Traducción: Enrique F. Chiappa
Pasados casi 76 años, las clases dominantes de nuestro país cumplen anualmente con su rito de difamación e injurias contra el ‘Levante Popular de 35’. A pesar de derrotado, el Levante expresó por primera vez y de forma clara el programa revolucionario del proletariado brasileño y el camino para la conquista del poder para las masas populares a través de la lucha armada.
Revoltosos quando saíam presos do 3º Regimento de Infantaria da Praia Vermelha
A pesar de no haber podido lograr todas las consecuencias prácticas de su propia formulación, ella fue producto de profunda autocrítica de las ilusiones electoreras y constitucionales. Pero también es notorio que los gruñidos y rugidos de la reacción enfurecida, que desde entonces acuñó su grotesca muletilla de “intentona comunista” para difamar demócratas, progresistas y comunistas, revela como el viejo Estado de grandes burgueses y latifundistas al servicio del imperialismo tiembla ante una revolución popular.
Introducción
A pesar de las enormes debilidades y carencias que marcaron los primeros años de vida del PCB, a los 13 años de su fundación emprendió uno de los hechos más importantes de nuestra historia y del movimiento comunista brasileño: el levantamiento armado antifascista conocido como Levante Popular de 35.
Recurriremos a largos tramos del texto A Gloriosa Bandeira de 35, sabidamente de autoría del destacado dirigente comunista Pedro Pomar, publicado por primera vez en 1975 en el periódico clandestino A Clase Operaria(entonces órgano oficial del Partido Comunista), por ocasión de los 40 años del levante. Ella se constituye en el mejor análisis y síntesis sobre el Levante Popular de 35 producidos por el Partido Comunista del Brasil en esta fase.
Crisis del imperialismo y escalada fascista
Con el estallido de la crisis general, que se profundizó con el crack de la bolsa de Nueva York de 1929, el sistema capitalista vive, hasta 1933, la más profunda crisis que ya había sufrido.
Para descargar sobre los hombros del proletariado la cuenta de la crisis y detener el ascenso del movimiento comunista, los círculos de poder imperialistas pasan a los métodos de dominación más terroristas. El fascismo, como contrarrevolución armada en el poder, se extiende por toda Europa y todo el mundo.
En 1931 Japón invade la Manchuria, nordeste de China, y en 1933 el Partido Nacional-Socialista de Adolf Hitler sube al poder en Alemania. En octubre de 1935, la Italia de Mussolini invadía Etiopía y la convertía en su colonia. La Alemania de Hitler se armaba febrilmente a fin de rever por la fuerza los tratados de paz de pos-1º Guerra, apoderarse de Europa y arremeter sobre la Unión Soviética.
El VII Congreso de la Internacional Comunista
La primera ola de la revolución proletaria había adquirido gran impulso en 1917, y refluía momentáneamente con las derrotas de las tentativas de insurrección en Alemania y Hungría, volviendo a adquirir fuerza en los años de 1920 y 1930, con el crecimiento y consolidación de los Partidos Comunistas en gran parte de los países del mundo.
Fruto de los éxitos de la campaña de bolchevización llevada a cabo a partir de su V Congreso (1924), la Internacional Comunista (Cominter) pasó de 65 partidos en 1928 a 76 en 1935.
En los meses de julio y agosto de 1935, se realizó el histórico VII Congreso de la Internacional Comunista. Con base en el informe de George Dimitrov, el Congreso hizo una completa caracterización del fascismo, definiéndolo como “la abierta dictadura terrorista de los elementos más chauvinistas, más terroristas del capital financiero”. Demostró que “su poder era feroz, pero precario, que su ofensiva podía ser detenida y derrotada. Sin embargo, el proletariado debía unirse urgente e imperativamente, y formar un frente con todas las fuerzas interesadas en la defensa de las libertades, del progreso social y de la paz”.
