Editorial – “Proletarios de todos los países, uníos”

Editorial – “Proletarios de todos los países, uníos”

Print Friendly, PDF & Email

El Día del Internacionalismo Proletario, el 1° de Mayo, definitivamente no fue un simple feriado festivo este año. En decenas de países, el proletariado y otros trabajadores protagonizaron manifestaciones y protestos combativos, que en varias ocasiones acabaron en enfrentamientos con las fuerzas policiales. Como en las jornadas de mayo de 1886 en Chicago – USA, el proletariado y las clases trabajadoras apuntaron para el camino de las protestas radicalizadas.

La crisis general de superproducción relativa del capitalismo impele las clases trabajadoras en los cinco continentes a luchas cada vez más radicalizadas, porque promueve el desempleo, reducción de salarios, corte de derechos, de servicios públicos como salud, educación, etc. Y también empuja el mundo para la guerra.

Para los gobiernos y órganos de gestión de crisis, la única salida es institucionalizar el fascismo para intentar contener las masas que hace algunos años han hecho de las calles el escenario para sus protestas multitudinarias, además de huelgas con gran adhesión.

Mientras tanto, en Brasil, las centrales sindicales oficialistas, continuaron la ya vieja tradición de promover fiestas y shows con gran distribución de premios y patrocinio de contratistas y transnacionales, además de otras empresas monopolistas. Realmente, lo que se vio fue el show de la conciliación de clases.

Al observador menos atento, puede parecer que eso ocurre porque la crisis, al final de las cuentas, aún no llegó aquí, que no hay motivo para insatisfacción de los trabajadores e inclusive existen los que no pierden la oportunidad para reafirmar la índole “pacífica” del pueblo brasileño.

Se engañan todos.

La crisis está, sí, instalada hace años entre nosotros y cobrando su precio de forma cruel e impiedosa. Durante más de una década las gestiones de turno se dedicaron a promover medidas destinadas a garantizar el logro máximo de los monopolios nacionales y transnacionales, así como de los bancos, que en las palabras de Luiz Inácio “nunca lucraron tanto en la historia de este país”.

Todo eso, claro, arrancado del sudor y sangre del proletariado, del campesinado pobre y de las demás clases oprimidas de la sociedad brasileña, que vienen perdiendo paulatinamente derechos duramente conquistados durante décadas y que ya debían ser ampliados.

Así, la seguridad social (inclusive de los funcionarios públicos) sufre constantes ataques, limitándose cada vez más su alcance .Los parcos rendimientos de los ahorros colocados en plazo fijo fueron disminuidos, mientras los bancos son autorizados a practicar tasas abusivas de intereses. La decadencia del sistema público de salud, seguidamente denunciado inclusive por el monopolio de los medios de comunicación. La educación pública (y aún la privada) aprobando analfabetos en un ambiente violento e insalubre para profesores y estudiantes, etc. etc.

Pero, con respecto al trabajo obrero, que refleja la esencia del 1° de Mayo, nada es peor que las condiciones de trabajo en la construcción civil en las diversas obras realizadas con dinero público por todo el país, principalmente las grandes usinas hidroeléctricas en Pará y Rondônia.

No faltan motivos para indignación con la absoluta súper explotación de la fuerza de trabajo de miles de obreros, principalmente del Nordeste, atraídos por las promesas del paraíso en la tierra que produce esta nueva ola de migración para la Amazonia. Allá encontraron bajos salarios, jornada de trabajo extenuante, alojamientos sin las mínimas condiciones de habitabilidad, comida de pésima calidad, gran riesgo de “accidentes” de trabajo, entre otros crímenes.

Pero ciertamente la mayor barbaridad es el régimen de campo de concentración impuesto a esos obreros. Prisiones, torturas y hasta asesinatos están siendo denunciados por obreros de esas obras. Fuerzas policiales, de la Fuerza Nacional, Policía Federal y hasta el ejército (además de la seguridad privada de las contratistas) están siendo utilizados para reprimir todo y cualquier movimiento obrero. Un aparato semejante, tal vez mayor, al que era utilizado durante el régimen militar, en obras como Itaipu.

Y el pueblo brasileño está lejos de ser pacífico. A pesar de toda la represión y opresión, los obreros siguen movilizándose, haciendo huelgas contrariando las centrales sindicales vendidas y gubernistas, enfrentando la policía en protestas contra crímenes cometidos en nombre de la Copa y Olimpíadas, resistiendo a las remociones forzadas y a la militarización de los barrios pobres, protestando contra la matanza de pobres en el campo y en la ciudad…

Con excepción de los países en proceso de guerra popular o de liberación nacional, el proletariado internacional carece de vanguardias capaces de guiar las luchas de las masas para la revolución. En Brasil la situación no es diferente. Pero, tanto allá como acá, las masas, a través de su lucha y combatividad, producirán esa dirección proletaria.

Las masas, que todo producen, nada tienen. A ellas sólo les resta abandonar las ilusiones y luchar.

Traducciones: [email protected]

Ao longo das últimas duas décadas, o jornal A Nova Democracia tem se sustentado nos leitores operários, camponeses, estudantes e na intelectualidade progressista. Assim tem mantido inalterada sua linha editorial radicalmente antagônica à imprensa reacionária e vendida aos interesses das classes dominantes e do imperialismo.
Agora, mais do que nunca, AND precisa do seu apoio. Assine o nosso Catarse, de acordo com sua possibilidade, e receba em troca recompensas e vantagens exclusivas.

Quero apoiar mensalmente!

Temas relacionados:

Matérias recentes: