Hasta el cierre de esta edición de A Nova Democracia algunas de las categorías en huelga de los funcionarios federales ya habían aceptado la propuesta (impuesta) de la gerencia Dilma, de 15,8% de reajuste en tres parcelas, hasta 2015. Esa propuesta no incluye los profesores de las universidades federales, en huelga hace más de 110 días.
Es bueno registrar que ese porcentaje de reajuste no cubre las pérdidas con la inflación de los últimos años sin aumento, mucho menos de los años en que será aplicado, lo que equivale a decir que los salarios serán reducidos, tendrán pérdida, hasta 2015.
El Ministerio de la Planificación, siguiendo órdenes directas de Roussef, arrogantemente se negó a negociar con las categorías paradas y, usando el desgaste de una larga huelga y de la fecha límite de 31 de agosto para conceder reajuste este año. En pocas palabras, forzó los trabajadores en huelga, utilizándose también de dirigentes sindicales oficialistas para firmar los acuerdos.
En las universidades, la cosa es aún más grave. Se desarrolla una intensa lucha contra el oportunismo a nivel nacional y regional. Mientras que el Proifes gubernista y que dirige pocos profesores, no titubeó en aceptar la primera propuesta que el gobierno tiró a la cara de los profesores, la Andes-SN defiende la sustentación de una huelga desgastante, que da señales de agotamiento por la propia falta de medios de obligar el gobierno a transigir.
Regionalmente, los profesores, en sus comandos de huelga, traban batallas contra las más bajas maniobras realizadas por direcciones sindicales vendidas, que aprovechan cualquier oportunidad para aprobar el fin de la huelga. Contra eso ya fueron depuestas direcciones de sindicato, rectorías y edificios de universidades fueron ocupados y otras manifestaciones han ocurrido por el país.
La huelga es histórica, tanto por el número de días parados, cuanto por el volumen de trabajadores parados, lo que por sí sólo ya demuestra el grado a que llegó el desmontaje de la universidad pública, así como de otros sectores, como la salud, por ejemplo, también en el centro de las huelgas.
Y si por un lado la gerencia PT-FMI trata con truculencia los trabajadores en huelga, negándose a compensar mínimamente las pérdidas salariales, suspende el salario de los huelguistas, criminaliza protestas e ignora las razones de la huelga, lo mismo no hace en relación a las contratistas y monopolios transnacionales.
Con una previsión oficial de crecimiento del PIB abajo de 2 % (los números reales ya apuntan recesión), lo máximo que esa gentuza que hoy ocupa el Planalto hace es privatizar miles de kilómetros de vías férreas y carreteras (con peaje, claro), con financiación a largos plazos por el BNDES, todo para llenar los cofres de las contratistas que ya se hartan en los recursos del malogrado PAC, que no fue capaz de acelerar nada.
Además de eso, como era de preverse, la renuncia fiscal, específicamente de IPI, para automóviles, materiales de construcción y los llamados productos de la línea blanca (cocinas, heladeras, lavarropas, etc.) fueron extendidos, en el caso de los coches hasta 31 de octubre, y en el de los materiales de construcción hasta diciembre de 2013.
O sea, al mismo tiempo en que practica el más brutal achatamiento salarial contra los trabajadores en general, la gerencia oportunista de PT/PCdoB/PDT y congéneres concede con la misma naturalidad las más dulces facilidades para los monopolios transnacionales y nativos, esmerándose en la justificación de que está intentando conjurar la crisis que, a esta altura, es inexorable y será profundamente sentida por el pueblo brasileño.
Bajo el manto del aumento del consumo, se promueve la más brutal transferencia de recursos populares para los monopolios, en bancarrota en el exterior. Al final, restarán aquí los endeudados, desempleados, empobrecidos que, si nada lo impide, continuarán a ser tratados como basura por las gerencias de turno del viejo Estado.
Mientras tanto, la cortina de humo va siendo lanzada en la cara de la población, sea en la forma del teatro del juicio del “mensalón”, de la “CPI de Cachoeira” o del circo de la farsa electoral, que poluciona calles y oídos con todo tipo de rostros sonrientes y mentiras mal contadas por los mismos criminales de siempre y otros aspirantes a tal status.
Sin embargo, teniendo la certeza de que una grave crisis se avecina, crece la insatisfacción y la indignación de las masas, acosadas de todos los lados por la violencia policial, por la truculencia del gobierno, por la explotación de los patrones y por las atrocidades del latifundio, además de las requisiciones del imperialismo.
Y si hoy eso se refleja en rebeliones obreras, boicot electoral, huelgas cada vez más radicalizadas, levantamientos populares, etc., está cerca el día en que las masas trabajadoras del campo y de la ciudad apuntarán toda su energía para la destrucción del viejo Estado, del latifundio y para la expulsión del imperialismo de nuestras tierras.