiales y de las fuerzas armadas, formación de guetos…) de la sociedad. Aquí, buscar por ejemplares clásicos del fascismo sería una caza de fantasmas.

Se trata de un fascismo sofisticado, travestido de “democracia”, sin embargo de mismísima esencia, ya que da a los ciudadanos una única “libertad”, la de “ir y venir”, pagada a peso de oro.

Finalmente, ¿qué significa la genocida acción de la PM de Río contra los habitantes de la favela de la Telerj, en una acción que justamente fue comparada con la tristemente famosa operación policial que acabó con el Pinheirinho, en São Paulo, en 2012? Nada como un día después del otro para que se rompa el velo sucio que cubre las diferentes siglas del Partido Único, revelando que son la misma cosa inmunda.

¿Y qué tipo de democracia es esta que se vale de las fuerzas armadas para reprimir la población con el pretexto de combatir el “crimen organizado”? No es la primera vez que se recurre a eso, pero ni por eso es menos grave el incremento de la brutalidad policial y que se continúe a utilizar las FFAA en el combate al “enemigo interno”, misión dada por el imperialismo yanqui y cumplida al pie de la letra por los gerentes de turno del viejo Estado.

Vale decir que los militares empeñados en la ocupación del Complejo de la Mare, en Río, son todos egresados de las tropas que ocupan Haití (expresamente la grande favela Cité Soleil de Puerto Príncipe) desde 2005. En la ocasión, AND ya alertaba que además de liberar, temporalmente, el ejército yanqui para sus genocidios en el Irak y Afganistán, la misión en Haití serviría de entrenamiento para la contrainsurgencia en el propio país.

¿Y qué decir de la ininterrumpa y brutal represión, inclusive con tropas federales, a los campesinos pobres e indígenas en legítima lucha por la tierra? Sin contar los bandos armados por el latifundio, compuestos casi siempre de policías y encobertados por la judicatura y ejecutivos federal y estaduales.

Centenares de jóvenes están siendo procesados en todo el país por protestar desde junio contra todo ese estado de cosas que oprime el pueblo brasileño. Esta debe ser la lucha de la “democracia” contra el fascismo de esos cínicos. Y si pensaban que con eso impedirían protestas durante la Copa de la Fifa, creemos que ya se convencieron de lo contrario, hasta porque no perdieron tiempo para providenciar todo un arsenal de medidas arbitrarias de causar envidia al régimen de los generales gorilas.

Y no satisfechos con toda esa villanía practicada contra el pueblo, pasan a lanzar cortinas de humo, como “buscar” fascistas por toda parte, principalmente en el movimiento popular que tomó las calles el año pasado. Para eso se valen de gente en la academia, que se utiliza de todo tipo de malabarismo “teórico” para condenar la acción de la juventud combatiente en lucha contra ese viejo Estado en descomposición.

Pero nada de eso los salvará del destino, más próximo que distante, de la lata de basura de la historia.

Los gerentes y defensores de un Estado fascista son también fascistas. Si quisiesen realmente encontrar gente así, deberían mirarse en el espejo y buscarlas en sus propias moradas.

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