El pueblo asiste estupefacto al espectáculo dantesco, fruto de la alineación entre la Judicatura, el Ejecutivo y el Legislativo de la república bananera para practicar porquerías explícitas.
Los últimos acontecimientos en la órbita de los tres podridos poderes del viejo Estado demuestran que el cadáver ya pasó de la hora del entierro.
El accionar de los grupos de poder sobre la Judicatura para librar Aécio Nieves de la cadena produjo escenas dignas de una comedia, con ministros reinterpretando sus antiguas comprensiones de manera a dar voto diferente a casos idénticos, como fue el caso de la prisión de Eduardo Cunha y Delcídio do Amaral. La sesión del Supremo Tribunal Federal (STF) tuvo su gran final con el titubeante voto de su presidente, “ni contra ni a favor, muy al contrario”.
El hecho concreto es que, gracias al poder que fue transferido al Senado por el STF para juzgar las fechorías de sus pares, Aécio, con el empeño de Temer, puede no sólo “disfrutar la noche”, pero también asumir su mandato de senador, gozando la propina de dos millones gentilmente pagada por Joesley Batista.
En el terreno de las reinterpretaciones los ministros del STF no están solos. La Sra. Raquel Dodge, Procuradora-General de la República (PGR), analizando el proceso que filtra desvíos en la Caja Económica Federal y otras estatales – cuyo Procurador-General anterior indicaba ser Temer el jefe de la cuadrilla – resolvió reinterpretar el proceso indicando que Geddel actuaba como si él fuera el jefe de la misma. En agradecimiento, Temer retribuyó la Procuradora, en el cargo a sólo un mes, con la medalla de la Orden del Mérito Aeronáutico.
La prodigalidad de Temer no se restringe a medallas, principalmente cuando se trata de comprar un año más al frente de la gestión del decrépito Estado y, para tanto, él insiste en pedir el doble de las campanas. Entregó tierras públicas a latifundistas, parceló sus deudas con la Sanidad, modificó la tipificación de trabajo esclavo, amnistió 60% de sus multas ambientales, entre otros regalos.
En la mañana de la votación de la segunda denuncia, bajo el chantaje de su base aliada (sin embargo desconfiada), sancionó la ley que permite el refinanciamiento de la deuda de los tiburones con el Estado, cancelando intereses y multas, de acuerdo con lo que los canallas exigieron. Finalmente, los canallas se entiende, aún más en almuerzos y cenas con derecho a recepciones individuales a la moda de la mafia siciliana.
Según el portal UOL, los gastos entre renuncia fiscal, dispensa de multas e intereses, enmiendas parlamentarias y otros cariños a banqueros, latifundistas y a grandes burgueses están calculados en cerca de R$ 32 mil millones, pudiendo llegar a R$ 36 mil millones.
La gran exposición de la corrupción oficial por los monopolios de prensa contribuyó de forma tal para naturalizar la perdularia actitud del gánster gerente, que las personas ya perdieron la cuenta de la pillería y no creen más en una solución por medio de las instituciones de ese Estado en descomposición.
Mientras la caravana bandida institucionalizada pasa, el canil del oportunismo se agita en manifestaciones y discursos inconsecuentes. Finalmente, necesitan justificar el salario del lugarcito rentoso que ocupan.
Al alertar las masas que ni la farsa electoral (incluidas todas las siglas títeres del Partido Único), ni la intervención militar (prometida por milicos añorantes del régimen militar-fascista) tienen la salida para el Brasil, los revolucionarios deben desplegarse en la actividad de movilización y politización de las masas del campo y de la ciudad. Ellos deben dotarlas de formas de organización y métodos de lucha que sirvan a liberar sus energías revolucionarias para unificar las miles de protestas y luchas esparcidas por todo el país, desatar la revuelta que ora se encuentra represada en los corazones y en las mentes de la mayoría del pueblo brasileño, repeler con toda fuerza las brutales acciones represivas del viejo Estado y desatar la rebelión popular.
Urge elevar a nuevos niveles la propaganda y la agitación revolucionaria en torno a la única salida para esta profunda crisis política, económica, social, ética, moral y militar: La Revolución Democrática, Agraria y Antiimperialista.