¡Patético! Pero es difícil saber lo que fue peor: si la histeria de los oradores de ambos lados de la pugna en la sesión de la cámara, o si la ufanía cínica de la cobertura “periodística” del monopolio mediático. Fueron cómicas las escenas de los diputados votando por el impeachment alegando defensa de la moralidad y de la democracia. Simplemente ridículo las comparaciones entre la propuesta del impeachment con los acontecimientos dramáticos (del golpe militar) de 1964 por los diputados gobiernistas. Resulta insultante que los diputados invoquen los nombres de mujeres y hombres honrados que vertieron su sangre en la lucha contra el régimen militar fascista al proferir sus votos en defensa de un gobierno mediocre de gente renegada de la causa por la cual estos héroes del pueblo sacrificaron sus vidas. Causa indignación asistir esos reaccionarios acusar de comunistas los traidores de la revolución.
Triste aún es ver contingentes masivos de la población brasileña, que en su justa indignación con toda esta situación criminal salen a las calles para expresar su rabia y alentar esperanzas de cambios, caigan como víctimas fáciles de la manipulación grosera promovida por los monopolios de la comunicación — Red Globo a la cabeza — y sean usados como masa de maniobras para dar legitimidad a los arreglos que más convienen e interesan a las clases dominantes, para salvar sus instituciones y asegurar el mantenimiento de este empodrecido sistema de explotación y opresión.
En estos días de agravamiento y generalización de la crisis en el país, nuestros oídos son bombardeados cotidianamente por todo tipo de charlatanismo sobre democracia, moralidad y justicia. Y salen de la boca de los dos lados que se enfrentan desesperadamente por el control de la dirección del viejo y corrupto Estado brasileño.
Sirviéndose del clamor de las calles — expresado en la indignación de amplios sectores de la población, ya fastidiados con las prácticas putrefactas de la vieja política —, la llamada “oposición” (PSDB, DEM, las demás siglas de alquiler y ahora la mayoría de diputados del PMDB que huyen del barco que hunde), usuaria de las mismas prácticas corruptas, juega con todo para deponer el gobierno petista.
Por su parte, el PT y su “frente popular” oportunista electorera, que nunca comprendió el concepto científico de democracia y no tardó para adoptar el dogma burocrático y vacío de democracia predicado por la burguesia, se sirve de la misma verborragia para denunciar la oposición como golpista. Fue el PT que decidió alejarse de todo y cualquier vestigio de ideas revolucionarias*, pero nunca tuvo cualquier vínculo verdadero con el marxismo, lo que él inclusive rápidamente se encargó de dejar claro.
Fue el PT que deliberó que su “proyecto socialista” sería alcanzado por medio del viejo Estado de grandes burgueses y latifundistas, al servicio del imperialismo, principalmente yanqui, y todo su empodrecido sistema político de gobierno, con su farsa electoral colocada como símbolo de la democracia. Más que esto, cambió el radicalismo retórico de sus militantes y profesores trotskistas por el viejo discurso reformista de “proyecto de desarrollo para el Brasil”, donde sus intelectuales pequeño-burgueses parieron la mediocridad teórica de “desarrollismo popular”. Todo como manto para encubrir su condición de mera gestión de turno del viejo Estado corrupto y genocida, de las clases dominantes locales y del imperialismo.
Fue el PT y su corifeo mayor, con el poder subido a la cabeza, que justificó y reforzó todos los mecanismos jurídicos y aparatos represivos del Estado. Crearon nuevos aparatos represivos, lanzándolos contra los campesinos e indígenas en lucha por la tierra y la tan pregonada “pacificación de las favelas”, con la institución de las genocidas UPP (Unidad de Policía Pacificadora). Fue el PT, haciendo eco a la reacción oligárquica en los aparatos de la judicatura y de los monopolios de la prensa, que elevó la criminalização de los movimientos populares, además de la cooptación de los que lo servían, a una escala sólo comparable con los periodos de regímenes militares fascistas. Fue el gobierno del PT/Dilma que, repitiendo el mismo lenguaje reaccionario de los generales del régimen militar, tachó las manifestaciones de 2013 de “desorden”, al tiempo que alardeaba que la “democracia era una realidad consolidada en el país”. Fue el PT que se calló y justificó toda la criminalización, prisiones, procesos y condenas de los jóvenes participantes de las manifestaciones de 2013 y 2014. Fue el PT/Dilma que envió al Congreso — que la aprobó recientemente — la “ley antiterrorismo”.
