Editorial – ¡Viva la gloriosa bandera de 35!*

Editorial – ¡Viva la gloriosa bandera de 35!*

En varias oportunidades hemos hecho, en las páginas de AND, la defensa del Levante Popular de 1935. Hasta hoy y, siempre, demarcamos con la reacción el gran hecho del Partido Comunista de Brasil (P.C.B.), sobre el cual Pedro Pomar, en su inolvidable libelo “La Gloriosa Bandera de 35”, hizo el balance científico, donde los errores son apuntados de manera objetiva y rescatando el valor manifiesto de la grandiosa obra llena de abnegación y desprendimiento de hombres y mujeres, en un momento en que el Brasil y el mundo se encontraban delante de la terrible amenaza del fascismo.

En la edición pasada de AND trajimos el artículo de Arthur Ewert, internacionalista enviado por el Comintern  para orientar el joven partido revolucionario brasileño. En su excepcional trabajo vamos a encontrar no sólo la esencia del programa de la Revolución Brasileña como cuestiones muy importantes en cuanto al método del trabajo revolucionario. Ponderando la importancia de la ciudad y del campo en la organización del partido y de la revolución, él va buscar lecciones de carácter universales en las experiencias de la revolución en Rusia y en China aplicables a la realidad de Brasil.

El documento de Arthur Ewert llama la atención para el hecho de que el significado de 35 va mucho más allá de la acción militar en sí del Levante Popular desencadenado en 23 de noviembre en Natal, el día 24 en Recife y el día 27 en Río de Janeiro.

Y aquí es preciso rendir el  más alto homenaje a este titán del proletariado revolucionario internacional, el comunista alemán Arthur Ewert y a su memoria inmarcesible. Preso, ni toda la bestialidad insana de la manada fascista de Filinto  Müller, que destrozó su salud mental, no pudo ni siquiera arañar su integridad moral, sino revelar miserablemente toda la impotencia de la reacción frente a la luminosa grandeza del héroe proletario.

Hoy, cuando el Brasil se encuentra empantanado en una profunda crisis legada por la gestión del Estado en las manos del oportunismo, se evidencia con todos sus colores el carácter de la Revolución Brasileña como Revolución Nacional, Democrática, Popular y Anti-imperialista ininterrumpida al Socialismo.

La prueba de lo que afirmamos nos es dada tanto por la gestión del viejo Estado brasileño, por los que defendían abiertamente su vinculación al imperialismo como fueron los oligarcas de la vieja república, Dutra, Juscelino y los milicos de 64, cuanto los que se sometían al vínculo con el discurso del desarrollismo como Getúlio Vargas, João Goulart y los oportunistas y revisionistas del pasado y de la actualidad, PT/PCdoB.

Uno y otro posicionamiento sólo fortaleció el capitalismo burocrático, como un tipo particular de capitalismo característico de las naciones que se hallaban atrasadas ante el advenimiento del imperialismo, donde la semicolonialidad  reposa sobre una base semifeudal. Tanto es así que, al examinar nuestra historia desde el imperio a los días actuales, no encontraremos ninguna gestión que hubiera tocado radicalmente en la cuestión de la tierra ni de la independencia nacional. La ley de hierro del imperialismo es que nadie asume la gestión de la semicolonia Brasil sin comprometerse con la política imperialista de la sumisión nacional.

La actualidad de 35 está, pues, en haber apuntado de forma pétrea que el Brasil sólo alcanzaría el desarrollo con la ruptura de la dependencia al imperialismo por la vía revolucionaria; que la Revolución Agraria sería el punto de partida de la Revolución Democrática; que la gran burguesía brasileña, por su vinculación al imperialismo, está en el campo de la contrarrevolución; que el frente único revolucionario, necesario e imprescindible para la victoria de la revolución, es nucleado por la alianza obrero-campesina y complementada por las pequeña y media burguesías (genuina burguesía nacional); que todo proceso deberá ser dirigido por el partido revolucionario del proletariado, el Partido Comunista.

En los últimos 80 años los reaccionarios de dentro y de fuera de los cuarteles crearon el mito de la “intentona comunista”. Misas fueron rezadas acompañadas de “órdenes del día” y pronunciamientos presidenciales y de generales, todo repercutido y potencializado por el monopolio de la prensa para desinformar las masas con sus absurdas mentiras. Sin embargo, el grito fascista y la verborragia de “ataque solerte en la madrugada”, para imputar a los militares revolucionarios la fama criminal de cobardes, no puede ocultar y librar la reacción del oprobrio e ignominia eternas por las ejecuciones sumarias de los heroicos combatientes presos y maniatados.

Diferente de los oportunistas y revisionistas que acogieron las mentiras y desinformaciones de la reacción, los revolucionarios tienen la obligación de glorificar la heroica jornada de 35, como lo hizo Pedro Pomar, reconociendo sus errores no para enterrarla, pero para enaltecerla en su grandioso propósito y en aquello que tiene de actual, imprimiendo en la memoria popular con letras de oro el nombre de sus heroicos combatientes y reservando sus lugares de honra en el panteón de los héroes del pueblo brasileño, que en el futuro será erigido por el triunfo de la revolución.

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*NdelT: Primera tentativa en la historia brasilera de instaurar un gobierno popular revolucionario en noviembre de 1935.

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