Delante de la deplorable escenificación en que se convirtió el juicio de la fórmula Dilma-Temer por el TSE(Tribunal Superior Electoral), podríamos afirmar: somos brasileños: nada que sea execrable, abominable, detestable, torpe y sórdido en la política oficial del país, nos sorprende. Tampoco nos sorprende que días antes, en la misma capital federal, violentas manifestaciones populares dejaron evidente el límite de la paciencia del pueblo.
La pelea, cada día más exasperada, entre los varios grupos de poder dentro del viejo Estado es la comprobación de que las clases explotadoras no consiguen más mantener su corrupto sistema político. De la misma forma lo comprueba la protesta popular cada vez más masiva y violenta que las masas trabajadoras de la ciudad y del campo no están más dispuestas a ser explotadas pasivamente. Los de arriba no pueden seguir gobernando cómo hasta entonces y los de abajo no aceptan vivir como antes.
El espectáculo deprimente escenificado en el TSE, sólo comparable a la comedia del impeachment de Dilma, es un nuevo paso rumbo al divorcio completo entre el Estado y la nación, por su degenerada gestión obstinada por arrancar el cuero del pueblo con “reformas” las cuales, descaradamente juran los canallas, irán a salvar la economía, poner fin al desempleo y otras maravillas más. Pretendiendo empujar la crisis para frente, a través de artificios jurídicos y jugadas políticas, al nivel del bajo clero, sólo postergan en la política lo que ya es evidente en la economía: la agonía del capitalismo burocrático del país. Su agotamiento se da por haber alcanzado un nivel tan exorbitante de explotación que su progresión implicaría en el descenso de la condición semicolonial para simple colonia.
Temer y su cuadrilla en búsqueda de salvación adopta prácticas del régimen militar, colocando la ABIN (agencia de inteligencia) para investigar un Ministro del Supremo, quien, según la revista Veja, sería integrante de la vasta red de comensales de Joesley Batista y su acogedor avión particular. Batista ahora, en testimonio a la policía, acusa el presidente de ser el jefe de la “mayor y más peligrosa organización criminal del país”.
La aparición patética del Ministro de la Defensa, que como un ventrílocuo del general del Gabinete de Seguridad Institucional, anunció la ocupación de las calles de la capital del país por las Fuerzas Armadas bajo el pretexto de defender el Congreso de la amenaza de las manifestaciones populares, no pasó de ridícula pantomima para intimidar la protesta popular, por un lado, y por otro, dar el recado de que, o los subtítulos del Partido Único tratan de poner fin a las pugnas (expresas principalmente en las riñas que envuelven los “Poderes” Legislativo y Judicial) dando salida a la crisis que riba el desgobierno o intervendrán para asegurar la vieja orden amenazada.
El “mercado”, para usar el eufemismo de oligarquía financiera internacional, pone las barbas en remojo y cobra de sus acólitos de la cuadrilla de Temer y del PSDB leyes que lo absuelva de sus fechorías, transformando en ley sus privilegios.
Por su turno, la embajada del USA, que maneja por detrás de la Operación “lava jato” en el intento de lavar la fachada de las instituciones del viejo Estado, de modo a parecer una gran limpieza, para restablecer mínimamente su credibilidad, moralización y legitimidad, para salvarlas del hundimiento completo a que llegaron frente a la población, cada vez más incrédula e indignada, apostaron en librarse a todo coste del ya quemado vejestorio de la política oficial, para sustituirlo en una renovación en las próximas elecciones. Todo como necesidad de salvar la “orden democrática” establecida por el imperio como el mejor de los mundos posibles. En verdad repaginar su democracia quebrada con la cual piensa poder conjurar el peligro de la revolución a través de la prolongación del engaño de las masas con nuevo incremento del cretinismo parlamentario y el cacareo de que el voto es el arma del pueblo.
Es decir, salvar la situación antes que la crisis avance para poner en jaque el propio sistema de explotación y el Estado que el afianza, amenazando peligrosamente los intereses del imperialismo, principalmente yanqui, y sus corporaciones chupasangre de la Nación y del pueblo. Tal plano salvador apostó en los jóvenes del Ministerio Público, guardianes de la moral y de las buenas costumbres y más que eso, creyentes de que podrán salvar las “sagradas” instituciones del “Estado Democrático de Derecho” por la “punición ejemplar” de individuos, que en los últimos quince años respondían por ellas y fueron sorprendidos en flagrante delito. Pero como los yanquis manejan la Operación “lava jato” con acuerdos de lenidad basado en delaciones premiadas y condenas con multas en dinero y prisiones domiciliares, en el mejor estilo yanqui de punición a los “dueños” del dinero, no hay en esto nada de ejemplar. Sin embargo, el fuego de la operación que pretendía cirugía para quemar las corrupciones partidarias, comenzando por el PT, se arrastró por todo el viejo y carcomido edificio burocrático.
Por hablar en fuego, en un país cuyo sistema de explotación y opresión condujo a la situación de violencia generalizada por la acción de un Estado genocida que en el trato con el pueblo sólo conoce descaso, abusos, injusticias sin fin, brutalidades, represión y exterminio; en un país en que las autoridades invertidas de la Ley, a la luz del día violan sus propias leyes cuando convienen a sus intereses monstruosos, asaltan sin cualquier ceremonia las arcas públicas mientras el pueblo padece de todos los males; viendo milicos de turno tratar la justa ira popular con el mismo desprecio de los viejos epítetos de “desorden”, “infiltrados”, etc., es otra comprobación de que la naturaleza reaccionaria burguesa-latifundista pro-imperialista de las Fuerzas Armadas nunca cambiaron. No señores, presten atención, no podrán salvar esa podredumbre para siempre! Crean, la historia sólo se repite como farsa! El pueblo no se intimidará y tampoco será engañado siempre.
Las masas populares no asistirán pasibles a este hundimiento, son ellas las que más padecen con sus horrores. Ellas no son sólo las verdaderas víctimas de este sistema anacrónico de explotación y opresión, son por esto aún sus sepultureros. Y en una situación revolucionaria como la que se desarrolla en el país, en un mundo con grandes desórdenes que la crisis general del imperialismo provoca, ellas podrán darse cuenta de esto en un instante, el tiempo de un rayo, aunque por partes.
Día 30 está programada una huelga general y es bien probable que, si los colaboracionistas de las centrales no la saboteen, para el terror de la reacción y de los oportunistas que intentan aprovecharse en beneficio propio del descontento popular, las masas dejarán aún más claro los límites de su paciencia.
