El proceso de podrecimiento del viejo Estado semifeudal y semicolonial brasileño continua profundizándose, expuesto en los incontables episodios de crímenes contra el pueblo, entreguismo descarado y escándalos sucesivos de corrupción, toda su naturaleza antipueblo y antinacional, como también en sus sucesivos gerenciamientos de turno.
La llamada "crisis del Senado", en ese contexto, es nada más que la punta del iceberg — visible sólo por las torpezas de los dignos senadores — de la reñida lucha entre las fracciones de la gran burguesía y del latifundio y sus grupos de poder por los despojos y privilegios de clase permitidos por el imperialismo. Sin embargo son contradicciones que se desarrollan a través de pugnas como también de connivencias, como nuevamente pudo la nación asistir en el reciente pacto para salvar Sarney y Artur Virgílio.
La imagen de un PT controlado por su grupo más fisiológico al servicio del gerenciamiento del Estado, ignorando las patéticas y tímidas disonancias de un Mercadante o un Suplicy, manifestación clara del oportunismo, que definitivamente declara estar del lado de lo que hay de más atrasado en la sociedad brasileña al aliarse a Sarney, Calheiros, Collor y cía. Pero este es el designio de todo oportunismo.
Pero no es esa la esencia de la crisis, como quieren hacer creer algunos. En los bastidores de esa crisis y en su intestino se opera el mantenimiento de la entrega de las riquezas naturales del país y su fuerza de trabajo al imperialismo más expoliador, entre tantas como ahora se da el caso de las reservas de petróleo en el pre-sal. Episodio ridículamente acompañado de escenificaciones patrioteras de una "oposición" eunuca, partidaria del mismo programa servicial del imperialismo y perita en entreguismo.
Con los ojos puestos en las elecciones de 2010 y preparando una sucesión que le permita volver triunfalmente en 2014, en una especie de nuevo "queremismo", Luiz Inácio maniobra como pocos y coagula latifundistas y la cúpula oportunista del MST, transnacionales y las centrales sindicales pelegas, la represión más brutal y el más bajo asistencialismo, la máquina de contrapropaganda estatal y de falsificación de índices de "desarrollo" y de la propia popularidad. Todo eso sumado a las más solemnes garantías de que todo, suelo, subsuelo y espacio aéreo está a disposición del imperialismo y no debe ser reclamado por el pueblo brasileño.
Pura ilusión, porque todos los esfuerzos del viejo Estado, auxiliado por el gerenciamiento de turno, no serán capaces de contener las revueltas populares que se abultan y elevan la conciencia política de las masas parte por parte, apuntando para la destrucción del viejo Estado, que sólo les reserva miseria y represión.
Crece la revuelta, levantes se multiplican
En 1º de septiembre la población de Heliópolis, la mayor favela de São Paulo, al contrario de la histeria anti vandalismo, en verdad anti pueblo, del monopolio de comunicación, dio muestras de gran combatividad y valentía al enfrentar la policía y controlar el barrio por más de seis horas, irguiendo barricadas, incendiando vehículos, encorralando grupos de policías y tirando piedras, palos y cohetes en la tropa de choque, inclusive alcanzando en la cabeza del oficial que comandaba la tropa. Las protestas comenzaron el día anterior, cuando otra hija del pueblo, Ana Cristina Macedo, de 17 años, fue asesinada por un guardia municipal de São Caetano do Sul (por lo tanto, fuera de su área de actuación), cuando volvía de la escuela. Ana Cristina era madre de un niño de 1 año y 8 meses. Contra este nuevo crimen cometido por el Estado y sus agentes, la población se reveló.
Claro, nuevamente y a propósito, el monopolio de los medios de comunicación y la policía trataron todo cómo si fuera cosa de traficantes y otros bandidos, vándalos ensandecidos y estimulados por beneficios materiales, presentando cómo prueba cabal un papelucho de promesa de cestas básicas, supuestamente por parte del tráfico de drogas. Transfieren para el pueblo su propia moral degenerada…
El levante en Heliópolis fue el 9º este año en São Paulo y revela un gran crecimiento de las protestas que acaban desdoblándose en combates feroces contra las fuerzas de la represión. Recordemos sólo los casos de Paraisópolis, en febrero, de la favela do Jaçanã, de Tiquatira y otras, todas motivadas por asesinatos de personas del pueblo o contra crímenes cometidos por agentes del Estado contra la población.
La escalada fascista combinada del gerenciamiento estatal en los niveles federal, estadual y municipal sigue desatada y las matanzas continúan siendo practicadas por las fuerzas represivas oficiales y auxiliares del viejo Estado. Muros y persecuciones contra las favelas y barrios pobres, represión y asesinato de campesinos, achaques y cacería a trabajadores informales… Las masas dan señales de agotamiento de su paciencia con tamaña explotación, miseria y represión y esta represión brutal y sistemática contra ellas está entrenándolas para nuevos levantes.
Así también en otras localidades explota la revuelta de las masas, como la que demolió la comisaría de Cururupu, en Maranhão, en el fin de agosto, apedreó los policías y liberó todos los presos. La población se volvió contra el órgano del Estado motivada por el asesinato de un comerciante de la ciudad, cuyo asesino estaba preso en la comisaría. El preso fue retirado de helicóptero mientras la comisaría era destruida. Aún en esos casos las masas perciben que el culpable por la inseguridad y por los crímenes bárbaros cometidos contra el pueblo, aún cuando no son practicados por sus agentes, es el viejo Estado.
Ya en 2 de septiembre fue la vez de los obreros de la construcción civil de Belém do Pará rebelarse contra el deterioro de las relaciones de trabajo con tercerización, banco de horas, disminución del poder de compra de los salarios, falta de seguridad y toda clase de abusos del patronato que ha recibido todo tipo de incentivos del gobierno. Una multitud de obreros en avanzó en avalancha contra el patio de obra, stands de venta de apartamentos y entró en combate con "vigilantes" de constructoras y la policía.
La verdad es que las masas de todo Brasil están hartas de tanta represión y persecución, del verdadero genocidio que está siendo perpetrado por el Estado hundido en la más profunda crisis de descomposición, cuando los de arriba no pueden más seguir gobernando como antes y amplían la demagogia y la violencia sobre el pueblo, principalmente el pueblo en lucha por sus derechos.
Y es justamente la lucha entre las fracciones de las clases dominantes que posibilita y encoraja la aparición de cada vez más luchas del pueblo, abriendo brechas capaces de mostrar a las masas toda la inutilidad del viejo Estado para ellas, así como su vulnerabilidad y más aún, como su superioridad que hoy es sólo relativa y que la tendencia histórica es la de la rebelión popular y la victoria futura de la revolución, con la supresión del Estado fascista y la llegada de otro, de nuevo tipo, verdaderamente popular y democrático.
Los sucesivos y aún dispersos levantes denotan la infinita fuerza de las masas, que aún careciendo de una dirección revolucionaria capaz de dirigir sus golpes consecuentemente contra sus enemigos de clase, apuntan perspectivas de luchas y preparan nuevos y mayores combates.
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