La pantomima de la llamada “Comisión de la Verdad” sin justicia, finalmente estrenó en mayo, con los siete integrantes escogidos a dedo e investidos por la gerente Dilma Roussef.
Como si no bastase su inherente incapacidad de descubrir la verdad, debido a la manera como fue creada, declarados enemigos del pueblo forman parte de ella, como los juristas que ya anunciaron deseos de “investigar” también los “crímenes” cometidos por los comunistas, revolucionarios y demócratas que lucharon contra el régimen militar fascista entre 1964 y 1985.
Si algo de positivo puede ser dicho de esa comisión es que su instalación hizo crecer el debate sobre el periodo del régimen militar, que andaba medio olvidado entre los socavones de la historia, presentando al pueblo brasileño la urgencia de punición para todos los responsables, civiles y militares, por los asesinatos, torturas y desapariciones forzadas en aquel periodo.
Y mientras Dilma soltaba lágrimas al, una vez más, hablar sin legitimidad de los héroes de nuestro pueblo que cayeron en la lucha contra la tiranía de los generales, el ala más a la derecha de los gorilas salía en defensa de sus atrocidades, anunciando la creación de una comisión ligada a ellos para evitar el “revanchismo”, siempre él.
Y no es sólo eso. De repente llueven publicaciones con nuevas “revelaciones” sobre el periodo, cosas de gente que realmente desempeñaba importantes papeles en el operativo de la represión, Ley de Amnistía o “Comisión de la verdad”: como pasar la página de la historia, pero que tiene más motivos para lanzar cortinas de humo y desviar los verdaderos esfuerzos de escribirse la verdad, de que realmente la intención de acertar las cuentas con su pasado de crímenes hediondos cometidos contra el pueblo.
De hecho, lo que todo ese aparato mediático pretende, con figuras públicas y otras que se mueven en las sombras, es hacer valer el pacto hecho entre los oportunistas en la gerencia del viejo Estado y los operadores civiles y militares del régimen militar, de echar un velo sobre el asunto y promover la “reconciliación” nacional. Otros llegan a decir que la nación ya está reconciliada.
Sin embargo, crecen las manifestaciones, cambios de nombres de calles y plazas, denuncias que vienen identificando y divulgando direcciones de torturadores y otros delincuentes de la misma calaña que viven entre nosotros como si no hubiesen cometido ningún crimen.
Y si las acciones de ese tipo vienen haciéndose más masivas desde marzo, cuando realmente ganaron notoriedad, algunos aún necesitan romper con ciertas ilusiones de que esa comisión será la “puerta de entrada” para la derrumbada de la Ley de la Amnistía. Lo que realmente romperá el pacto será una inmensa presión popular, que se debe elevar a pesar de las direcciones oportunistas que están atentas para canalizar este clamor para el apoyo al gobierno.
Es bueno que se diga que movimientos que pretenden llevar a los tribunales los criminales del régimen militar y que a su vez – consciente o inconscientemente – respaldan la gestión de turno que actúa a través de una “comisión” con el objetivo declarado de pasar la página de la historia a su manera, están engañando a sí mismos y a muchos. Es preciso denunciar y desenmascarar el juego cínico de los ex-guerrilleros arrepentidos que buscan una forma de conciliarse con el viejo Estado, ya que se hallan en él enganchados.
Sólo una gran movilización de masas en todo el país hará abrir todos los archivos del régimen militar, desenmascarar los responsables, civiles y militares, mandantes y ejecutores de los crímenes de tortura, asesinato y desaparición forzada, denunciarlos a los tribunales. ¡Solamente con la superación de toda esta vieja, corrupta y genocida estructura estatal, con el advenimiento de una nueva democracia del pueblo, se hará justicia en este triste país!
II
Hasta el cierre de esta edición de AND eran 46 las universidades federales en huelga, junto con otros tres institutos federales. La adhesión es enorme, aún entre cursos que tradicionalmente no suspenden las actividades. Estudiantes de varias de esas universidades también declararon huelga. Entendiendo el momento, los funcionarios técnico-administrativos de las universidades adelantaron sus asambleas o también ya entraron en huelga.
Además de las reivindicaciones salariales, pesan en el movimiento acuerdos y promesas no cumplidos por el ministerio de la educación, reestructuración de los planes de carreras, etc. Sin embargo, se puede decir que el telón de fondo de esa gran huelga es la aplicación, medida a medida, de las contrarreformas ordenadas desde las oficinas del Banco Mundial. Particularmente es el resultado del Programa de Apoyo a Planes de Reestructuración y Expansión de las Universidades Federales, alias Reuní, que fue empujado por la garganta a las comunidades universitarias en 2007, inclusive con reuniones del Consejo Universitario realizadas en bases militares, como en el caso de la Universidad Federal de Rondônia -Unir.
En la época, AND ya denunciaba el absurdo de la implantación del Reuní, tanto por sus propias características, como por que la contrapartida del gobierno federal a la ampliación de vacantes en las universidades no sería cumplida.
Pues bien, pasados cinco años de la implantación del Reuní, menos del 50% de las obras están listas, faltan profesores, laboratorios, equipamientos, salas de aula, finalmente, todo lo que ya faltaba antes del Reuní fue agravado con la ampliación de plazas vacantes. Hay instituciones federales donde las aulas son dadas en contenedores.
La respuesta a esta nueva huelga revela así como la gerencia FMI-PT resolvió tratar todo y cualquier movimiento de trabajadores en el Brasil. El ministro de la educación, Mercadante, dio varias declaraciones de que no negociaría con los huelguistas, intransigentemente exigiendo la vuelta al trabajo para iniciar las conversaciones. Llegó a afirmar cínicamente que la huelga “es política”. Tal afirmativa debía hacerlo ruborizarse, ya que como militante histórico del PT debe conocer bien cómo funcionan las cosas.
Si hay intereses electoreros de parte de las direcciones sindicales en las manos de notorios oportunistas, que intentan valorizarse en años de farsa electoral para apalancar sus candidaturas, caso de PSOL, PSTU, PCB et caterva, por otra parte es innegable que hay una enorme presión de las bases que están dispuestas a atropellar los sindicatos, si estos las venden.
PT y PCdoB son bien experimentados en esa práctica y aún recurren a eso, principalmente en el estado de São Paulo, cuando se trata de minar el PSDB, que gestiona el estado.
Tal vez la gerencia PT-FMI piense en recurrir a la Fuerza Nacional de Seguridad para obligar profesores y alumnos a volver a las aulas. Existe también la posibilidad de secuestrar los líderes huelguistas y procesarlos por decenas de crímenes. Todo como fue hecho en las obras de la usina de Jirau, en Rondônia.
Finalmente, ese sería apenas un paso más en la consolidación del fascismo que el viejo Estado bajo la gerencia oportunista viene profundizando. Si hay insatisfacción, huelga, rebelión, no hay nada que negociar, la solución es policial-militar. Y si alguien se atreve a disentir del comando oficialista de las centrales sindicales corporativizadas, que sea punido con los “rigores de la ley”.
Y así piensan perpetuarse en la gerencia del viejo Estado semifeudal y semicolonial brasileño. Pero se engañan redondamente, ya que por más sofisticado que sea, el destino del fascismo es siempre la lata de basura de la historia. Por lo tanto que aguarden…
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