El interventor del FMI y del Banco Mundial, Henrique Meirelles, prepara el asalto de todos los asaltos a los cofres de la Unión y de los Estados. Para eso reúne lo peor del chiquero que se autodenomina congreso nacional para modificar la constitución y con eso imponer metas draconianas de reducción de gastos públicos. Tales medidas incidirán básicamente sobre la educación, la salud y la sanidad social, agravando bastante lo que ya es malo y que, como tal, ha merecido la indignación y la protesta del pueblo brasileño, en masivas y justas manifestaciones, tanto en el campo como en la ciudad.
Como medida complementaria, el gerente interino Michel Temer puso en funcionamiento el finado Gabinete de Seguridad Institucional (GSI, por sugerencia del comandante del ejército, general Eduardo Villas Bôas, y del ex-ministro de la Defensa, Nelson Jobim). Tal órgano incorporará a la ya existente Abin (Agencia Brasileña de Inteligencia).
En consonancia con informaciones divulgadas en el blog del periodista Carlos Amorim, incumbirá a él [GSI] la monitorización de los movimientos sociales, especialmente en el campo, y de grupos radicales en las ciudades. Entre los blancos en la zona rural están el MST, la Liga de los Campesinos Pobres (actúa en la región amazónica), la Vía Campesina y otros grupos menores, todos de izquierda. En las ciudades, la preocupación es con el MTST, el MEPR (Movimiento Estudiantil Popular Revolucionario), los black blocs, anarquistas y tendencias jóvenes dispuestas a recurrir a la violencia durante protestas.
Objetivando anticiparse a un vigoroso aumento de la protesta popular delante de sus medidas leoninas, Temer/Meirelles inmediatamente cuidaron de retirar de los parcos recursos de la Unión cerca de tres mil millones de reales para aplicar en la represión, especialmente en Río de Janeiro. Usando cómo disculpa la “seguridad” de las olimpíadas, será armada una mega operación para inhibir y reprimir cualquier manifestación popular.
En el campo, por lo que nos consta, este “servicio”, que no es de hoy, viene acentuándose cotidianamente. El día 24 de mayo, por ejemplo, en el municipio de Ji-Paraná/RO, cinco estudiantes fueron detenidos durante un panfleteo, siendo cuatro de la Universidad Federal de Rondônia (UNA) y uno del Instituto Federal de Rondônia (IFRO). Los estudiantes fueron abordados en el centro de la ciudad por policías a paisana que rápidamente accionaron la Policía Militar, siendo montada una mega- operación con la llegada de más de cinco patrulleros para incautar los panfletos como si fuesen criminales. Tratados con insultos y amenazas, fueron esposados con truculencia y llevados para la comisaría. Uno de ellos fue tirado al suelo y sufrió lastimaduras.
El contenido del panfleto defendía el acceso a la tierra por los campesinos de la región de Ji-Paraná y denunciaba los crímenes y abusos del latifundio en colusión con la Policía Militar de Rondônia, destacando la acción criminal de los elementos más fascistas de esta corporación.
Recurrir a la represión es la prueba mayor de la falencia total del viejo Estado genocida que de tan podrido y carcomido, por ser el instrumento de dominación de las clases retrógradas del país serviles del imperialismo, no consigue más ningún argumento para seguir manipulando la voluntad del pueblo a través de la farsa electoral. Ni aún las aparentes limpiezas alardeadas como campaña anticorrupción podrán modificar el panorama de creciente revuelta con toda esta podredumbre, explotación y opresión. Campaña que al final de las cuentas desenmascara el discurso de “Estado democrático de derecho”, revelando crudamente el Estado policialesco que es y con la judicatura corrupto, haciéndose pasar por ético, para justificar todo ataque a la libertad de organización y manifestación y de más brutal represión a las masas populares rebeladas.
La creciente movilización, politización y organización de las masas en la ciudad y en el campo sólo puede tener cómo meta la Revolución Democrática, Agraria y Anti-imperialista. Todo lo que sea colocado como “alternativa” o “apenas menor” será pura distracción al servicio de la vieja orden.
Con la profundización de la crisis se agravarán los motivos de la rebelión de las masas que quieren tierra, alimento, salud, educación, vivienda, transporte, democracia y libertad de manifestación. Su revuelta será incontenible. El pueblo irá a las calles colocando al lado de sus exigencias una bandera más: ¡BRASIL NECESITA DE UNA REVOLUCIÓN!