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El pueblo trabajador de la favela de Jacarezinho, en la Zona Norte de Río de Janeiro, enfrentó 11 días consecutivos de cerco e invasión del aparato represivo del viejo Estado. Las operaciones sucesivas de las policías Civil y Militar, que el día 21/08 contaron con el apoyo de las Fuerzas Armadas, resultaron en siete personas asesinadas, por lo menos ocho heridas, incontables violaciones, suspensión de servicios esenciales como agua, energía, además de la suspensión de actividades de 15 escuelas de la región.
Los habitantes protestaron contra el bárbaro cerco y ataque a la comunidad, que se produce en medio a la política de genocidio contra el pueblo. Es parte de la guerra civil reaccionaria desencadenada por las clases dominantes.
Las policías Civil y Militar y la Fuerza Nacional, con el pretexto de “combate al crimen organizado”, ocuparon militarmente el Jacarezinho por primera vez el día 11/08, cuando un inspector de la Coordenadoria de Recursos Especiales (Core), Bruno Guimarães Buhler, conocido como Xingu, de 36 años, fue muerto en circunstancias aún no esclarecidas.
A partir de ahí, ininterrumpidas incursiones de tropas policiales fueron movidas contra las masas trabajadoras de la comunidad. En el penúltimo día del cerco, el viejo Estado desencadenó una mega operación, que contó con la utilización de blindados y de hombres del Ejército, de la Marina y de la Aeronáutica.
El terror policial sitió los habitantes en sus propias casas. Ellos fueron obligados a almacenar alimentos y remedios a lo largo de los 11 días, además de convivir con la restricción de servicios fundamentales, como acceso al agua, luz, transporte y recolección de basura. Las 400 toneladas de basura acumuladas, fuente de riesgo a la salud de los habitantes, sólo fueron removidas el día 21/08 por la Comlurb.
Siete asesinatos y protestas
El día 15/08, un habitante identificado como Sebastião Sabino da Silva, Tião, de 46 años, fue asesinado durante una incursión de la Policía Civil, que contó con auxilio de “caveirões”, los temidos vehículos blindados de las fuerzas de represión. La habitante Ana Carolina Pereira dos Santos, de 30 años, también fue alcanzada de raspón en el rostro y encaminada al Hospital General de Bonsucesso.
Tião vendía frutas y verduras en el momento en que fue alcanzado por tres disparos por policías. Segundo supo el AND, las balas partieron del helicóptero de la Policía Civil que sobrevolaba la comunidad.
“El tiro que acertó su Tião en el pecho fue de cima para bajo y lo destrozó”, afirmó un habitante que, por razones de seguridad, prefirió no revelar el nombre.
El entierro de Sebastião Sabino da Silva aconteció en el cementerio del Caju, Zona Norte de la ciudad, el día 17/08. Durante la ceremonia, la hija del feriante, Raquel Sabino, refutó la hipótesis de “bala perdida”, tan propagada por el monopolio comunicacional, y afirmó que los PM dispararon deliberadamente en su padre.
Ella denunció que los policías impidieron que su padre fuera socorrido, lo que hizo con que perdiera mucho sangre. Según su hija, el feriante quedó más de una hora caído en el suelo hasta que los habitantes consiguieron llevarlo para fuera de la comunidad.
En la misma noche de la muerte de Tião, habitantes realizaron una manifestación contra las operaciones policiales y bloquearon un tramo de la Avenida Don Hélder Cámara. Después de recorrer tramos de la vía, la protesta fue interrumpida por bombas de gas lacrimógeno al pasar frente a la Ciudad de la Policía, vecina del Jacarezinho. Los habitantes siguieron protestando en el interior de la comunidad y el reportaje del AND registró con singularidad los gritos de indignación contra el exterminio del pueblo pobre y negro.
Ya el día 20/08, decenas de personas organizaron en Manguinhos un acto que paralizó la Calle Leopoldo Bulhões y recorrió calles y veredas de la comunidad también situada en la Zona Norte. La protesta, que formó parte de la quinta edición de la Caminada de la Paz, pedía el fin de la agresión al pueblo de Jacarezinho.
Primera víctima del viejo Estado, el mototaxista André Luis Medeiros, de 36 años, herido en la pierna por tres tiros y llevado al Hospital Municipal Souza Aguiar el día 11/08, murió cinco días después.
Al punto de mototaxis del “Stuba”, donde André trabajaba, el clima entre sus compañeros era de consternación e indignación. Ellos contaron al AND detalles del momento en que el mototaxista fue baleado por primera vez. “El caveirão entró y dio un tiro en André desde allá”, cuenta un mototaxista apuntando para la entrada del Jacarezinho.
También el día 11/08, un niño de 13 años identificado como Yan Santos Fênix Ferreira fue baleado en la cuadril y llevado para el Hospital General de Bonsucesso. Hasta el cierre de esta edición, Yan estaba en proceso de recuperación. Moisés Martins Alves, con una herida en el hombro, tiene cuadro de salud estable.
