La atrocidad perpetrada por la policía militar de São Paulo, bajo las órdenes del gerente estadual Geraldo Alckmin (PSDB), del alcalde de São José dos Campos (PSDB) y de la judicatura estadual, en el desalojo brutal de las miles de familias que hace ocho años construían sus vidas en el barrio del Pinheirinho, se inscribe en la lista de los crímenes más hediondos y genocidas cometidos contra las masas empobrecidas del Brasil.
No es de hoy que se denuncia la escalada fascista que reviste las acciones del Estado, tanto más brutales cuanto más pobres son las víctimas. El problema es que ese fascismo, con la providencial y planificada actuación del monopolio de los medios de comunicación, se hace cotidiano y, a los pocos, si naturaliza en la sociedad, como si no hubiese nada de equivocado en él.
Así, asistimos a la masacre de los 111 presos en el Carandiru, a las matanzas de mayo de 2005, a la entrada de la policía en todas las esferas de la vida en sociedad, caso de la USP recientemente, etc. El caso Pinheirinho se suma a esa lista interminable y ciertamente no será su punto final.
Que el PSDB, Alckmin, Eduardo Cury, la judicatura, son fascistas, eso es sabido y notorio. Es claro y obvio que todos deben ser denunciados y execrados públicamente, ya que no serán condenados por su “justicia”.
La formidable solidaridad a la población de Pinheirinho por sí sólo ya es una gran respuesta a la acción del gobierno de São Paulo. Fueron incontables protestas en grandes ciudades, inclusive con enfrentamientos con la policía; vídeos de denuncia producidos por habitantes y militantes populares que documentaron las agresiones policiales, campañas en internet y, a pesar de la contrapropaganda del monopolio mediático a todo momento martillar la “legalidad” del desalojo “pacífico”, la indignación popular crece.
Las imágenes de los habitantes con cascos, cachiporras y escudos improvisados, en una caricatura de la tropa de choque tan bien conocida por ellos, corrieron el mundo y llenaron de esperanza los demócratas. ¿Alguna cosa habría cambiado en el espíritu de los oprimidos? ¿Habría llegado el momento de trabar una batalla a muerte por el derecho de vivir dignamente? Creemos que había personas allí dispuestas a eso. Inmediatamente se colocó el debate sobre el uso de la violencia revolucionaria.
Pero nada de eso ocurrió, ningún enfrentamiento, los habitantes fueron tomados de sorpresa por la policía. ¿Qué habría alterado la disposición de resistir de los bravos habitantes de Pinheirinho?
Días antes una decisión de la Justicia Federal había anulado la reintegración de posesión determinada por la judicatura estadual. Los habitantes y apoyadores de la lucha de Pinheirinho se desmovilizaron y tal vez ni se hayan dado cuenta de que eran usados en el juego electorero entre PT y PSDB. Sí, la orden de la Justicia Federal, incapaz de detener la máquina de muerte de Alckmin y Cury, se trataba sólo de una afronta al PSDB, destinada a enflaquecerlo en las próximas farsas electorales, cosa que el PT viene utilizando intensamente en sus campañas publicitarias.
Aprovechándose hábilmente del tiroteo contra el PSDB, vomitando demagogia, el PT, en nota firmada por su presidente nacional, Rui Falcão, y por su secretario nacional de movimientos populares y políticas sectoriales, Renato Simões, en 23 de enero, cobró que el “Ayuntamiento de São José dos Campos, el Gobierno del Estado de São Paulo y el Tribunal de Justicia del Estado de São Paulo deben responder por las consecuencias de sus actos en esta situación lamentable”, y solamente. Por sus voraces apetitos electoreros, escamotean su responsabilidad de gerentes del país, que alardean ufanados el “Mi Casa Mi Vida”.
Descaradamente, el PT simuló una manifestación de solidaridad a los habitantes de Pinheirinho, utilizando su declaración nauseabunda para “felicitar” la gestión Rousseff por “sus esfuerzos de diálogo y por su responsabilidad en todo el proceso de Pinheirinho, y condena fuertemente la intransigencia y la insensibilidad social de los gobiernos tucanos de São José dos Campos y del estado de São Paulo, instando a todos por la reanudación de las negociaciones que permitan subsanar el sufrimiento causado innecesariamente a familias pobres y sin techo”.
Esta es la palabrería de los campeones de la transigencia, del diálogo y de la sensibilidad. Pero ni todo el embuste del oportunismo es capaz de librarlo de la responsabilidad por lo que hizo y sigue haciendo.
