1959, Desierto de Gobi, China. Remotamente alejados de cualquier poblado o carretera, miles de soldados ansiosos aguardan las palabras de su comandante. Las tropas habían viajado por un largo periodo siguiendo solamente una directiva: "No pregunte qué hacemos, no pregunte adónde vamos".
La sigilosa misión les será revelada. Ya vencieron los japoneses y salieron victoriosos de la Revolución.
— Camaradas — dice el comandante — La guerra interna en China acabó y la externa también. Ustedes no pueden celebrar la victoria, ni pueden volver para casa. Bajo mando, siguieron el Partido hasta el Desierto de Gobi. Nuestras familias no saben dónde estamos, ni siquiera saben se continuamos vivos. Algunos de ustedes fueron para Corea del Norte a los 15 años aún niños. Ahora volvieron sanos y salvos. ¿Deberían ir para casa a contar a sus madres? Sí. Pero no pueden. Se trata de un secreto de Estado. Otros, en esa edad, deberían volver para casa para cuidar de sus nietos. Pero yo los mantuve para trabajar con nosotros, en este gran desierto, para luchar contra el frío, las tempestades de arena, para comer comida salada y beber agua salobre. ¿Por qué? Porque en la Guerra de Corea, los americanos nos provocaron* con un juguete que tienen hace años. Amenazaron explotarnos en pedacitos. Los soviéticos no nos ayudarán. Sin ella nunca nos impondremos con orgullo ni tendremos seguridad. No podemos bajar la cabeza. Entonces el Consejo Militar Central me ordenó que dividiera este secreto con ustedes, aquí en el Desierto de Gobi. ¡Con nuestras propias manos y nuestro propio esfuerzo construiremos la bomba atómica de China!
Y la multitud gritó: "¡Construir la bomba atómica! ¡Con orgullo! ¡Honra para el presidente Mao! ¡Contribuir para nuestro país! ¡Camaradas, enfrente!"
Así con mazas, palas y otras herramientas rudimentarias los bravos soldados comenzaron a erguir la infraestructura de un emprendimiento que, en tales condiciones, podría parecer imposible de alcanzar éxito, pero no para los comunistas chinos.
Cuando la Unión Soviética abandonó el marxismo-leninismo cayendo en el revisionismo aparecieron diferencias ideológicas irreconciliables que culminaron en la ruptura con la China. Numerosos acuerdos políticos, militares, económicos y culturales fueron cancelados. Uno de esos acuerdos en marcha era la ayuda para el desarrollo de la bomba A en China. En 1959 llegó la orden de Moscú para que los científicos soviéticos abandonaran el proyecto.
En un primer momento los físicos chinos se quedaron desolados con el fin del trabajo. Pero la directiva no tardó: "continuaremos sin los soviéticos". Los estudios conjuntos habían parado en una fase inicial, y antes de partir los rusos quemaron lo que había sido desarrollado hasta entonces. Y por ahí comenzaron los chinos, se dedicaron a restaurar cualquier vestigio salvo del fuego: fórmulas, plantas, esquemas. Un rompecabezas incompleto y chamuscado, pero con datos que podrían ser decisivos más adelante. Centenares de científicos de diversas áreas fueron convocados.
Aunque se trataba de una prioridad nacional, China, aún era un país muy pobre, no podía suministrar muchas condiciones. Todo el equipo poseía sólo una calculadora mecánica que ellos llamaban de "computadora". Las ecuaciones complejas, los miles de cálculos infinitesimales repetidos una y otra vez, fueron resueltos con un instrumento milenario: el ábaco.
Cuando la base teórica había superado la fase inicial y las instalaciones del Desierto de Gobi lo permitieron, el núcleo de los científicos se mudó para allá.
