El día 14 de septiembre, centenares de haitianos protestaron en Puerto Príncipe, capital de Haití, exigiendo la salida inmediata de las tropas invasoras que tienen a la cabeza el ejército brasileño. En los días 28 y 29 miles de manifestantes fueron a las calles para denunciar los crímenes cometidos por la Minustah, como es llamada la misión “de paz” y exigiendo su retirada inmediata del país. En 4 de septiembre, habitantes del Complejo del Alemán fueron nuevamente atacados por tropas del ejército durante una fiesta que ocurría en la calle. La población protestó y fue brutalmente reprimida por los militares.
En los días siguientes, nuevas protestas tomaron las calles del Complejo exigiendo la salida inmediata del ejército y el fin del cerco militar a la población.
Ejércitos terroristas
La lucha de los oprimidos, por lo tanto, debe dedicarse a barrer todo este sistema capitalista y su aparato represivo, vía proceso revolucionario y, más aún, el Estado es por excelencia un instrumento de opresión en cualquiera que sea el modelo de Estado. De ahí que, siendo el objetivo final de los marxistas la liquidación de cualquier forma de explotación y opresión del hombre por el hombre es, por lo tanto y en último término la liquidación de cualquier forma de Estado.
En el cuadro actual de la lucha de clases a nivel internacional, en el cual el mundo se encuentra dividido entre un puñado de naciones opresoras/explotadoras y la gran mayoría de naciones oprimidas/explotadas, el ejército de ambos tipos de naciones no puede más que tener naturaleza derivada de la misma del Estado, o sea, un ejército agresor y terrorista como los ejércitos de los países imperialistas o ejércitos lacayos como los ejércitos de los países cuyo Estado se caracteriza por la semicolonialidad.
Las agresiones del USA, de Israel, de la Francia y de la Inglaterra a los pueblos del Irak, del Afganistán, de la Palestina y de Libia, sólo para citar algunas, son ejemplos claros de la naturaleza belicista de estos Estados y el carácter terrorista de sus ejércitos. Por otro lado, las coaliciones montadas por los organismos de terror del imperialismo como OTAN u ONU, a través de los cuales los países coloniales o semicoloniales ceden sus ejércitos para participar de la agresión imperialista, también son ejemplo del carácter sumiso de sus ejércitos en consonancia con la naturaleza del Estado.
Como una semicolonia, cuyo Estado es de carácter burgués-latifundista servil del imperialismo, históricamente el Brasil, como semicolonia inglesa, lanzó su ejército contra el pueblo paraguayo en el, tal vez, más vergonzoso episodio de nuestra historia. Tanto así, que el propio ejército mantiene guardado a siete llaves documentos de la guerra de Paraguay, aún pasados casi ciento y cincuenta años.
En la Segunda Guerra Mundial actuó bajo el comando del USA y después de esta, ya como su semicolonia y bajo su comando, envió tropas a la República Dominicana y al Canal de Suez y sólo no participó de la agresión a Corea por que fue impedido por el gran clamor nacional de repudio a la vergonzosa acción. En la continuación, consolidado tal vínculo, hoy, este ejército es nada más nada menos, que una sucursal del Comando Sur de las Fuerzas Armadas del USA.
Con oficiales entrenados en la mal afamada Escuela de las Américas y con la Escuela Superior de Guerra totalmente integrada a la Doctrina de la Seguridad Nacional (la doctrina derivada de la estrategia anticomunista de la Guerra Fría) el ejército brasileño dio muestras de su sumisión al participar de esas agresiones imperialistas y, además recientemente, a Haití. Sobre este último, ya estamos con siete años de ocupación.
Por la declaración del ministro Amorim, a favor de una retirada paulatina de las tropas, no se resuelve el problema, pues lo que los brasileños quieren y, principalmente, los haitianos, es la salida inmediata del ejército brasileño del territorio de Haití. Sabemos que el juego del USA es hacer con que ese “paulatino” sea igual a su retirada del Irak y del Afganistán, lo que no diverge con el discurso del ex guerrillero arrepentido José Genuíno, ahora como asesor especial del Ministerio de la Defensa al afirmar en el congreso del PT que, dijo: “Vamos a preparar una salida responsable, pero garantizando los derechos civilizatorios y humanistas para Haití“. Después de ser abucheado tuvo que volver al micrófono para retirar la palabra “civilizatorios” de su intervención.