La violencia perpetrada por el viejo Estado infernó durante más de una semana el cotidiano de los habitantes del Jacarezinho. Un hombre que se identificó al reportaje de AND como Carlinhos dijo que jamás había presenciado tamaña violencia contra la población de la comunidad y relató el criminal sitio que afectó buena parte de los 40 mil habitantes de la favela.
“Si yo estoy en casa, no puedo salir para la calle y, si yo estoy en la calle, tengo que quedarme del lado de fuera de la favela hasta pasar los tiros. No sólo yo como todos los habitantes”, explicó el vendedor de ropas.
Fuerzas Armadas actúan en la masacre al pueblo
Dando proseguimiento al cerco y a la violencia, las fuerzas de represión del viejo Estado invadieron, además del Jacarezinho, cinco otras favelas de la Zona Norte del Río el día 21/08 — Complejo del Alemán, Bandera 2, Parque del Arará, Mandela y Manguinhos. Los ataques también ocurrieron en otro punto de la misma región, el condominio Vivir Carioca. Tropas y policías partieron de la Ciudad de la Policía, localizada próxima a la favela del Jacarezinho, alrededor de 5h30.
El aparato movilizado fue de aproximadamente 5,5 mil agentes de las policías Civil y Militar, de las Fuerzas Armadas, de la Policía Federal (PF), de la Policía Rodoviária Federal (PRF), de la Fuerza Nacional, además de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), que utilizaron tres blindados de guerra y 41 patrulleros. No fue la primera vez que las Fuerzas Armadas actuaron en Río el mes de agosto. El día 5, el Complejo del Lins fue blanco también de una odiosa operación militar.
Habitantes del Jacarezinho tuvieron sus casas invadidas inmediatamente por la mañana. Con el bloqueo realizado por hombres del Ejército, Marina y Aeronáutica en toda la extensión de la comunidad, los trabajadores sólo pudieron dejarla a pie. A camino del trabajo, diversas personas, inclusive niños, fueron arbitrariamente revistadas, teniendo celulares, bolsas y mochilas examinadas por los agentes del viejo Estado.
En relato al Puente Periodismo, un habitante de Manguinhos afirmó que fue víctima de racismo por parte de militares del Ejército. “Un sargento, me llamó de mono”, denunció.
El día 25/08, habitantes extendieron una pancarta en el acceso principal de la favela con la siguiente frase: “Después que el viento se calma, es fácil guiar el barco, el Jacarezinho dice: fuera políticos oportunistas!”, era el recado del pueblo del Jacarezinho a los políticos que por allá estuvieron después del fin de la violencia policial.
Genocidio en las favelas es guerra contra el pueblo
La guerra civil reaccionaria movida por las clases dominantes contra el pueblo se desarrolla en medio a la profunda crisis que empuja el país para la barbarie, en una escalada de violencia en el campo y en la ciudad.
En el interior del país, esa guerra reaccionaria llevada a cabo por las fuerzas policiales del viejo Estado y pistoleros a sueldo del latifundio avanza contra campesinos, indígenas y quilombolas. Basta ver las masacres de Pau D’Arco, Colniza, la Operación “Paz en el Campo” y las megaoperaciones de “órganos ambientales” en el Norte de Minas y en Rondônia.
En las ciudades y periferias, esa guerra contra el pueblo se da por medio de incursiones y operaciones militares genocidas en las favelas. La guerra se profundiza con el uso de tropas federales y la intervención militar de las Fuerzas Armadas. En una situación de calamidad que afecta principalmente el pueblo pobre lanzado en el desempleo y a la falta de servicios públicos básicos, el viejo Estado usa todo su aparato represivo para bañar en sangre las masas empobrecidas.
Como dejó claro el Ministro de la Defensa, Raul Jungmann, en entrevista sobre la situación de Río de Janeiro, el día 27/07, “Vamos a ser claros: nosotros vamos a estar en una especie de guerra”.
Así, las Fuerzas Armadas reaccionarias enviadas por el cuadrillero Temer dan cobertura a la acción genocida de las fuerzas policiales civiles y militares del bandido Pezão. Se destaca en ese cuadro la mega operación de cerco contra el pueblo del Jacarezinho.
Pero, se engañan las clases dominantes en creer que van a derrotar la lucha de las masas con la represión, pues, como está expreso en la ley universal “donde hay represión, hay resistencia”. Si en las favelas el pueblo viene se levantado en protestas aún difusas, frecuentes y cada vez más conscientes contra esa política de genocidio de las masas profundas de nuestro pueblo, en el campo, las masas campesinas e indígenas avanzan consecuentes bajo la consigna de ‘Tomar todas las tierras del latifundio’, mostrando el camino de la organización y que sólo una Revolución Democrática puede salvar el país de la barbarie.