Cuanto más avanza la marcha del golpe de Estado contrarrevolucionario preventivo de las Fuerzas Armadas (FF.AA) en Brasil, más aparecen las divergencias en sus cúpulas como reflejo de las contradicciones en el seno de las clases dominantes locales de grandes burgueses y latifundistas.
Esta división histórica en el interior de las FF.AA. se explica por el carácter semicolonial y semifeudal de nuestro país, cuyo capitalismo atrasado se basa en una gran burguesía con capital de origen feudal, asociada al latifundio y subalternamente atada al imperialismo. Gran burguesía compuesta de dos fracciones: una compradora, conectada a los negocios y bancos; y una burocrática, originada de la fusión de este gran capital con el Estado, conformando capital monopolista de Estado. Esta fracción burocrática se diferencia por el hecho de servirse del Estado para fomentar sus capitales, por medio de financiaciones, renuncias fiscales y otros manejos del tesoro público.
La diferenciación política y las pugnas entre las fracciones de la gran burguesía y de los latifundistas, determinadas por la naturaleza semicolonial y semifeudal de la economía, tuvo origen en la imposición del pacto entre los señores de tierra de São Paulo y Minas que, con el advenimiento de la proclamación de la República, tuvieron sus oligarquías colocadas en el dominio político completo de un Estado burocrático lacayo del imperialismo inglés. Fue en el seno de la joven oficialidad que se expresó de modo más contundente las aspiraciones democráticas antioligárquicas haciendo emerger, en la forma de lucha armada, el Movimiento Tenentista en las décadas de veinte y treinta del siglo pasado.
A pesar de todo heroísmo e invencibilidad la Columna Prestes, que derivó en las rebeliones de 5 de julio de 1922 y 1924, su debilidad política (resultante de su eclecticismo ideológico) no condujo ni siquiera a su objetivo de deponer el gobierno oligárquico de turno de Artur Bernardes. Sin embargo, estremeció el país sacudiendo seriamente la república de los coroneles. Es ahí que el Movimiento Liberal, liderado por Vargas, adoptando las aspiraciones Tenentistas, puso fin a la “República Vieja” a través de un movimiento armado, apenas denominado de “Revolución de 30”.
La inmensa mayoría del Estado Mayor de la Columna había adherido al movimiento liderado por Vargas (que fue ministro de la hacienda del gobierno Washington Luis, bajo la vieja república). Luego los primeros años de 1930 parte de los Tenientes se vuelcan frustrados con Vargas, acusándolo de traicionar los ideales del movimiento, pasando a la oposición. De esta disidencia militar, juntando con sectores de la pequeña y de la media burguesía (incluyendo intelectuales), surgirá la Alianza Nacional Libertadora (ANL), dirigida por el Partido Comunista de Brasil, con un programa relativamente sólido propugnando la revolución nacional-democrática, agraria-antifeudal y antiimperialista. El carácter antiimperialista y antifascista (el fascismo ascendía en Europa e inmediatamente el gobierno Vargas a él adheriría, al tiempo que surgió un movimiento fascista organizado, la Acción Integralista Brasileña, los gallinas verdes) fue el punto de mayor cohesión en esta primera experiencia de frente único antifascista en el mundo.
Los Tenentistas que siguieron Vargas, reincorporados a las FF.AA. (no fueron pocos aquellos que ascendieron a altos puestos), pasaron definitivamente al campo de reacción al confrontarse con el Levante Popular de 1935. Allí, se unieron con los militares y con las fuerzas contra las cuales combatieron en armas durante toda la década de 1920 cuando eran parte del camino democrático. El anticomunismo se consolidó visceralmente como la ideología del camino burocrático, del cual las FF.AA. son la médula. Sin embargo, el pensamiento militar superficial y moralista de que la corrupción de los políticos es el mal del país se consolidó en el pos-guerra, ya bajo la tutela del USA, no se borraron las diferencias correspondientes a las fracciones burocrática y compradora de la gran burguesía y a los latifundistas. El nacionalismo burgués estrecho, montado en la ilusión de un “desarrollismo” sin ruptura con la dominación imperialista, se compone en el anticomunismo con los generales entreguistas de siempre, manteniendo la naturaleza de las FF.AA. de lacayo del imperialismo yanqui.
Así la historia del país ha atravesado sucesivas crisis en las cuales fue decisivo ese papel reaccionario de las FF.AA. para bloquear el camino democrático a hierro, sangre y fuego en sus tentativas de llevar a cabo la revolución democrática, pendiente y atrasada, por liquidar el viejo sistema semifeudal/semicolonial y su capitalismo burocrático y liberar el pueblo y la nación. De forma más explícita o subterránea, la lucha entre las varias fracciones de la burguesía y su correspondencia en las FF.AA. ha acompañado la historia de Brasil, como parte del camino burocrático en su forma fascista o demoliberal (vieja democracia).
Ahora, con las maquinaciones para el golpe militar contrarrevolucionario preventivo, este debate aparece actualizado en dos posiciones: la primera, por la defensa de la embestida liberal (neoliberal) de Temer, representada por el discurso del general Mourão; y contra las teorías desarrollistas, remanentes de la profunda crisis del capitalismo burocrático en Brasil.
La aparición de los archivos de la CIA abiertos en 2015 y sólo ahora dado a público como una “filtración” del periódico O Globo y su repercusión hecha por el Grupo Globo, revela dos aspectos. El primero es la confirmación de aquello que las víctimas de la tortura ya habían denunciado sobre la implicación de la CIA y de los generales, inclusive en las sesiones de tortura y los consecuentes asesinatos con el conocimiento y aprobación de los altos mandos, incluyéndose ahí el propio presidente. El segundo es el de quebrar la imagen de Geisel en el seno de parte de la oficialidad. La imagen de él fue construida para dentro y para fuera de los cuarteles como el hombre que defendió la industria nacional, inclusive la bélica; firmó el acuerdo nuclear con a Alemania y rompió el acuerdo militar con USA y, aún, incrementó las tesis desarrollistas con los PND (Plan Nacional de Desarrollo) y, aún, que condujo la transición de la dictadura para la democracia.
Esta cuota de la oficialidad, por lo menos en parte, convivió muy bien con los tres primeros gobiernos petistas que acataron sus reivindicaciones de modernización de las FF.AA. en las tres armas e implementaron tesis desarrollistas hasta su crisis potrera.
Con el impeachment de Dilma Rousseff y ascenso de Temer, asciende la cuota más reaccionaria y favorable a los dictámenes del “mercado” y, claro, a los dictámenes de la embajada americana. La presencia cada vez más intensa de generales en puestos del gobierno, además de la intervención militar en Río de Janeiro (que completó tres meses) comprueba el proceso de reaccionarización y, más que eso, el encaminamiento del golpe de Estado militar contrarrevolucionario preventivo a la revuelta del pueblo que ya no soporta tanta explotación y opresión.
Ciertamente, la divulgación de la noticia con el contenido de los archivos enardeció más aún y explicitó una lucha interna en el seno de las FF.AA., que se hace pública como arma de los golpistas para asegurar la unidad de mando.