Entrevista con el filósofo Vladimir Safatle: ‘La democracia liberal murió, el pacto de clases desmoronó’

Para Safatle, a conciliação de classes foi produto do medo de que o proletariado tomasse o caminho da luta revolucionária

Entrevista con el filósofo Vladimir Safatle: ‘La democracia liberal murió, el pacto de clases desmoronó’

La Redacción de AND  recibió, en su sede, el filósofo y profesor Vladimir Safatle para una entrevista sobre la situación política nacional. El profesor fue claro y conciso en definir esa vieja democracia como algo muerto, desmoronado.

Para Safatle, tal régimen político de conciliación de clases (que surge como “resultado de un miedo de que la clase obrera desertara el capitalismo y entrase en otra vía” – en las palabras del profesor) muere y, en su lugar, la que mejor puede cumplir la tarea de maniobrar la vieja orden es la extrema-derecha. Él analiza que probablemente lo que nos espera en el futuro es “un autoritarismo abierto”. En ese sentido, es preciso ruptura o, en sus palabras: “La izquierda revolucionaria necesita prepararse para esos escenarios”.

AND: ¿Qué piensa usted de la repercusión pesimista que tuvieron las jornadas de 2013 entre sectores de la intelectualidad?

Vladimir Safatle: Las jornadas de 2013 son realmente un marco de la vida política del país y un divisor de aguas. Usted percibe claramente, dependiendo del posicionamiento delante de las protestas de 2013, quienes están dentro de un proceso de apertura para otras formas de experiencia social y aquellos que tienen una visión muy defensiva, de preservar el mismo modelo de gestión social, económico y político que fue implementado de modo más o menos igual desde el fin de la dictadura militar. Yo siempre defendí que allí estábamos jugando los próximos capítulos de la historia nacional y que no tenía ningún sentido temer esa toma de las calles por la población, por más que fuese un proceso contradictorio, con varias fuerzas, como fue desde el principio – porque eso es absolutamente natural.

Marx, en el 18 de Brumário, intenta entender como una revolución popular, en 1848, pudo generar Napoleón III, o sea, como pudo generar el fortalecimiento cínico de un poder imperial, extremadamente violento y reaccionario. Fue como en 2013. Y es un síntoma muy claro de que la izquierda brasileña no entendió eso. ¿Dónde la izquierda brasileña, o sus sectores hegemónicos, donde estaban? Estaban lejos de una posibilidad de escuchar las calles, pero lejos también de actuar a través de ellas.

Esas manifestaciones, su espontaneidad expresan el rechazo a seguir un modelo institucional vigente. Eso es claro. Obvio que ese rechazo puede dar en cosas diferentes: en una regresión social, de cuño protofascista, o en una transformación revolucionaria efectiva.

AND: ¿Cuáles son las perspectivas para la próxima elección?

VS: En las próximas elecciones, la extrema derecha – que se despegó de la derecha en Brasil – no tiene miedo de hacer el debate ideológico y ella va a usar eso, transformará la próxima elección en plebiscito del gobierno, y va a colocar las pautas nacionales. Y, si el gobierno se sentir plebiscitado, él va a colocar la quinta marcha y partir para cima de todo el mundo. Creo que es importante la izquierda revolucionaria prepararse para esos escenarios.

AND: ¿Qué piensa usted de la lógica del gobierno actual y como la izquierda puede actuar?

VS: Esto que ahí está no es un gobierno, es un movimiento. No es la lógica de un gobierno que está en operación, pero sí la de un movimiento, tanto que el tópico central no es “vean lo que nosotros estamos haciendo”, pero sí “vean como yo no consigo gobernar”. Y entonces dicen que es porque el “poder Legislativo me impide”, “el poder judicial me impide”, “la burocracia me impide”. ¿Eso por qué? Porque él quiere desmontar el resto y tener un poder absoluto.

Dígase de pasada, esa era la lógica fundamental del Estado fascista italiano. Concretamente, en Italia, hasta mediados de los años 1930 el gobierno tenía resultados económicos mediocres, ¿y cuál era la lógica fundamental? El Estado no nos permite gobernar. En ese sentido, es claro que la respuesta de la izquierda tiene que ser otra.