Olga Benário escoltada por policial após interrogatório na Polícia Central, RJ
Frente a la escalada fascista, la Cominter formulará la política del frente único de la clase obrera contra el fascismo, a fin de atraer las masas bajo influencia de la social-democracia y otras corrientes, para unirlas contra el fascismo y la guerra y en la defensa de los derechos democráticos de los trabajadores, estableciendo un gobierno de frente popular donde eso fuera posible.
A pesar de determinadas imprecisiones conceptuales, como las que dieron margen a ilusiones burguesas, particularmente en los partidos de los países imperialistas, sobre una supuesta etapa antifascista antes de la revolución socialista, que terminó llevando partidos a serios desvíos (Togliatti en Italia, Thorez en Francia, Earl Browder en USA, etc.), las deliberaciones del VII Congreso de la Cominter fueron decisivas para municionar al proletariado en todo el mundo con una ofensiva línea política antifascista que resultó fundamental para la derrota del nazi-fascismo.
Ascenso fascista en Brasil
El Brasil, como analiza Pomar, padeciendo de los males crónicos del predominio del latifundio arcaico y sometimiento al imperialismo, se encontraba muy afectado por la crisis de 1929-32. En medio a las dificultades financieras, Vargas daba mayores privilegios a los grupos económicos extranjeros y a los latifundistas, agravando las condiciones de vida y de trabajo de las masas.
A su vez, las medidas progresistas reformistas como voto secreto, jornada de 8 horas, nacionalización del subsuelo, derecho de la mujer al voto, reconocimiento de los sindicatos, tienen como objetivo obtener una base social para la nueva acomodación de fuerzas en el poder y especialmente corporativizar las masas. Y, claro, ninguna medida que tocara la principal cuestión: las relaciones de propiedad de la tierra y su monopolio. Por eso, Vargas sólo atacó aquellas oligarquías más débiles del Nordeste. Conquistando de la fracción compradora (exportadores, importadores y banqueros) la hegemonía del Estado, la fracción burocrática (industriales) va a utilizarla para apalancar sus capitales y, en estrecha alianza con los latifundistas semifeudales y asociado al imperialismo, impulsar el capitalismo burocrático en el país.
Inclusive tras derrotar la burguesía paulista en la guerra civil de 1932, la alianza de Vargas con las viejas oligarquías se reforzó más aún. El Partido Comunista continuaba perseguido, en la clandestinidad, mientras los integralistas1 recibían franco apoyo y Vargas estrechaba relaciones con los regímenes fascistas de Europa.
Membros do Comitê Revolucionário de Natal, detidos após a derrota
“En el transcurso de esa política, se generalizaba el descontentamiento entre el pueblo. En las ciudades, el proletariado y las masas trabajadoras luchaban en favor de sus intereses vitales, de las libertades públicas, fortalecían sus organizaciones de clase (…) En el interior, los campesinos creaban sus primeras Ligas, pugnaban por justicia y formaban pequeños grupos de autodefensa para oponerse a la prepotencia de los latifundistas.”*
Desarrollo del PCB
Después de la autocrítica de los desvíos derechistas de fines de los años de 1920 e inicio de los de 1930 (como la línea electorera del BOC) y con may or vinculación con la Cominter, la dirección del PCB adquirió una base mayor de conocimiento del marxismo-leninismo y el trabajo de masas del partido se amplió considerablemente en los principales centros obreros del país.
La comprensión de las tesis desarrolladas por la IC sobre la revolución en los países coloniales/semicoloniales representa un salto significativo del partido, rompiendo con los análisis superficiales y subjetivistas sin, entretanto, librarse de transposiciones mecanicistas de la experiencia internacional a la realidad brasileña.
A partir de la III Conferencia Nacional (1929) el partido decide por la adopción de la línea de la revolución democrática, agraria-antifeudal y antiimperialista, definiendo el proletariado, los asalariados agrícolas y campesinos pobres como las fuerzas motrices de la revolución. En la III Conferencia de los Partidos Comunistas de América del Sur y del Caribe en 1934, en Moscú, se enfatizó la necesidad de la movilización de amplias masas en la lucha contra el imperialismo y sus agentes locales, formando la más amplia frente antiimperialista.
La fundación de la Alianza Nacional Libertadora – ANL
En 1º de agosto de 1934 el Periódico La Clase Operaria anuncia la afiliación al partido de Luis Carlos Prestes, héroe de la Columna Invicta que recibió su nombre2.
Para auxiliar el trabajo partidario y la revolución, la Cominter envía importantes cuadros, como los alemanes Arthur Ewert (Harry Berger) y Olga Benário, el argentino Rodolfo Ghioldi, el alemán Johann de Graaf, el italiano Amleto Locatelli, el soviético Pavel Stutchevski, el estadounidense Victor Allen Baron y otros.
En 23 de agosto de 1934 se realizó, por iniciativa de los comunistas, el 1º Congreso Nacional Contra la Guerra, la Reacción y el Fascismo, en el teatro João Caetano en Río de Janeiro, con la participación de cerca de diez mil personas. Los choques entre integralistas y antifascistas se hacían cada vez más violentos. En el día 7 de octubre de 1934, una manifestación de integralistas en la plaza de la Sé, en la ciudad de São Paulo, fue disuelta por las fuerzas antifascistas, reunidas en una primera acción conjunta para la cual fue decisiva la iniciativa del PCB.
En marzo de 1935 la Alianza Nacional Libertadora – ANL inicia legalmente y de forma entusiástica sus actividades. Su programa básico es también un importante avance al traducir las aspiraciones democráticas revolucionarias de las clases populares y, repercutiendo rápidamente, movilizó amplias masas por su ejecución. Los principales puntos programáticos son:
1Suspensión en definitivo del pago de las deudas externas, bajo el fundamento de que ya habían sido pagadas hace mucho;
2Nacionalização inmediata de todas las empresas imperialistas, “trampas” para las cuales el pueblo trabajaba bajo terrible explotación;
3Protección a los pequeños y medios labradores; entrega de la tierra de los grandes propietarios a los campesinos y trabajadores que las cultivaban, ya que son sus únicos y legítimos propietarios;
4Gozo de las más amplias libertades por el pueblo, en este incluidos los extranjeros que aquí trabajaban y eran tan explotados cuánto los brasileños; y
5Constitución de un Gobierno Popular orientado solamente por los intereses del pueblo brasileño.
Este programa simple se expresó en el lema: Pan, Tierra y Libertad!
En el acto de la instalación, el nombre de Luis Carlos Prestes fue aclamado para la presidencia de honra de la Alianza. Después de lanzada, la ANL logró desarrollarse rápidamente como relata Pedro Pomar:
“El entusiasmo con que las masas recibieron la Alianza y su programa sobrepasó las expectativas. En poco tiempo, se estructuraron núcleos aliancistas en la mayoría de los Estados. Sólo en la capital de la República, Río de Janeiro, se inscribieron más de 50 mil miembros. En sus hileras se incorporaron principalmente trabajadores, soldados, marineros, cabos y sargentos – las capas más pobres de las ciudades. (…) Nunca se había testificado tan poderoso movimiento patriótico de masas, tamaño interés por el debate de los problemas nacionales (…) Paralelamente, crecían las organizaciones sindicales del proletariado, surgían centros de la intelectualidad en defensa de la cultura, asociaciones femeninas, entidades juveniles (…).”*
Aun así, sólo después de la reunión del Comité Central, realizado en mayo de aquel año, fueron derrotadas las posiciones sectarias en la dirección del PCB, que proponían “soviets de obreros, campesinos, soldados y marineros”, que restringían los sectores medios (pequeña y media burguesías). Fue sancionada la defensa del Gobierno Popular Nacional Revolucionario (GPNR), sintetizado en la consigna sugerida por la IC: Todo poder a la ANL!