Ejército lacayo
En el plano interno, no bastaron las intervenciones genocidas en los episodios del Contestado y Canudos, fue la principal fuerza reaccionaria contra los progresistas Movimiento Tenientista, Columna Prestes y el Levante Popular de 1935. Y esto para no citar el escabroso y protervo episodio de Porongos*.
Ya enteramente afinado con el anticomunismo de la doctrina de la seguridad nacional, tenía como objetivo principal combatir el “peligro rojo”, derivando de ahí su papel de policía política tanto antes como tras el golpe perpetrado en 1964, cuya ejecución siguió la orientación de la gran burguesía, del latifundio y del imperialismo yanqui, principalmente.
Elemento central del Estado terrorista implantado en 1964, el ejército y demás fuerzas armadas practicaron toda clase de barbaridades contra los ciudadanos brasileños, patriotas, que luchaban por la eliminación de la condición semicolonial a que estábamos sometidos y contra la explotación de la gran burguesía y del latifundio. Secuestro, tortura, asesinato, fueron prácticas triviales de los órganos de represión que extrapolaron los límites del propio país, como quedó comprobado con el desenmascaramiento de la denominada “Operación Cóndor”.
Después del régimen militar, cualquier amenaza a los privilegios del imperialismo y de las clases dominantes pasó a ser justificación para la presencia del ejército en las calles. Las generaciones más nuevas, por ejemplo, no asistieron la invasión de la CSN (Compañía Siderúrgica Nacional), y el asesinato de obreros de aquella empresa, en la huelga de 1988. Tampoco supieron de la explosión, en 1989, del memorial allí construido para homenajear los obreros asesinados.
Más recientemente, cumpliendo su papel de sucursal del Comando Sur yanqui, el ejército brasileño pasó a un nivel superior en su integración subyugada con USA al sustituir las fuerzas de ocupación yanquis en Haití y, a la vez, preparar tropas para intervenciones internas. Y hace esto en cumplimiento de la doctrina trazada por Bush y denunciada por el AND durante la visita de Obama al Brasil, la cual tiene como punto de partida la idea de que “las Américas están inextricablemente conectadas”.
La doctrina yanqui dice que el Estado debe hacerse presente en todos los espacios donde puedan surgir focos de rebeldía contra las instituciones establecidas. Así como viene ocurriendo en los Morros cariocas, marcados por episodios como el del Morro de la Providencia, donde jóvenes fueron entregados por el ejército para ser asesinados por grupos delincuentes rivales. O en el caso del Complejo del Alemán, cuya ocupación no tiene fecha para acabar, la acción del ejército cumple lo establecido por sus superiores yanquis en la represión a las masas populares, todas bajo pretexto de combatir delincuentes, posibilitando libre acción a los explotadores que bajo espurios proyectos como la Copa-2014 y Olimpíadas-2016 sangran los recursos de la nación.
La presencia de tropas brasileñas en Haití y en el Alemán es inadmisible, bajo cualquier punto de vista, a no ser el del fascismo más descarado. Allí los militares brasileños están cumpliendo el papel de policía invasora, reprimiendo y vigilando una población miserable y desvalida. La situación en relación a Haití y a los Morros cariocas tiene la misma base y, por lo tanto, necesita recibir el mismo repudio y la exigencia de Fuera el ejército brasileño de Haití y del Alemán.
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*Porongos: se refiere al local del episodio de la masacre, en 1844, del Cuerpo de Lanceiros Negros, formado por esclavos negros que lucharon al lado de la Revolución Farroupilha con la promesa de ganar la liberación. Fueron masacrados a traición por las tropas de Caxias, cuando el acuerdo poniendo fin al conflicto acertado con el líder rebelde general Davi Canabarro estaba sellado y el Cuerpo de Lanceiros Negros se encontraba acantonado y desarmado. En las palabras del héroe internacionalista Garibaldi, este regimentó era la fuerza militar más corajosa y combativa que había conocido.
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