Esclavitud infantil en la India

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Esclavitud infantil en la India

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Crianças trabalham e moram nas pedreiras com suas famílias

La India exporta grandes cantidades de productos manufacturados. Buena parte es producida por mano de obra infantil. La estimativa es de más de diez millones de pequeños esclavos. Empresas occidentales lucran con el bajo precio de esos productos falsamente certificados como “libres de trabajo infantil”

De una de las regiones más remotas y miserables de aquel país, regularmente un tren parte cargando niños desacompañados de los padres. Los adultos que los conducen acabaron de comprarlos, los secuestraron o engañaron sus familiares. En la periferia de alguna gran ciudad los venderán a talleres o a otros intermediadores.

Los periodistas alemanes Rebecca Gudisch y Tilo Gummel descortinan esta terrible realidad de nuestros días en el documental Esclavitud infantil en la India, presentado por el canal Odisea de la televisión española. Ellos viajan hasta las aldeas del interior de la India para conversar con los padres de los niños para ver la realidad de esas personas y entender cómo actúan los delincuentes. Niños que retornaron a sus casas después de liberados por sus ‘dueños’ por qué se habían accidentado en el trabajo y no les eran más útiles, cuentan lo que pasaron.

Provistos de cámaras ocultas, y mucho coraje, los periodistas siguen la ruta del tráfico.  Embarcan en el expreso de la esclavitud como es conocido el tren que conecta esa región a Nueva Deli. Es posible percibir por los rostros de los niños, aquellos que están siendo traficados. Algunos traficantes no se constriñen en admitir lo que están haciendo y dicen cuánto piensan lucrar con la carga humana.

Siguiendo informaciones, la periodista Rebecca, va hasta un barrio en el suburbio de Nueva Deli famoso por las incontables fábricas de ropas. En las callejuelas del lugar fácilmente encuentra los talleres y confecciones colmados de niños trabajando. Con jornadas de 11 a 16 horas por día, niños de ocho a doce años costuran cuentas, hacen acabamientos, tejen. De noche duermen en el mismo recinto. Uno de los talleres funciona en un sótano, donde los pequeños trabajan a luz de velas. En otra confección encuentra un niño bordando una camisa de la famosa marca Gap(esta empresa yanqui ya tiene otros casos comprobados de explotación laboral, inclusive infantil)

Al día siguiente, Rebeca acompañada de guardaespaldas, visita un taller que confecciona artículos de regalos, pero ahora se hace pasar por empresaria alemana, interesada en importar mercancías. El dueño del lugar muestra las instalaciones, dice que el trabajo a pesar de hecho por niños es de calidad y promete entregar cualquier pedido en el plazo, valorando el hecho de que todos viven allí mismo. Al tener certeza que el hombre mordió el anzuelo, pide para él referencias y le pregunta para cuáles empresas occidentales él exporta.  Con esos datos la periodista en una rápida investigación, encuentra en los catálogos de grandes emporios que actúan en USA y Europa los mismos artículos que estaban siendo confeccionados por los niños. Buscada en Alemania la empresa se dijo sorprendida y prometió abandonar ese abastecedor. La misma disculpa ira a repetirse por incontables veces con diversos importadores en este documental.

Ante la inercia de las autoridades, un grupo de activistas resolvió liberar niños por medio de redadas. El documental acompaña una de estas acciones. Primero hacen un levantamiento de los talleres y en la última hora, para evitar filtraciones, convocan un contingente policial (indispensable para dar legalidad a la acción). Comienza la operación por las callejuelas, saltando muros, irrumpiendo en varios talleres simultáneamente. Y los niños van siendo liberados a las decenas. Algunos intentan esconderse, pues sus ‘dueños’ les dijeron que los activistas en realidad quieren robar sus órganos. Poco tiempo después la operación tiene que ser suspendida por qué la información corrió y las fábricas de la región fueron vaciadas. Ese día fueron liberados 86 niños. El gobierno, por ley, tiene que compensar cada niño rescatado con un dinero equivalente a 300,00 euros, pero ninguno de los que el reportaje acompañó consiguió recibir el beneficio.
Y la parte más chocante del documental aún está por venir.

Por diversas veces resulta difícil concluir si para los niños el trabajo en familia es mejor o peor de que en la esclavitud.

El próximo paso es visitar las canteras de donde salen mármoles y granito para exportación. Niños muy pequeños con sus mazas van dando forma a los adoquines. Familias numerosas necesitan del trabajo de todos sus miembros para garantizar el sustento. Lo peor es que se vienen obligadas a vivir en las canteras y así, respirando el polvo de las piedras acaban enfermándose de silicosis, muriendo muy jóvenes.

Nuevamente la periodista se hace pasar por empresaria queriendo importar mercancías para Alemania. Con mucha persistencia y astucia ella consigue filmar las piedras desde los niños esculpiéndolas en India hasta en las obras concluidas en Alemania por grandes contratistas.

Las empresas alemanas exhiben los certificados de las piedras libres de trabajo infantil. Pero esos certificados falsos son muy fáciles de comprar. Y el gobierno hindú dice que no tiene condiciones de fiscalizar fuera de los grandes centros. En uno de los casos filmados una contratista alemana responsable por grandes obras de pavimentación colocaba en la página en internet que era certificada por la UNESCO. Sin embargo cuando la periodista fue a verificar percibió que se trataba del dudoso Club Unesco. Ese Club es dirigido por un poderoso juez hindú que admitió nunca haber visitado las canteras, pero que otorgaba los certificados por qué ‘confiaba en la buena fe de los empresarios’.

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