En el célebre manifiesto de 5 de julio3 de la ANL, Prestes señala ardorosamente la necesidad de un Gobierno Popular Nacional Revolucionario, apuntando el levantamiento armado del pueblo como único camino para su construcción. Es a partir de ahí que la consigna de un Gobierno Popular Nacional Revolucionario es adoptada oficialmente por la ANL. Con el manifiesto de 5 de julio la consigna Todo poder a la ANL! es lanzada para todo país.
El PCB lucha por asegurar la independencia del proletariado y combate las influencias reformistas y legalistas en el seno de la ANL. En artículo publicado en el periódico A Clase Operaria, el comunista Lauro Reginaldo da Roca (Bangú) combate las ilusiones de resolver “la situación nacional dentro de los cuadros del actual régimen, con Getúlio u otro Getúlio cualquiera en el gobierno, dentro de la orden y de la ley feudal-burguesa”.
Bangú prosigue enfatizando la importancia del campesinado como aliado fundamental del proletariado: “Al proletariado cabe la tarea de estar vigilante e iniciar las luchas con su fundamental aliado: los campesinos, contra los grandes señores de tierras y contra las empresas imperialistas, conquistando en el proceso de esas luchas la hegemonía en las luchas por la liberación nacional del pueblo brasileño”4.
El Partido Comunista predica abiertamente la lucha armada por el poder, consigna que inmediatamente será adoptada por la propia dirección de la ANL ya en mayo de 1935: “Lo que nosotros, de la ANL, proclamamos es la necesidad de un gobierno surgido realmente del ‘pueblo en armas’”, esclareciendo a continuación que “el GPNR no significará la liquidación de la propiedad privada sobre los medios de producción, ni tomará bajo su control las fábricas y empresas nacionales“5.
La reacción recrudece
“Cuando apenas había completado tres meses de funcionamiento legal, en julio, el gobierno decretó el cierre de la ANL, bajo la acusación de que proyectaba ‘un plan comunista para la toma del poder’. (…) El nazi Filinto Müller, jefe de policía de Vargas, desencadenó inmediata y drástica persecución no sólo a los militantes aliancistas como a los dirigentes de sindicatos independientes y demás organizaciones democráticas. Sedes fueron allanadas; activistas presos y encuadrados en la Ley de Seguridad como ‘subversivos’, ‘agentes rojos a sueldo del extranjero’.
Al mismo tiempo, el gobierno y la reacción continuaban apoyando por todos los medios los bandos integralistas. Crearon una policía especial objetivando esparcir el terror, aumentaron los efectivos de la policía política. Por su parte, el Ejército y la Marina se dedicaron a expurgar suboficiales y oficiales sospechosos de antifascismo, se apresuraban para prevenir cualquier intento de la protesta popular.” *
La insurrección de noviembre
Al decretarse la ilegalidad, la ANL sufre gran reflujo. El partido toma la decisión de desencadenar el levante armado antes de recuperar su movilización. Pomar relata los acontecimientos de la situación dramática que se había creado para el partido. Dice él: “El Partido Comunista no vaciló: resolvió preparar y desencadenar la insurrección armada. (…) en noviembre, sintiendo que los acontecimientos se precipitaban, contando con la influencia de la ALN entre soldados y oficiales de las Fuerzas Armadas y juzgando que el nombre de Prestes galvanizaría el Ejército, la dirección del Partido apresuró el desenlace de la acción armada y lanzó el lema de Gobierno Nacional Popular Revolucionario, con Prestes al frente.
En 23 de noviembre irrumpió en Natal, Río Grande do Norte, la sublevación de los soldados, cabos y sargentos del 21º BC, allí acuartelado. Diversos sectores de la clase obrera y del pueblo, que ya venían realizando huelgas y manifestaciones reivindicatorias y antiimperialistas, se juntaron inmediatamente a los rebelados (..) Los revoltosos aprisionaron los agentes del gobierno que no consiguieron huir. Se instauró aquel día el primer gobierno popular revolucionario de la historia del país.
