Editorial – Potencializar la protesta popular

Editorial – Potencializar la protesta popular

El oportunismo electorero se desintegra ante la crisis económica y política, de los ataques de la “oposición” a la derecha y a la “izquierda” del Partido Único y, principalmente, de los sectores de las masas iludidos por las medidas cosméticas y contrapropaganda sistemática que, parte por parte, y cada vez más, se apartan de su influencia. Esas masas, junto a vastos sectores del proletariado y del campesinado, que nunca dejaron de luchar, emprenden también el camino del clasismo y combatividad contra el viejo Estado semicolonial y semifeudal  brasileño, independiente de quien lo gestione.

En las últimas semanas, además de los desdoblamientos de la “operación lava jato”, el país asiste, gracias a la cobertura del monopolio de la prensa, sucesivas “derrotas” del gobierno PT/PCdoB. Especialmente en el caso del Proyecto de Ley 4330, que trata de la “reglamentación” de la tercerización ya practicada ha décadas en el país.

El oportunismo electorero en general, que nunca atacó la tercerización como viene siendo practicada, vio en eso una oportunidad de limpiar su imagen ante los trabajadores y escenificó protestas contra la aprobación de la ley. No movilizó nadie además de la menguante militancia sindical corporativizada que alimenta y no impidió la aprobación del PL 4330 por los diputados. Aunque, en la secuencia de los trámites, Dilma deba vetar la ley cuando llegar su vez, es evidente que el precio de la base aliada del PT en el congreso es casi impagable.

A los que aún buscan, las razones de la derrocada del oportunismo sólo pueden ser encontradas en su propio papel de última opción del imperialismo para amortiguar la revuelta popular y retardar la lucha revolucionaria en América Latina por tanto tiempo cuánto sea capaz. Y ese tiempo está en el fin.

Pero lo que explica que una gerencia en todo sumisa al imperialismo, al latifundio y a la gran burguesía nativa esté bajo ataque de sectores más reaccionarios es la disputa de los grupos de poder más apegados al aparato de Estado y que vienen siendo desplazados por la pandilla  oportunista y sus coligados. En el caso del PMDB, siempre gobierno, él sólo intenta aprovecharse de la flaqueza del PT para hacer lo que sabe hacer mejor: chantaje.

Por su lado, el oportunismo electorero pretende prolongar su melancólica decadencia utilizando los medios a su alcance para convencer la población de que este es “el congreso más reaccionario” electo en décadas, así como, aún, los viejos e histéricos gritos del “peligro de golpe de la derecha” y semejantes.

Insisten en caracterizar las manifestaciones anti gobierno como maniobras golpistas y a sabiendas ignoran la creciente insatisfacción con las medidas anti pueblo tomadas sucesivamente por su gerencia, como los paquetazos y tarifazos  bajados desde la elección de Dilma en el fin de 2014. Las condiciones de vida de las masas siguen empeorando y los gerentes de turno insistiendo en engañarlas de que eso es intriga de la oposición.

En su lógica retorcida, los oportunistas en la gerencia del viejo Estado piensan que pueden eternizarse en la función, promoviendo cada vez más políticas anti pueblo y anti trabajadores, profundizando la represión a los movimientos populares (principalmente el movimiento campesino revolucionario), intensificando la criminalización de la pobreza, así como en la concesión de beneficios infinitos a los bancos, monopolios extranjeros y locales y los latifundistas, a esos últimos con una política de exterminio de liderazgos campesinos sin precedentes en los gobiernos “democráticos”. Y aún tienen la desfachatez de decir que los que se oponen a ellos son todos derechistas.

Con eso intentan criminalizar todo lo que se levanta contra las políticas que aplican a mando de sus amos imperialistas. Hicieron eso con las jornadas de protesta popular de 2013, con las protestas contra la Copa de la Fifa y con la campaña de boicot a las elecciones de 2014. Así también con las actuales manifestaciones, llamadas “golpistas”, pero que concluyen un conjunto de insatisfacciones de la pequeña y media burguesías, que componen también el pueblo brasileño y han sido capaces de movilizar masas importantes.

Si los más vacilantes entre los que se consideran de “izquierda” ponderan por el histerismo del oportunismo y ceden, una vez más, a su llamado, plegando sus banderas y retirándose vergonzosamente de la lucha, el movimiento popular y revolucionario sigue en las calles, fortaleciéndose y preparándose para los días difíciles que ciertamente vendrán con luchas más duras, sin embargo más profundas y definidoras.

En este 1° de Mayo, el oportunismo pretende hacer una demostración de fuerza movilizando todo lo que puede ser movilizado, inclusive con sus “personalidades” internacionales, como el uruguayo Mujica, por ejemplo. Las ya tradicionales “festividades” que las centrales sindicales se acostumbraron a promover para celebrar la conciliación de clases, este año, serán también marcadas por el sello de la desesperación del oportunismo electorero intentando zafarse, tarea de las más infames.

En cuanto a los revolucionarios y verdaderos demócratas, los que comprenden de verdad el significado del día 1° de Mayo, se trata de una nueva oportunidad de cerrar hileras e intensificar el llamado para la huelga general. ¡Más que nunca es tiempo de potencializar la protesta popular!

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