El agujero abierto por la crisis ya es gigantesco. Billones y billones de dólares se deshicieron en el aire. Los gobiernos de las potencias y de las colonias se empeñan en tentativas de encubrimiento y en socorrer al capital financiero de la bancarrota total. Es curioso notar que el dinero que siempre "falta" para las políticas que promuevan el bienestar de la población ahora es abundantemente usado para salvar los grandes especuladores de Wall Street y otros socios por el mundo.
Los economistas burgueses y sus portavoces continúan tratando la palabra crisis como un anatema, prefiriendo el eufemismo "ajuste" para el gran sumidero de dinero especulativo y virtual, en el cual se basaban todas las operaciones financieras actuales. Piensan que van a corregir los "errores" del sistema, queriendo aún hacer creer que los problemas son externos al capitalismo.
Ya en febrero, A Nova Democracia alertaba para la real dimensión de la crisis, llamando la atención para el real motivo de ella. Sólo por las contradicciones internas del modo capitalista de producción – en su fase imperialista – puede ser explicada la gran depresión que se aproxima. Hace más de un siglo y medio que ya está escrito que las crisis cíclicas de superproducción constituyen una ley objetiva del capitalismo e invariablemente se suceden causando grandes daños.
Personas respetadas en el medio de la grande burguesía alertan ahora que esa crisis económica puede ser mayor que la de 1929, cuando el famoso crack de la bolsa de Nueva York provocó una gran onda de suspensiones de pagos, desempleo, miseria y hambre por todo el mundo todo. La única excepción fue la Unión Soviética, que gracias esencialmente a la planificación socialista y su decurrente independencia del mercado mundial capitalista, no sufrió sacudidas considerables. El hecho es que esa ley objetiva es bastante conocida también de los doctores burgueses. Como ahora, sabían lo que estaban creando desde el inicio, pero eran incapaces de apuntar otro camino para la supervivencia del imperialismo en su sed insaciable del lucro máximo.
Mientras tanto, en esta semicolonia, el obrero modelo del FMI Luiz Inácio ensaya bravatas contra USA, echando en la cara de Bush que la crisis es de él, como si Brasil no formara parte de esa enmarañada red que mantiene vivo el imperialismo, sin disfrutar de ninguna regalía, a no ser el "privilegio" de pagar nuestra cuota así que ella sea cobrada por el amo del norte. Y que nadie dude que, como siempre, los lacayos de turno la paguen, aún con más sudor, lágrimas y sangre del pueblo brasileño.
Entonces, inevitablemente la vida de las masas explotadas será duramente afectada y podrá ser muy terrible. De inmediato la caída de demanda internacional con la retracción provocada por la crisis de créditos y la recesión en marcha en USA, Europa y Japón. Luego, la insolvencia provocará la restricción brutal del crédito para la actividad productiva, lo que disminuirá la producción, provocando desempleo y caída en el consumo, que a su vez provocará más desempleo, y así por delante, en una espiral descendiente y perversa. Nuevamente afirmamos el camino para el pueblo es lleno de vueltas y encrucijadas, pero las perspectivas son brillantes. En el momento en que el capitalismo es sacudido formidablemente, el imperialismo se enflaquece y abre brechas para ser golpeado seriamente. Es el momento, por excelencia, de aumentar la propaganda revolucionaria contra ese ogro y sus lacayos, el capitalismo burocrático-latifundista, su viejo y genocida Estado, así como sus gerentes de turno. Momento de preparar las masas populares para las dificultades y posibilidades que él encierra. Una gran tempestad se aproxima. Que sea bienvenida, entonces.
II
Quince años se pasaron desde la masacre "de Vigário Geral", cuando policías de un grupo de exterminio invadieron la favela en Río de Janeiro y ejecutaron 21 habitantes de la comunidad, y no tenemos nada para conmemorar.
Lo que se vio fue un terrible aumento de la violencia sobre las masas, sea a través de masacres, terrorismo cotidiano, amenazas constantes, torturas, etc., en una escalada fascista constantemente denunciada por estas páginas.
El monopolio de los medios de comunicación, con sus titulares criminalizadores de la pobreza y de la lucha popular, hace la preparación psicológica para que el Estado fascista promueva constantes campañas de masacre sobre los campesinos en lucha por la tierra, las poblaciones empobrecidas segregadas en las periferias de las grandes ciudades o en las favelas de Río de Janeiro. En su estela sanguinaria, bandos paramilitares instrumentalizados también por el propio Estado, aterrorizan en el campo y en la ciudad, secuestrando, torturando y matando los hijos del pueblo. Luego, el mismo monopolio de prensa, con la ocultación de esas acciones criminales y macabras, hace su justificación para "la opinión pública".
La tortura es un capítulo aparte. Muchos creen que la tortura era practicada sólo por la gerencia militar fascista implantada en Brasil entre 1964 y 1984 y que con la llamada "redemocratización" eso dejó de suceder. Es preciso que se diga que la tortura y exterminio de los "indeseables" y rebelados es una práctica cotidiana y que con la sofisticación del fascismo y la contrapropaganda se intenta legitimarla a los ojos del distinguido público.
En Rondonia, en el municipio de Unión Bandeirantes, un campamento de campesinos fue atacado cobardemente por la policía. Los trabajadores fueron intimidados, fotografiados, golpeados, tuvieron sus pertenencias robadas o destruidas y 11 (8 hombres y 3 mujeres) fueron prendidos. Llevados para la sede de la hacienda que ocupaban, fueron torturados por horas, siendo después llevados al Presidio Urso Branco, en Porto Vello, escenario de las frecuentes atrocidades cometidas contra los hijos del pueblo allá encarcelados. Nótese que fueron para un presidio sin que al menos tuviesen acusación formalizada, sin ni siquiera haber sido juzgados. Gerolino Nogueira de Souza, liderazgo campesino de Unión de los Bandeirantes, quedó varios días encadenado en una cama de hospital, prohibido de recibir visitas.
En el Pará, después de la mal afamada operación "Paz en el Campo" ordenada por la gerente estadual Ana Júlia Carepa, del PT, que prendió y torturó decenas de campesinos (hombres, mujeres y adolescentes) que tomaron la hacienda Forkilha, un grupo de exterminio comandado por los latifundistas de la región viene asesinando los campesinos que participaron de la toma del latifundio. Como parte de la política de persecución al movimiento combativo, ese grupo es encubertado por el Estado, que en todo protege los latifundistas esclavistas del Pará. Hasta ahora fueron asesinados nueve campesinos, que no tuvieron oportunidad de defenderse. Esta es una nueva clara tentativa de intimidar un movimiento campesino, que al fin y al cabo, terminará inevitablemente por destruir todo el latifundio del Pará y de Brasil.
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