Componían el nuevo gobierno: el zapatero José Praxedes, encargado del aprovisionamiento; el sargento Quintino Clementino de Barros, de la defensa; el empleado público Lauro Cortes do Lago, del interior; el estudiante João Galvão, de los transportes; y el operario de los Correos y Telégrafos José Macedo, de las Finanzas. Las medidas iníciales adoptadas por el Gobierno Revolucionario se destinaron a baratear los precios de los géneros alimenticios y de las tarifas de los transportes, a moralizar la administración pública, a movilizar fuerzas para el proseguimiento de la lucha armada.
Las masas populares se exultaron con el triunfo, confraternizaron con los insurrectos, les dieron completo apoyo (…) Rápidamente el movimiento se extendió a las ciudades del Ceará. Se pensaba llevarlo a todo interior del Estado y a Pernambuco, cuyas tradiciones revolucionarias permanecían vivas.
En la mañana del día 24 de noviembre, en Pernambuco, se sublevó el 29º BC próximo a Recife. Pero el levante fue sólo parcial. También el vigoroso movimiento obrero y popular de la combativa huelga de los ferroviarios de la Great Western, no había tenido tiempo de tomar armas. Y los insurrectos del 29º BC, aunque portándose con extrema bravura, quedaron aislados y tuvieron que, al final, se rendir.
Al saber de esos acontecimientos, la dirección nacional del partido juzgó sobre su indeclinable deber de prestar solidaridad a los revolucionarios del Nordeste, fortalecer la lucha que se había iniciado. Se decidió de inmediato lanzar al combate las fuerzas bajo su influencia en Río de Janeiro y en otros Estados.
La reacción ya estaba alarmada y se prenunciaban batallas durísimas. “Aun así, en la madrugada de 27 de noviembre, se llevo a cabo el levantamiento de numerosos contingentes de soldados y oficiales del 3º Regimiento de Infantería y del Regimiento Escuela de Aviación, dos de las más importantes unidades militares de Río de Janeiro.
Los núcleos aliancistas y las células comunistas en esas unidades ejecutaron sin vacilaciones, con intrepidez, las directivas del Partido y de la ANL. Los combates, como se preveía, fueron violentísimos. La reacción concentró rápidamente efectivos varias veces superiores, a fin de cercar y atacar los regimientos sublevados (…) Después de casi diez horas ininterrumpidas de lucha los sublevados tuvieron que rendirse.
Ese mismo día 27, el movimiento insurreccional de Río Grande do Norte también cesó prácticamente, ante el ataque de fuerzas inmensamente superiores (…) Algunos grupos guerrilleros que aún subsistieron en el interior del Estado, sin experiencia y sin confianza en este formidable método de lucha, acabaron entregándose o dispersándose.(subrayado nuestro)
Después de cuatro días, durante los cuales despertaron la esperanza y el entusiasmo de las grandes masas explotadas y oprimidas, trabaron batallas heroicas los combatientes antifascistas, con los comunistas al frente, fueron batidos, temporalmente puestos fuera de acción.
Sobre los revolucionarios derrotados recayó el pesado y cruel castigo. Fusilaron sumariamente varios soldados prisioneros. Los que sobrevivieron fueron recogidos a presidios, islas, navíos, etc. Eran miles. Vargas reclamó y obtuvo del Congreso el estado de sitio para todo el país.
