Editorial – Hora del show: abajo la farsa electoral y el cretinismo parlamentario

Editorial – Hora del show: abajo la farsa electoral y el cretinismo parlamentario

La sucia (en todos los sentidos) campaña electoral ya está en las calles. Otra vez, asistimos a un interminable desfile de mentiras y de declarados enemigos del pueblo capaces de hacer literalmente de todo para alzarse en un cargo público, para entonces poder aprovecharse de los negociados millonarios.

La población, cada vez más asqueada con todo lo que envuelven las periódicas farsas electorales, ve crecer también la certeza de que participar de ese circo nunca hará que las cosas cambien en nuestro país. La elevación de los números de abstenciones, votos blancos y nulos, sufragio tras sufragio, ya es lo suficiente para atestar eso. No hay nada para las masas en los farsantes procesos electorales.

Y, sin embargo, la farsa electoral sigue siendo una de las principales armas para la dominación del imperialismo, de la gran burguesía y del latifundio. Es en ella que se concentra el argumento del mantenimiento del llamado “Estado democrático de derecho” y el salvoconducto para la ejecución de todo tipo de políticas antipueblo que venga a ser pensada por los ideólogos de las clases dominantes.

Papel particularmente nefasto es desempeñado por el oportunismo, travestido de “izquierda”, “de los trabajadores”, “de socialismo”, etc., que hace años viene protagonizando la escena electoral y alimentando el cretinismo parlamentario de las ilusiones constitucionales.

De esta manera se esfuerzan para hacer creer a la población que todas las esperanzas deben ser depositadas en la legalidad burguesa y que cualquier acción fuera de ella debe ser punida. De hecho, en eso reside una de las muchas semejanzas de esos oportunistas con los fascistas declarados.

Pues bien, usando esa lógica, no es de extrañarse toda la gritaría esparcida por las gestiones oportunistas de América Latina después de la caída de Fernando Lugo de su puesto a la cabeza del viejo Estado paraguayo. Todos los oportunistas de la misma laya que gestionan Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y Brasil, inmediatamente se levantaron en defensa de Lugo  y con un ridículo lloriqueo denunciaron un “golpe de Estado de la derecha contra la izquierda” y otras sandeces y farsas del género.

Pero, al parecer, todo el proceso, a pesar de sumario, se encaja en la legalidad burguesa estatal de aquel país, y que fue aceptada y corroborada por Lugo y su grupo desde el momento en que participaron del farsante proceso electoral, pasando por las sucesivas tentativas de deposición, hasta la masacre policial contra campesinos pobres que culminó con su caída en junio. Hasta la manera cobarde como Lugo anunció su salida, luego después de la votación en el Congreso, dejó eso bien claro. Si cayó en una trampa, la responsabilidad es enteramente de él y de los que lo cercan.

Y entonces los impulsadores del capitalismo burocrático en las semicolonias, travestidos de “izquierda”, vuelven a agitar la bandera del “peligro derechista” para tratar de frenar la vertiginosa caída de popularidad provocada por la aplicación más infame de todo el recetario que emana de las agencias del imperialismo, que arrojan las masas a más miseria, opresión y violencia estatal, todo eso siendo respondido por las masas en protestas multitudinarias, en los enfrentamientos con la policía , las huelgas cada vez más combativas, etc.

Si la derecha dio un golpe en Lugo, ¿por qué entonces los que ahora lloran no se rebelan e inician la revolución en Paraguay? ¿Será por qué temen a las masas más que a los grandes burgueses y latifundistas?

Ese parece ser el sino del oportunismo en nuestras tierras también. Por temer la revolución por encima de todo, esa “izquierda” de fachada, encastillada en el viejo Estado semifeudal y semicolonial  brasileño (y otras que pleitean su lugar), además de asumir los compromisos más excusos con el imperialismo, la gran burguesía y los latifundistas, aún cargará para el túmulo otro estigma: el del vil acuerdo para librar de cualquier juzgamiento a los criminales y torturadores del régimen militar fascista.

Acuerdo ese que iguala a la cúpula petista y los milicos, en la concepción que tienen de las fuerzas armadas como fuerza de represión al pueblo, principalmente en el Brasil, pero también al pueblo paraguayo y, más recientemente, en Haití (el ataque a una universidad en junio fue uno de los más vergonzosos actos cometidos por militares brasileños). Es bueno recordar que, exceptuando el envío de la Fuerza Expedicionaria Brasileña — FEB para combatir la bestia nazi — y asimismo por presión popular — el enemigo invariable del ejército brasileño desde su creación ha sido el pueblo.

Por fin, la denuncia de que soldados en entrenamiento corrían por las calles del barrio Tijuca, en Río, a los gritos de “Golpea, zurra, quiebra los huesos. Golpea hasta morir”, “¿Y la cabeza?”, “Arranca la cabeza y tira al mar”, “¿Y quién hace eso?”, “¡Es el Escuadrón Calavera!”. Nada resta a decir, sino que en la historia del ejército brasileño sólo los combatientes de la FEB merecen alguna gloria. El resto está cubierto de oprobrio.

Traducciones: [email protected]

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