En un encuentro de momias el día 7 de enero, en la casa del presentador y dueño del Grupo SBT, Silvio Santos, Temer y Moreira Franco hicieron un “arreglo” para la participación del segundo en la programación del canal para tratar sobre el conjunto de mentiras sobre los cambios que pretende hacer en la legislación jubilatoria.

Entrar en los hogares de las familias brasileñas repitiendo mentiras ya profundamente desmoralizadas por sindicatos de auditores fiscales y por profesores de comprobada seriedad es una nueva falta de respeto de la cuadrilla que se aposó de la gestión del empodrecido Estado brasileño.

Como si no bastase los negociados a cielo abierto liquidando el erario con la connivencia de los demás podridos poderes de esta república bananera, en la caza de treinta votos más el estafador pretende dejar Brasilia en una condición tal en que nadie pueda allá desembarcar sin tener que tapar la nariz.

También, ¿que se podría esperar de “resistencia parlamentaria” con una “oposición” de la misma clase electorera, compuesta por oportunistas? No pasan de aprovechadores de los intereses populares, desviando sus luchas para muy lejos de sus objetivos.

Y que decir de un supremo que ni juzga los procesos que acusan los ilícitos de la nata de la politiquería nacional.

La nación, de ojos bien abiertos, asiste todo afilando los dientes para la gran cacería. No piensen estos chupamedias de las clases dominantes y del imperialismo que escaparán con su cuero intacto. Van a pagar en doble, de una manera o de otra, por su villanía con el pueblo y la patria.

En el campo, campesinos pobres, indígenas y quilombolas ya se pintan para la guerra que va a responder a esta embestida de demencia moral, que para dilapidar la cosa pública inicia una criminal guerra contra el pueblo.

En las ciudades cualquier chispa puede levantar llamaradas, sea un aumento de pasajes de autobuses, un anegamiento o un asesinato de habitante de favela. Cada vez más la reivindicación va a caminar rumbo a la lucha por el Poder.

Cabe a los revolucionarios, a los ciudadanos y jóvenes honestos incrementar un verdadero cuerpo a cuerpo para llevar a las masas la necesidad de organizarse para la gran batalla que se aproxima.

Propagandear la necesidad de la Revolución Democrática y eliminar cualquier sombra de ilusión en el proceso electoral viciado, farsante y conducido por dinero sucio. Rechazar los pedidores de votos, pues ellos son los mismos que se presentan, de dos en dos años, de caras nuevas o con nuevas máscaras, para derramar lluvias de promesas sobre el pueblo y tras la farsa electoral desaparecen, recogidos a sus alcobas contando el vil metal de la corrupción, particularmente el cajero dos.

Sólo la Revolución podrá lavar el Brasil de las heces y de la lama que Temer y su cuadrilla van dejando y de los que quieren nuevamente tomar la gestión del viejo Estado.