Ahora, siendo descubierto en negociados y prácticas nivelados en la fosa común de la politiquería nacional, la corrupción, grita por socorro por salvarse amenazado cómo está su gobierno, por los artificios de la política semicolonial, como lo de la “responsabilidad fiscal”, entre otros procedimientos reaccionarios que ayudó a fortalecer o a crear. La disputa electorera con la oposición, partidos y candidatos que se embriagaron con propinas y negociados, fue transformada en una contienda de hipocresía sin fin por la moralización, cuando todas las instituciones de este Estado burocrático, al nivel de los tres poderes, son una historia de ilegalidades y corrupción.
Y el PT y sus garrapatas revisionistas, como el PCdoB, repiten hasta el hartazgo que es “una persecución política de las élites que no se conforman con un gobierno que hizo mucho para los pobres” el bla-bla-bla parecido. El hecho de que todo el cacareo anticomunista y apologista del dios mercado, de sus halcones del monopolio de la prensa y de la derecha ranciosa aprovechen la ocasión para alardear, sirviendo del sello que el PT y sus congéneres aplicaron a sí mismos de “izquierda” y hasta, de “comunistas”, sólo tiene relación con el hecho de que, en el tiempo del régimen militar fascista, muchos de los que componen estas siglas fueron de izquierda. Pero que renegaron completamente del marxismo con la ofensiva general de la contrarrevolución desatada en los años de 1980, con Gorbachov y su podrida perestroika. Inclusive, no fueron pocos y pocas, entre prominentes figuras de la política oficial de hoy, que, para salvar la propia piel, delataron sus compañeros para los facinerosos del régimen militar.
La base de toda la crisis actual
Caracterizar la actual polarización como entre izquierda y derecha, entre golpistas y demócratas, es puro engaño e interesa solamente al PT y su frente por un lado y, por otro, al PSDB de Aécio y sus compinches de extrema derecha queriendo volver a la escena política del país. La inmensa mayoría de las masas que van a las calles a protestar y son arrastradas en esta polarización, en verdad, rechazan a todos estos partidos y sus prácticas. Además de que, el discurso chantajista para constreñir las personas de bien a tomar su lado, sólo sirve para reforzar la idea atrasada y falsa de que la única forma de Brasil progresar o mejorar, por poco que sea, es a través de la vía institucional, o sea, a través de sucesivos gobiernos de una u otra coligación de las siglas del Partido Único.
¡No, señores! La actual polarización como está colocada es una farsa, pues es, simplemente, la polarización entre grupos de poder representantes de las fracciones de las clases dominantes. La pugna entre ellos se agudizó porque la crisis económica conduce a un agravamiento de las disputas entre las fracciones de las clases dominantes y se expresa a través de la lucha entre los diferentes grupos de poder o siglas partidarias.
Vamos al grano de la cuestión: tomemos la anatomía económica de nuestro país. Toda esta situación de crisis política a que llegó el país tiene una base económica. La base económica de la actual crisis política es la crisis económica del país, cuyas causas son determinadas, en primer lugar, por su naturaleza semicolonial/semifeudal, de su capitalismo burocrático atrasado y, en segundo lugar, como reflejo de la crisis general del imperialismo, particularmente de la crisis desatada en USA, en 2008, y que sigue rondando el mundo inmerso en depresión. Y es ese capitalismo de bases podridas y relaciones anacrónicas, pero embaladas en brillantes envases como forma de seguir sirviendo a los intereses del capital financiero y al imperialismo. En consecuencia de esto — por más que puedan maquillar las relaciones y estructuras económicas y políticas — el aparato estatal necesario para asegurar la orden establecida, de tiempos en tiempos, revela su verdadera naturaleza empodrecida, en que la corrupción es tan solamente una de las formas inevitables de su funcionamiento.
Y siendo la crisis de todo el sistema imperialista, sus reflejos en países como el nuestro llegan a ser devastadores para la economía nacional, dada a su fragilidad de economía semicolonial. Por lo tanto, la crisis económica del país no se debe exactamente a que la gestión de Dilma habría cometido errores de gestión. Dilma, como Luiz Inácio y los demás gobiernos anteriores, hicieron lo que les fue dictado por el “mercado”, por los banqueros, por las corporaciones, por Wall Street, finalmente, por el imperialismo. Esta acusación es también demagogia de candidatos a su vacante en la presidencia y manejo que comanda la Red Globo y sus especialistas en todo, los cuales, el otro día, inflaban la bola de Dilma y su gobierno.
La gestión Dilma, tal cual de Luiz Inácio, aplicó en todos los términos el recetario del imperialismo dictado por el FMI y el Banco Mundial. La única diferencia con la gestión del PSDB/FHC es que hicieron un poco más de “programas sociales”, liberaron e hicieron una verdadera fiesta del crédito al consumidor para crear una clase media “hecha de fiado” y para la propaganda masiva de un “emprendedorismo” tal que no es más de que un simulacro fulero del “modo de vida americano”. Finalmente, políticas que, en un país como el nuestro, sólo pueden ocurrir cómo pura charlatanería y cobarde ilusión de las masas.
