Editorial – Un fanfarrón políticamente útil

Editorial – Un fanfarrón políticamente útil

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Luiz Inácio sigue su sino de chupamedias del imperialismo, principalmente el yanqui capitaneado por Obama. Durante sus dos mandatos el obrero-modelo del FMI siempre se esforzó para conquistar la confianza de los patrones, no sólo para gestionar sus intereses en el viejo Estado brasileño, como también para elevarse al status de mediador de los intereses imperialistas a nivel internacional.

Este año, Luiz Inácio emprendió una verdadera gira por los países de Oriente, desfilando presunción y posando de gran “mediador internacional”, llegando a ser reconocido por el Fórum Económico de Davos que le concedió la comenda de “estadista global” por su actuación nefasta.

Desde marzo recorrió el Estado fascista de Israel, el territorio de Cisjordania, Jordania, China, Rusia, Irán, además de enviar Celso Amorim, ministro de Relaciones Exteriores, a Siria a mando de Israel, y entrar en acuerdos con Turquía, la cúpula del llamado BRICS, etc.

Hoy se sabe claramente que todo eso no se trataba apenas de pretensiones personales para valorar su imagen y así transitar un futuro tranquilo entre el fin de su mandato y la tentativa de nueva elección en 2014. Antes de todo, lo que el fatuo Luiz Inácio hacía era cumplir abyectamente las órdenes emanadas de los patrones de USA.

En el giro que dio por Oriente Medio en marzo, Luiz Inácio usó toda su demagogia, negándose a depositar flores en el túmulo de Theodor Herzl, uno de los padres de la corriente fascista del sionismo, como si el restante de sus actos no fuera en el sentido de derrotar la Resistencia Palestina. Su actuación junto al fascista Estado de Israel y la colaboracionista Autoridad Palestina fue la de un bombero enviado para encuadrar, en nombre del patrón, los “excesos” cometidos por los sionistas, que de vez en cuanto “exageran” en la ejecución de las directrices yanquis para la región. Para las maniobras de USA en las zonas de mayor conflicto, se necesita tener siempre a mano algún “interlocutor” con credibilidad para operar, además de que no le es nada conveniente dar “tirones de orejas” en sus títeres israelíes públicamente.

Por eso, y a “pedido” de Binyamin Netanyahu, premier de Israel, Luiz Inácio envió Celso Amorim a Siria, con el objetivo de mejorar “la relación entre los países”.

Recientemente Luiz Inácio se empeñó en la firma de un acuerdo sobre enriquecimiento de uranio con Irán y Turquía y, obtenido éxito, posó triunfante como el salvador del mundo de una catástrofe nuclear. Él tenía la confianza de que había cumplido al pie de la letra las órdenes e instrucciones del patrón del norte, Obama, como se vio después que se filtró la carta que el presidente de USA envió a su servicial en marzo de este año y del texto instruyéndolo. Sin embargo, “inesperadamente” el gran oportunista aún llevó una reprimenda pública de gente como Hilary Clinton, que dijo que después del acuerdo Brasil-Turquía-Irán “el mundo se hizo más peligroso”. Enseguida, USA impuso sanciones a Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Como adulador descartable que es, Luiz Inácio fue usado en el juego de la preparación de una nueva guerra imperialista por la repartición del mundo, lo que se anuncia con las provocaciones a Irán, a Corea del Norte, y otros en la contienda entre los países imperialistas.

Pero nada prueba más su sumisión que el acuerdo militar firmado entre el Estado brasileño y USA, de texto aún obscuro. Se sabe, sin embargo, dado su anunciado de amplio espectro, que prácticamente entrega el mar, la tierra y el espacio aéreo brasileños para maniobras, ocupaciones y otras finalidades militares, lo que extiende la guerra imperialista contra los pueblos de América Latina a prácticamente todo el continente.

En las relaciones internacionales, el oportunismo en la cabeza del viejo Estado semicolonial y semifeudal brasileño dejó aún más patente que no hay política soberana practicada por un país dominado cuyos dirigentes se esmeran en justificar la aplicación del recetario imperialista. Más grotesco y patético aún es cuando tales gerentes de turno, como si ya no bastara toda su subordinación, salen protagonizando pantomimas por el mundo, cuando sólo cumplen órdenes de sus amos, o se prestan a ser piezas descartables en las maquinaciones imperialistas. De personajes de esa estampa la historia está llena y Luiz Inácio de ellos sólo difiere por su inusitada fanfarronería.

Sólo una nación libre del imperialismo puede ejercer una política soberana, que conduzca a la elevación del nivel de vida material y cultural de su pueblo y promueva con los demás pueblos un verdadero internacionalismo.

El presuntuoso Luiz Inácio, en el futuro será recordado como un elemento de la gavilla de notorios títeres, marionetas y lacayos del imperialismo en su siglo final.

Traducciones: [email protected]

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