La primera quincena de octubre quedó marcada por dos acontecimientos políticos en el Brasil. La realización de las elecciones y la condenación de José Dirceu y José Genoíno, entre otros, por la acusación de corrupción activa en el juicio del llamado “mensalón”.
El monopolio mediático se comportó como era esperado: tratando del resultado de las elecciones, intentó mistificar el masivo boicot popular al pleito, dando todo tipo de explicaciones falsas para el fenómeno creciente de rechazo a la farsa electoral.
Pero seguramente lo que rindió más titulares y páginas fue el juicio del “mensalon”, específicamente la parte que envolvía la condenación de los “jefes del esquema”. Como si eso no bastase, el monopolio mediático trató aún de lanzar el ministro del STF Joaquim Barbosa como candidato a presidente con capa de Batman.
Las respuestas de Dirceu y Genoíno a la condenación llamaron la atención, porque revelan, además de un complejo de persecución, la manera como encaran su historia en la lucha contra el régimen militar, la situación del Brasil hoy y su putrefacto papel en el mantenimiento de la orden vigente.
Ambos se dirigieron cinematográficamente al pueblo brasileño, posando de mártires y clamando una justicia que no encontrarán, porque sus crímenes van mucho más allá del “mensalón”, que aquí no viene al caso, delante de los verdaderos crímenes cometidos por esa gente y los otros cabecillas del PT y las demás siglas y fracciones de su “base”.
Genoíno, en “Carta Abierta al Brasil”, dice: “Sin pruebas para condenarme, se basaron en la circunstancia de yo haber sido presidente del PT. ¿Eso es suficiente? Es lo suficiente para ignorar toda una vida dedicada, con gran sacrificio personal, a la causa de la democracia y a un proyecto político que viene liberando el Brasil de la desigualdad y de la injusticia”
Y aún: “Me retiro del gobierno con la conciencia de los inocentes. No me avergüenzo de nada. Continuaré a luchar con todas mis fuerzas por un Brasil mejor, más justo y soberano, como siempre hice.
Esa es la historia de los apasionados por el Brasil que decidieron, en plena dictadura, fundar un partido que se propuso cambiar el país, venciendo el miedo. Y consiguieron. Y, para disgusto de algunos, conseguirán. Siempre.”
Ya Dirceu, en carta “Al pueblo brasileño”, dice: “Después de la amnistía, luché, al lado de tantos, por la conquista de la democracia. Dediqué mi vida al PT y al Brasil”. Y más adelante: “Luché por la democracia e hice de ella mi razón de vivir”.
Pero si hay algo que ellos no pueden quedar es con la “conciencia de los inocentes”.
Los dos se jactan de haber luchado por la democracia, contra los militares, etc. y hacen lo posible para borrar capítulos tenebrosos del pasado. En el caso de Genoíno, es verdad establecida que él carga en la espalda el peso de, al ser detenido en el inicio de la Guerrilla del Araguaia, haber entregado sus camaradas, contribuyendo para la tortura, asesinato y desaparición de decenas de luchadores y también para la derrota de la guerrilla. Esto él ya reconoció en declaraciones a la prensa. Su presencia como asesor del ministerio de la defensa en sí ya es una confesión, porque no sería aceptado por los milicos si fuese un revolucionario.
Ya contra Dirceu pesan serias sospechas de que entregó todo el personal del MOLIPO que había desembarcado en el Brasil llegando de Cuba, donde hicieron su entrenamiento, teniéndolo cómo dirigente.
Es verdad que ellos de hecho, durante un cierto periodo de sus juventudes, lucharon contra el régimen militar-fascista. Sin embargo, cuando la cosa pesó, no tardaron en capitular y renegar las ideas revolucionarias, adhiriendo a la democracia burguesa. Sin titubear, asumieron el camino burocrático de la gran burguesía, del latifundio y del imperialismo.
Pasaron a defender la orden explotadora, la sumisión al imperialismo (que dicen no más existir) y juraron fidelidad y compromiso con el llamado “Estado democrático de derecho”, cosa que el PT ayudó a construir como constituyente en 1988. Ahora resta cumplir, aunque sea pataleando, la decisión de la “más alta corte del país”.
Claro que el establishment jamás perdonará quien un día luchó contra él, aunque ya se hayan arrepentido y cambiado de lado. También es correcto que esos renegados y traidores y sus cómplices oportunistas y revisionistas utilizan y utilizarán los mismos medios, argumentos y recursos para eliminar todo y cualquier movimiento revolucionario o revolucionario individual que ose desafiar la orden constituida. ¿Entonces, están llorando por qué?
De resto, la corrupción y la lucha contra ella son motes creados para desviar la atención del pueblo de los verdaderos y miserables crímenes cometidos y profundizados por la gerencia PT-FMI y sus cómplices PCdoB/PDT et caterva. Crímenes como la privatización de aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, subastas del petróleo, facilidades y gentilezas para transnacionales y bancos, miles de millones para las contratistas, sin hablar en la política de exterminio de los indígenas, masacre de pobres, matanza de campesinos, leyes anti operarias, etc.
Es justamente eso que fue pavimentado durante décadas por aquellos que se atribuyen “inocencia” y hablan de “democracia” y es justamente eso que ha sido aplicado diuturnamente por ellos desde la subida del PT y sus congéneres a la gestión del viejo Estado.
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