Y esto no puede ser considerado como ningún concepto de mejoramiento de condiciones de vida, mínimamente decente. Tampoco sus ejecutores pueden reclamar autoría sobre los mismos, pues que no hay nada de original en ellos, son orientaciones del imperialismo ya viejas y gastadas en los manuales del Banco Mundial. Lo que debe, ciertamente, enervar los jefes imperialistas frente a tanta inepcia, ineficiencia y corrupción de sus lacayos. En este caso, las gestiones del PT parecían que ganarían nota 10 de la corte, sólo que en el ítem corrupción… El día de la posesión del primer mandato presidencial de Luiz Inácio, Delfim Netto, personaje que dispensa cualquier presentación y que, en la época, se desempeñaba de “asesor de economía” de Luiz Inácio, fue indagado sobre lo que creía que sería el gobierno de Luiz Inácio y del PT, a lo que respondió: “Será más de lo mismo”.
Lo que el PT, con Luiz Inácio y Dilma, hizo mientras aplicaba todo de esencial del receituário imperialista, fue maquillar contablemente la situación económica y usar otros artifícios para retardar al máximo las consecuencias de una crisis. Y pudo aún contar con la variante de que los precios de las commodities experimentaban una fuerte alta. La gestión del PT sólo no privatizó más porque FHC, que había llegado antes, no había dejado tanto por hacer en cuestión de entreguismo del patrimonio nacional.
“Estado democrático de derecho” y Nueva Democracia
En un país como el nuestro, las libertades democráticas, y no la quimera de “Estado democrático de derecho”, fueron conquistadas y siempre defendidas por las masas trabajadoras, por esto aún están permanentemente amenazadas por esta orden de explotación vigente. Esta amenaza se agravó mucho en el periodo reciente, exactamente porque encontró terreno en las chapucerías del PT. El descontentamiento de amplios sectores de las masas con el juego electoral, con las mentiras con que se opera la farsa electoral y el empeoramiento de las condiciones de vida se revelaron inmediatamente después de la victoria electoral de Dilma. Incitado por el monopolio de la prensa de forma demagógica, lo que, en la mayoría de las veces, sólo es percibido en su apariencia por gran parte de la sociedad, este descontentamiento fue, a la vez, aprovechado por la reacción siempre alerta, principalmente en la judicatura y aún por aquellos seducidos con la ilusória posibilidad de eliminarse o reducir la corrupción por las vías punitivas del rigor de las leyes. Pero, el PT, en sus devaneos apologéticos de que ahí está como democracia consolidada, fue el primero a exorbitar en autoritarismos, levantó una piedra para dejarla caer en los propios pies.
Y claro, cualquier desenlace que haya y, como tiende a ser, el de la posesión de Temer en la presidencia, el acto siguiente será el de aplicar de la forma que sea necesaria el paquete de ajustes más draconiano y devastador para las masas empobrecidas del campo y de la ciudad y para el patrimonio de la Nación. Y el blanco de la codicia de las corporaciones son los derechos laborales, la Sanidad Social, la “reforma agraria” (aún está en papel) y las secularmente saqueadas riquezas naturales del país. Este es el contenido de dicho paquetazo y contra la insurrección de las masas que se levantarán contra el gobierno. Este usará todo el arsenal fascista del “Estado democrático de derecho”, inclusive los aportados por el PT como la “ley antiterrorismo”, y todo tipo de criminalização de la lucha de las masas y sus batallones de asesinos acuartelados en las Policías Militares y de otros órganos represivos.
Esto vamos a asistir, así como veremos el inevitable levantamiento de la lucha de resistencia de los trabajadores en las ciudades y de los campesinos por la conquista de la tierra a quién en ella vive y trabaja. La crisis política no cesará, sea cuál sea el desenlace de la lucha por el control del gobierno.
Impulsar la protesta popular en defensa de las reivindicaciones más sentidas de las masas de la ciudad y del campo, preparar la huelga general por los derechos amenazados, por la Revolución Agraria y contra el fascismo. ¡Toda esta podredumbre sólo puede ser barrida por la Revolución Democrática, con el establecimiento de la Nueva Democracia!
* Es importante dejar claro que el PT (un aglomerado de tendencias pequeño-burguesas, desde los sindicalistas entrenados por los institutos yanquis de “sindicalismo libre”, comunidades eclesiásticas de base de la iglesia católica, ex-guerrilleros arrepentidos, intelectuales pequeño-burgueses del CEBRAP y todas las posibles sectas trotskistas, abalizados por el revisionismo cubano) proclamaba el discurso radicaloide, en teoría y práctica, expresado en la simplificación de la realidad de “la clase trabajadora contra la patronal”.