Enseguida, levantaron un coro de calumnias con el propósito de difamar la conducta de los revolucionarios; difundieron que habían asesinado oficiales a sangre fría, violentado mujeres, etc. La verdad, sin embargo, según testigos insospechables, es que los revolucionarios actuaron con gran generosidad, y siempre respetando los prisioneros.” *
Con la derrota, prácticamente toda la dirección del PCB es prendida. El dirigente comunista alemán Harry Berger, es sometido a las más bárbaras torturas que se tiene noticia, resiste bravamente hasta perecer de sus facultades mentales. “Berger entregó a nuestro pueblo no sólo su vida, pero toda su razón”. Su compañera Elise Saborowski fue entregada junto con Olga Benário a la Alemania nazi, donde son asesinadas en un campo de concentración. El comunista estadunidense Victor Allen Baron es asesinado en la tortura.
El golpe fascista del Estado Nuevo
A la derrota del levantamiento se siguió la profunda desarticulación del partido, siendo sus comités regionales, con excepción del de Bahia, totalmente desmantelados y el comité central tomado por provocadores y policías. Sólo poco a poco y principalmente con el inicio de la Segunda Guerra Mundial que el partido volverá a articularse.
“De 1936 para 1937, la amenaza ‘comunista’ parecía de tal modo inexistente que el ministro de la Justicia ordenó la liberación de los presos aliancistas, con excepción de los más implicados, de los jefes. Bastó, sin embargo que las corrientes populares comenzaran a dar señal de vida para que todo el panorama repentinamente volviera a quedar sombrío.”*
Atemorizadas, las fuerzas reaccionarias desencadenan el golpe fascista de 10 de noviembre de 1937, que instaura el llamado Estado Nuevo, con una Constitución basada en modelos fascistas. Vargas tuvo que recurrir a la invención del famoso Plan Cohen6 para justificar el Estado Nuevo. En 1940, en el apogeo de las victorias de Hitler, Vargas saludaría la nueva era fascista.
Este golpe se dirige fundamentalmente contra los comunistas, sometidos a un régimen de terror, y alcanza vastos sectores populares y personalidades democráticas.
El PCB, aún en estas durísimas condiciones con sus cuadros prendidos e incomunicables en las calabozos fascistas, además de profundamente infiltrado, defiende sus organizaciones luchando contra el terrorismo estadonovista y continúa liderando la campaña antifascista, como la movilización para la guerra contra el Eje7.
Sin embargo, aunque exaltase la insurrección de 35, la dirección del partido va abandonando los objetivos revolucionarios y se limita a reivindicaciones más inmediatas, caminando paulatinamente para el nacional-reformismo.
Imperecederas lecciones
No obstante los heroicos éxitos, la política del PCB y su trabajo de frente único padecieron de serias debilidades, que lo condujeron a la derrota. Especialmente subestimó y despreció el campesinado. Aunque el PCB haya avanzado en comprender las fuerzas motrices y el carácter de la revolución, la construcción de la ANL fuera prácticamente restricta a los grandes centros urbanos. El partido, aunque continuadamente reiterara el papel de los campesinos, no se había lanzado seriamente en su movilización y organización.
Tampoco, la lista de las clases que componían el frente único, identificó el papel de cada clase en el seno del frente, así como el contenido antifeudal de la revolución, relegando en la práctica el papel del campesinado en el proceso revolucionario, no sólo como aliado seguro, pero como fuerza principal a ser dirigida por el proletariado.
Veamos que en su informe al VII Congreso de la Cominter, Dimitrov, esclareciendo el sentido concreto que debía tener el frente único en los países sometidos al imperialismo, y particularizando el nuestro, decía: “En el Brasil, el Partido Comunista, que construyó una base correcta para el desarrollo del frente único anti-imperialista con la fundación de la Alianza Nacional Libertadora, debe hacer el máximo de esfuerzos para extender aún más este frente y atraer, antes y por encima de todo, las masas de millones de campesinos con el propósito de orientarlas en la formación de unidades del ejército popular revolucionario devotado hasta el fin al establecimiento del poder de la Alianza Nacional Libertadora“(subrayado nuestro).*
“También el inolvidable Harry Berger insistiría en la importancia de la actividad entre las masas rurales. Berger, dirigente comunista alemán que la Internacional Comunista le incumbió ayudar en la lucha de los trabajadores brasileños, en cuanto llegó al Brasil pasó a estudiar personalmente la experiencia del surgimiento de las Ligas Campesinas y de guerrillas en la región del Bajo São Francisco, en Alagoas.”