Aquí está lo que el oportunismo realmente hizo por los habitantes de Pinheirinho:
En las vísperas del desalojo brutal, los habitantes se reunieron en asamblea y en ella estaban presentes el senador Suplicy, del PT, y José Maria, del PSTU, entre otros parlamentarios oportunistas, para “calmar” los habitantes, garantizar que las familias no serían retiradas por lo menos por tres meses y asegurar que la victoria sería conquistada en la “justicia”. La asamblea se concluyó con todas aquellas familias convencidas de que no ocurriría más el desalojo. Desarmados los espíritus, la tropa de asesinos entró.
En 1996, 200 familias de Vila Corumbiara, en Belo Horizonte, resistieron al cerco policial ordenado por el alcalde del PT, Patrus Ananias, e impusieron por la resistencia organizada el derecho a vivir en el mismo local. En 1999, más de 200 familias de Vila Bandeira Vermelha, en Betim, Minas Gerais, resistieron organizadamente con su autodefensa al brutal desalojo de la policía militar, al mando del alcalde Jesus Lima, del PT, encobertado por el gerente estadual Itamar Franco. Dos obreros, padres de familia, fueron asesinados cobardemente por la policía, pero las familias rechazaron ferozmente la operación de guerra, se mantuvieron firmes en el local y también conquistaron su derecho a la vivienda.
La gestión petista también es responsable por la brutal represión contra los campesinos que tomaron el latifundio Forkilha, en 2007, en Redenção, en Pará. Allí más de mil familias fueron expulsadas, en una de las mayores operaciones de guerra contra el pueblo pobre, con la movilización de un enorme aparato represivo que incluía tropas de Operaciones Especiales de la PM, helicópteros, policía civil, policía federal y ejército. Cerca de 200 personas fueron detenidas, sometidas a todo tipo de tortura, como zurras, ahogamientos, bolsas plásticas en la cabeza y aún introducción de cachiporras en las partes íntimas. Nada más, nada menos que 13 de sus liderazgos, inclusive el dirigente de la Liga de los Campesinos Pobres, histórico liderazgo campesino del sur de Pará, Luiz Lopes, fueron asesinados en el transcurso del año siguiente. Eso ocurrió cuando las gestiones estadual y federal eran del PT, con Ana Julia Carepa y Luiz Inácio, y, por lo tanto, en la condición de mandantes, teniendo en el monitoreo directo de las operaciones el ouvidor agrario nacional, Gercino da Silva Filho. Todo para tranquilizar a los latifundistas.
En Rondônia, en el fin de 2011, una fuerza de tarea compuesta por el mismo ouvidor agrario, representantes del Incra, de la judicatura, comisarios, policías militares y el ejército, fue movilizada para amenazar los campesinos que retomaron la hacienda Santa Elina, de la conocida masacre de 9 de agosto de 1995. Las familias decidieron salir y aguardar en un terreno al lado de la hacienda. Ninguna de las promesas hechas por los representantes del Estado fue cumplida.
Hay que mencionar también la política de remociones de favelas y barrios enteros en Río de Janeiro, algo también nada pacífico y que está a cargo del PT, que tiene Jorge Bittar en la secretaría municipal de habitación.
La violencia contra Pinheirinho no es una excepción, es de la propia naturaleza de un Estado putrefacto, corrupto y genocida. Es parte de la aplicación de una política dictada por el imperialismo, por el latifundio y por la gran burguesía en nuestro país, cumplida sin rodeos por todas gestiones de turno que en él se suceden.
Por lo tanto, la diferencia entre el PSDB y el PT es que mientras el primero es reconocidamente fascista, el segundo encubre esta condición con el cinismo y llamamientos demagógicos.
Infelizmente, como tragedia continuada, en la experiencia de la lucha del pueblo también hay leyes y una sentencia: luchar y fracasar, volver a luchar y fracasar nuevamente, ¡volver a luchar hasta derrotar sus verdugos definitivamente! En los testimonios de habitantes de Pinheirinho, que circulan en internet, una señora dice: “Dilma no apareció, Lula no apareció, nadie apareció. Pero cuando tuvimos que votar, nosotros votamos en ellos, entendió, y ahora ¿donde están ellos para darnos un abrigo, un vehículo para llevar nuestras cosas?”
¡Viva la resistencia popular!
¡Abajo el fascismo y el oportunismo electorero!
¡Todo apoyo a los habitantes de Pinheirinho!
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