La llegada de los científicos a la Base fue una fiesta que renovó las energías de los soldados. Ahora podían ver su esfuerzo como parte de algo mucho mayor. Con orgullo, se presentaron las unidades de soldados trabajadores, de transportes, de meteorología…
Los científicos también estaban emocionados. Acostumbrados a la frialdad de los números, inmediatamente percibieron que ese no sería apenas un laboratorio gigante a cielo abierto, donde colocarían en práctica sus teorías. La vibración de toda aquella gente los hizo sentir que la fuerza del pueblo era mayor que la ciencia.
Los tiempos que se siguieron fueron muy duros. Las condiciones extremas del desierto, las dificultades propias del emprendimiento. A eso que era esperado se sumaron otros problemas que los llevarían al límite de lo soportable. El servicio secreto yanqui había tomado conocimiento del emprendimiento y existía el peligro de ser atacados. En el comienzo de la década de 1960, durante tres años seguidos las cosechas fracasaron en China llevando la población a una crisis alimentar. En la Base, el hambre que asolaba el país era sentida con más gravedad por las dificultades del transporte. Miles quedaron enfermos. Cuando no tenían más comida para racionar pasaron a hacer una especie de sopa con hojas colectadas de los pocos árboles en kilómetros de desierto. Aún así continuaron unidos: no se estableció ningún privilegio alimentar que diferenciase soldados, científicos u oficiales.
Finalmente, en la mañana del día 16 de octubre de 1964, la bomba fue detonada con éxito desde el alto de una torre. Habían conseguido en sólo cinco años, bien menos que lo necesario para yanquis y soviéticos, sorprendiendo el mundo, encontrando soluciones diferenciadas y más económicas.
Más que la historia del desarrollo de una bomba, esta es la prueba de la fuerza inconmensurable de un pueblo determinado y unido por la ideología del proletariado y dirigido por un partido revolucionario.
De esta manera la película china Roaring Across The Horizon de Chen Guoxing (en DVD salió titulada El Nacimiento) nos relata un pasaje histórico prácticamente desconocido en occidente.
Menos de tres años después ya dominarían la bomba H y tendrían listo un eficiente sistema de defensa. El jefe de Casa Branca en la época, Lyndon Johnson, alertó al mundo sobre el peligro que representaba una China roja nuclear para "el mundo libre". China, que en el pasado había sido víctima de invasiones de Inglaterra, Portugal, Francia, Alemania, Rusia zarista, Italia, el Imperio Austro-Húngaro y Holanda, sólo para citar los países europeos, ahora finalmente podría ser dueña de su destino. Jamás China, mientras era realmente revolucionaria, hasta 1976, amenazó usar sus armas nucleares a no ser en su defensa territorial.
¿Usted sabía?
Aprovechando el tema de las armas nucleares y de la reacción escandalizada de la "comunidad internacional" a las ambiciones de Irán y Corea del Norte en los días de hoy, es bueno que se reflexione con que hipocresía son tratadas las cosas dependiendo de la situación: los dos países que se atribuyen la mayor autoridad moral para imponerla son USA y Japón. El primero por el bizarro privilegio de ser el único país que tiró bombas en los otros. Por su parte, Japón por ser la víctima. Pero Japón aparentemente no cometió su atentado nuclear apenas por el hecho de no tener la bomba. En 1965 el entonces primer ministro de Japón, Eisaku Sato (que en 1974 ganó el Premio Nobel de la Paz por su compromiso contra las actividades nucleares), pidió secretamente a USA que tirase bombas nucleares "inmediatamente" en China en caso de conflicto sino-nipón, llegando a liberar el uso de sus aguas territoriales como punto de lanzamiento. (Fuente: Ministerio del Exterior japonés— documentos secretos liberados en 2008).
*En realidad las primeras amenazas yanquis de agresión nuclear a China habían acontecido bien antes, luego después de la Revolución, cuando se dirimía la disputa con Taiwán por unas pequeñas islas. Según documentos liberados recientemente por USA, el Pentágono recomendaba su uso.