Argumentaba que “en cuanto los comunistas no se conectaran a las masas campesinas y conquistaran su apoyo, sería imposible obtener la victoria, así como la dirección del movimiento revolucionario por el proletariado“* (subrayado nuestro).
El camino de la revolución
Como muy bien afirmó Pedro Pomar, donde más fuertemente se manifestaron las deficiencias ideológico-políticas del partido fue en la concepción y en el método de la lucha armada, que se resumen a la estrategia y táctica en la lucha por el poder. “(…) El Partido, sin embargo, confiaba en una victoria fácil, no llevando en cuenta la realidad, la correlación de fuerzas desfavorable y la propia época imperialista.”
El PCB, aún muy influenciado por las posiciones “tenentistas”, sobreestimó el peso de su apoyo y papel de la lucha en los cuarteles. Además subestimó el impacto producido por la ilegalidad de la ANL, que había hecho que miles de núcleos y militantes desaparecieran de la noche a la mañana.
Aunque los manifiestos y lemas hayan sido un importante instrumento de movilización, convocando las masas de forma clara y ofensiva, estos no encontraban organizaciones de combate estructuradas a la altura de estas tareas. Esto tanto a nivel de los núcleos de la ANL, pero también, y principalmente, en cuanto a la preparación aunque embrionaria de un ejército popular revolucionario.
Al propugnar el lema del GNPR y deflagrar el movimiento, el PCB y la ANL enfrentaron no sólo grupos de poder muy bien encastillados, pero con la propia de sustentación del capitalismo burocrático en el país – el latifundio, la gran burguesía y el imperialismo – lo que inevitablemente ya colocaba, dada la correlación de fuerzas, la necesidad de un proceso prolongado con el cual las fuerzas del pueblo podrían paso a paso, del pequeño al grande, ir fortaleciéndose en el combate a la reacción, enflaqueciéndola paulatinamente hasta invertir esa correlación de fuerzas.
Aunque la inevitable derrota se produjera en las capitales, estas podrían hacerse sólo derrotas parciales, si el partido disponiendo de una dirección justa, convirtiera todo el trabajo acumulado en la continuación de la insurrección a través de la guerra de guerrillas en el campo; construir paso a paso un ejército guerrillero popular para derrotar parte por parte el enemigo, transformando así el fracaso del asalto al poder de noviembre en una exitosa guerra prolongada.
Veamos que, en documento de balance, de junio de 1936, el Comité Central del PCB da importantes indicaciones de los errores cometidos: “En caso de fracaso en los demás puntos del Nordeste, prepararse para el proseguimiento de la lucha armada en puntos estratégicos del interior y donde las condiciones fueran más favorables para la guerra de movimiento, creando guerrillas en todos los puntos recorridos.”
Recordemos que en este mismo periodo (de 1934 a 1936) había ocurrido la Larga Marcha en la China. Y las ideas de Mao Tsetung sobre la guerra popular y el cerco de la ciudad por el campo ya habían triunfado en el Partido Comunista de la China, en enero de 1935 en la reunión ampliada del Buró Político en Tsunyi, cuyo aprendizaje es de valor inestimable para todos comunistas y de vigorosa vigencia en la actualidad. El PCCh, delante de la derrota de la insurrección obrera de Xangai en 1927, con la traición de Chiang Kai-shek y la masacre de decenas de miles de comunistas, se había volcado para el campesinado bajo el liderazgo de Mao Tsetung, que había organizado el Levantamiento de la Cosecha de Otoño. Bajo esta base, el PCCh irguió un poderoso ejército de obreros y campesinos que, a través de la guerra de guerrillas estableció la primera base de apoyo revolucionaria en las montañas Tchincan, expandiéndola a otras regiones, resolviendo así problemas claves para la revolución en los países dominados, como la cuestión de la revolución de nueva democracia, del frente único revolucionario, de la construcción del ejército popular, de la guerra popular y de su carácter prolongado.