Los sectores hegemónicos de la izquierda brasileña no están preparados para actuar en este momento en el cual es preciso actuar en múltiples frentes. Aún los grupos que actúan son minoritarios. Tenemos un país con una gran energía, y ella está presente en todos los momentos. Hay grandes manifestaciones, espontáneas y que funcionan en red, sin un gran grupo por atrás, pero falta algo que reverbere. El pueblo brasileño no salió de las calles desde 2013, son seis años en esa tonada, pero aún no se produjo el acúmulo, hasta ahora – lo que no significa que no pueda producir, pero necesitamos pensar por qué no se produjo hasta ahora ese proceso irreversible, de consolidación de una conquista. Esa es la cuestión central.

AND: ¿Cuáles son las perspectivas para las luchas de las masas para el Brasil y el mundo?

VS: Nosotros estamos viviendo un momento de grandes insurrecciones populares en todo el mundo. Chile, Ecuador, Líbano, Irak, Francia – donde se practica una verdadera batalla de trincheras, a más de un año, con manifestaciones toda semana –, y esas insurrecciones tienden a propagarse. Y Brasil es un barril de pólvora. Y él lo es porque está sometido a una explotación económica de tipo primario. Las dinámicas de concentración recuperan lógicas de la acumulación primitiva, con achatamiento de salarios y profundización de procesos arcaicos de trabajo, con degradación de la estructura jurídica de defensa del trabajo hasta el punto de usted destruir la propia oportunidad de jubilarse para 60 millones de personas. Todo eso demuestra claramente que esa situación general es insustentable.

Imaginar que nada ocurrirá en Brasil es cometer el mismo error de 2013. En 2012, todos decían que era un “mar de tranquilidad”. Decían: “está todo tranquilo”, “somos el país del BRICS”, “economía sólida”, “distribución de renta”, y toda aquella historia de “quinta economía del mundo”, “copa del mundo repaginará nuestras ciudades”, ¡el progreso finalmente! ¿Y qué ocurre? Todo cae, todo desmorona. Y la izquierda gubernamental hasta ahora no entendió y mucho menos analizó su capacidad de respuesta.

AND: ¿Esa vieja democracia que nosotros vemos en el mundo, en su opinión, puede sobrevivir?

VS: Esa democracia liberal que estamos viendo es resultado del fin de la Segunda Guerra Mundial, después de la cual fue hecho un acuerdo. Allí se dijo para las clases obreras y trabajadoras: ustedes jugarán electoralmente y nosotros garantizamos un correcto ascenso social – ¡correcto! – y, para el otro lado, fue dicho: ustedes jugarán electoralmente y permitirán ese ascenso. Eso fue lo que llamaron de “Estado de bienestar social”, o “algo en el horizonte”. Fue el resultado de un miedo de que la clase obrera desertase del capitalismo y entrase en otra vía. Fue en esa época que ocurrieron luchas como mayo de 1968 – donde ocurrieron las mayores conquistas de las clases trabajadoras francesas –, las luchas obreras y el caos social e institucional en Italia y otras.

Ese bienestar social surgió tras eso y fue vendido como el sistema perfecto de gestión en el horizonte, como si no hubiera más pauperización y, como tal, estaría sobrepasada la lógica marxista de que el capital sólo se desarrolla con pauperización extrema que lleva a la lucha de clases. Muchos creyeron que eso estaba sobrepasado. Y, a propósito, eso era falso, pues ese bienestar social era colonial, sostenido económicamente en la opresión y explotación de las colonias, de los inmigrantes. Era lo siguiente: derechos para los trabajadores nacionales y barbarie para los “colonizados”.

Ese modelo desmoronó, y él desmoronó por las manos de los neoliberales. Era un sistema de pactos y, cuando los neoliberales entran, ellos lo hacen para quebrar los pactos y quiebran. Eso crea paulatinamente un alejamiento de los sectores más empobrecidos de la sociedad con esa estructura de Estado y eso explota ahora. Cuando los neoliberales retornan con fuerza total, ahora, el siglo XXI, ellos no pueden operar con ese sistema de expectativas. Ellos necesitan operar con el miedo y, siendo para operar con el miedo, la extrema-derecha opera mejor – por eso ella sube. Por lo tanto, esa democracia liberal murió, ella no puede más existir, ella no puede operar sus pactos.

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