Al cumplirse los 50 años del golpe militar que derrocó João Goulart en 1° de abril de 1964 e instauró uno de los periodos más siniestros, entre tantos, de la historia de Brasil, diversas fueron las manifestaciones, eventos oficiales, pronunciamientos de todo tipo.
El monopolio de los medios de comunicación produjo innúmeras series de reportajes y artículos, dando destaque a las “revelaciones” de las incontables comisiones de la “verdad” que pululan por todo el país, limitadas a hechos ya conocidos del periodo, pero principalmente intentando exculparse de haber apoyado la tiranía ejercida por los militares a mando del imperialismo, de la gran burguesía y del latifundio nativos, en nombre de impedir que el comunismo se aposase del Brasil.
Finalmente, principalmente O Globo y la Folha de S. Paulo apoyaron abiertamente el golpe y el régimen militar fascista, tanto política como materialmente, con la Folha inclusive prestando vehículos a las fuerzas de la represión y reportajes como cobertura de sus operativos criminales.
Igualmente cínicas son las declaraciones del oportunismo a la cabeza del viejo Estado semifeudal y semicolonial brasileño. Viejo Estado este que era el mismo en la época del régimen militar y aún antes, desde su fundación, nunca habiendo cambiado su carácter de dictadura de la gran burguesía y de los latifundistas al servicio del imperialismo, sea con gobiernos electos o abiertamente fascistas.
Pues esos oportunistas del PT/PCdoB/PDT y además el PSB (actualmente fuera de la gestión federal por ambiciones electoreras) y otros menores se esmeran en sostener el pacto hecho con los militares fascistas desde la primera elección de Luiz Inácio, que garantizó a los gorilas que no habría ni siquiera un gesto en el sentido de rever la “Ley de la Amnistía” u otro mecanismo de protección a esos criminales sanguinarios.
Demostración cabal de que cambios operados por el oportunismo en el viejo Estado no son más que los viejos cuentos del tío, aunque contados con palabras nuevas y lenguas afiladas en cinismo, es la declaración del ministro de la justicia José Eduardo Cardozo, que dijo tener “obligación constitucional de pedir perdón a las víctimas de la dictadura”. Eso muestra primero la pusilanimidad de los actuales gerentes del viejo Estado al asumir una tarea de las más vergonzosas objetivando enfriar en el hervor de la indignación con los crímenes de los milicos, sobre todo en esta fecha simbólica de 50 años del golpe.
Y después, esa gente avalentonada en decir “dictadura nunca más”, que cumple el “deber constitucional” de pedir perdón, jactándose de esta farsa de república democrática en que se emboscan para soltar sobre las cabezas de los jóvenes combatientes y trabajadores en lucha la más brutal represión, patrocinar cosas como las UPP asesinas en Río de Janeiro, que creó una fuerza nacional de represión (FNS) para lanzar, como ha hecho, contra campesinos e indígenas, finalmente, que recurre a todos los medios para ahogar en represión y sangre la insatisfacción popular represada, que crece de explosión en explosión de revueltas por todo el país.
Y esa convivencia harmoniosa entre oportunistas y la caserna autora de los más horrendos crímenes contra el pueblo brasileño ha rendido frutos, o sea, que más crímenes sean perpetrados contra el pueblo, esta vez bajo el manto del “Estado democrático de derecho”. ¿O que serían entonces las ocupaciones de Haití, del Complejo del Alemán en 2010 y del Complejo de la Mare ahora mismo, dos de las mayores favelas de Río, además del uso de las fuerzas armadas para reprimir campesinos pobres e indígenas en lucha por la tierra?
Eso sin hablar en la patética comisión nacional de la media verdad y de sus congéneres en varios estados y municipios, que cumplen papel desmovilizador y tienen finalidad de intentar poner fin al clamor por el juicio y condenación de los criminales del régimen militar. Nada más hacen que redundar en episodios conocidos y muchas veces documentados, denunciados hace décadas por organizaciones y familiares de víctimas de los crímenes de Estados cometidos de 1964 a 1985.
Sin embargo, una vez más sectores populares fueron a las calles a luchar para mantener viva la memoria del periodo, frustrar las conmemoraciones de los milicos de pijama y de los civiles cómplices, rebautizar espacios públicos y protestar por la punición de los criminales del régimen militar . Claro que organizaciones oportunistas también, muchas conectadas a las siglas que hoy gestionan el viejo Estado, intentaron capitalizar la fecha para desviar el propósito de las protestas para el apoyo al gobierno, sin éxito. Inclusive porque la propia rata delatora desde lo alto del púlpito de huesos desde donde preside la represión al pueblo y a los revolucionarios se encargó de lanzar su vómito negro de que la “ley de amnistía” no va a ser alterada.
Entre otras organizaciones consecuentes que traban la misma lucha, una vez más es preciso destacar que el Movimiento Femenino Popular (MFP) ha realizado sucesivas campañas con este tema, movilizando las mujeres revolucionarias en torno a la consigna que juzgamos como más justa:
¡Ni perdón, ni reconciliación y ni olvido! ¡Punición para los criminales, militares y civiles, mandantes y ejecutores de torturas, asesinatos y desapariciones forzadas del régimen militar!