Berger inclusive, “durante los cursos de formación política, hacía brillante exposición acerca de la revolución en la China, donde había estado antes, explicando las razones de la hoy llamada Gran Marcha, cuando el ejército de Mao Tsetung y Chu-Te se desplazaron para el interior, donde se encontraban cercados por las tropas de Chiang Kaichek a fin de colocarse en la retaguardia de las tropas invasoras del Japón, colocando estas entre dos fuegos y organizando así lo que se ha denominado Guerra de Resistencia anti-Japonesa, que propició la organización del Gobierno de Coalición en Tchumking”.8
Pero el PCB, sufriendo aún de las influencias de su origen y de una poco sólida asimilación del marxismo-leninismo, no supo aprender y considerar esas preciosas lecciones.
Un marco histórico
En su balance Pedro Pomar afirma:
“En 1935, las masas dieron un salto en su conciencia sobre la necesidad de la revolución, al percibir que esta debe ser obra de ellas propias, de su iniciativa, de su unidad, de sus sacrificios, de sus acciones combativas, de una orientación justa. (…)
La importancia extraordinaria de la insurrección de 35 reside en el hecho de que por primera vez situó en forma concreta, en términos prácticos, para los militantes comunistas y las fuerzas populares, la tarea de la preparación y del desencadenamiento de la lucha armada.
En ella fueron postulados por primera vez y de manera nueva los problemas esenciales de la revolución brasileña, en la fase actual, mejor caracterizadas sus fuerzas motrices y sus enemigos fundamentales, indicando el camino del frente único y el de la lucha armada, así como revelada la fisionomía de su verdadero dirigente, el proletariado revolucionario, guiado por el Partido Comunista del Brasil.”*
Notas:
*Pedro Pomar, A Gloriosa Bandeira de 1935, periódico A Clase Operaria nº 102, de noviembre de 1975.
1 Integralistas-miembros de organización brasileña de orientación fascista y con dispositivos paramilitares, fundada por Plínio Salgado. Utilizaban uniforme militar verde y usaban el saludo en tupi-guaraní Anauê!. Eran conocidos irónicamente por gallinas verdes.
2 Prestes desde el término de la Columna entabló discusiones con el PCB y el Buró Sudamericano de la Cominter en Montevideo, y después, en Moscú donde residió, siendo aceptado como miembro sólo en 1934.
3 El 5 de Julio era una fecha memorable de la lucha anti-oligarquías en el país, fuera en 5 de julio de 1922 el Levante del Fuerte de Copacabana y de 1924 la revolución en São Paulo, episodios que conformaban el Movimiento Tenentista que dio origen a la Columna Prestes.
4 “El Gobierno Popular Nacional Revolucionario y su programa”, mayo de 1935 Archivo Getúlio Vargas (AGV).
5 A Clase Operaria nº 180, de 1º de mayo de 1935.
6 Plan Cohen – Una supuesta maniobra comunista para la tomada del poder a través de asesinatos e invasión de hogares. El Plan no pasaba de un fraude para justificar el golpe de Estado. Frente a la supuesta “amenaza roja”, el gobierno pidió al Congreso la declaración de estado de guerra, concedido en 10 de octubre de 1937.
7 Fuerzas del Eje – denominación dada a la coligación nazi-fascista formada principalmente por Alemania, Italia y Japón.
8 Lima, Heitor Ferreira. Caminos recorridos – memoria de militancia. São Paulo, Brasiliense, 1982. Pg. 200.
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