Gobierno de Bolsonaro y generales avanzan en la militarización de las escuelas

No Brasil, militares passarão a gerir e fiscalizar escolas

Gobierno de Bolsonaro y generales avanzan en la militarización de las escuelas

El gobierno de Bolsonaro y de los generales del Alto Mando militar anunció un impulso al proceso de militarización de las escuelas públicas, el día 5 de septiembre, durante una ceremonia en el Palacio del Planalto. Ahora, el gobierno federal, objetivando ampliar tal proyecto, colocara a disposición de los gobiernos de todas las esferas agentes militares de las Fuerzas Armadas para gestionar las unidades de enseñanza.

En el proyecto, según el ministro de la Educación, el extremo-derechista Abraham Weintraub, los profesores seguirán siendo civiles, pero estarán rodeados de militares “que cuidarán de la gestión, administración, disciplina y valores cívicos”. El foco de la militarización son las escuelas en locales pobres (de “vulnerabilidad social” y con bajos índice de desarrollo de educación básica).

El fascista Bolsonaro, que prometió desde la campaña electoral ampliar la militarización de las escuelas, incentivó aún los gobiernos estaduales y municipales a imponer tal proceso a los padres de estudiantes. Para que la militarización ocurra específicamente en estados y municipios, es obligatoria la aprobación de los respectivos gobiernos locales.

Bomberos y policías militares podrán también ingresar en el programa, cuando destinados por los gobiernos estaduales y municipales.

Los militares que participen del proyecto recibirán un incremento del 30% encima de la remuneración que recibían antes de la jubilación. Ellos serán contratados después de procesos selectivos, con tiempo mínimo de dos años y posibilidad de prorrogar los contratos por hasta diez años. Una de las funciones de los militares será cuidar de la llamada “cuestión comportamental”, como corte de cabello y uso de uniformes.

El Ejército y la ‘disciplina’ 

Bolsonaro afirmó que las escuelas militarizadas serán un avance en la educación, pues son superiores en “disciplina”. El recelo, sin embargo, es sobre cuál base se asienta esa disciplina y hasta qué punto ella es efectiva.

No son raros los casos tornados públicos de torturas contra jóvenes en las Fuerzas Armadas. El día 29 de abril, por ejemplo, fue instaurado, por el Ministerio Público Federal, un interrogatorio para filtrar denuncias de torturas ocurridas en un batallón de Jataí, en Goiás, contra los jóvenes reclutados por el Ejército. En la ocasión, 11 jóvenes fueron atendidos en una unidad de salud.

Una funcionaria del hospital que atendió los jóvenes atestó, en anonimato a la G1, que ellos estaban sufriendo de hipotermia. Familiares acusan los oficiales de agresión de someterlos a situaciones extremísimas. En 2017, en la misma ciudad, un soldado fue torturado y tuvo la agresión filmada por los propios militares responsables por el acto.

En marzo de este año, en nuevo caso de tortura, el Ejército fue condenado a pagar R$ 400 mil por causa de un episodio sádico promovido por superiores, dentro de un cuartel, contra un joven soldado, en abril de 2017. El caso ocurrió en la 27ª Brigada de Infantería Paracaidista, en Río de Janeiro.

En la ocasión, el joven recluta fue zurrado, con los pies y las manos atados, por 18 superiores, por más de dos minutos. Los torturadores militares usaron palos, pedazos de cables y de plástico para agredir el joven. Antes de concluir el ataque bestial, un superior ordenó: “¡Suelten el perro!”, en referencia a un cabo, apodado como “perro loco”, que, simulando un perro, mordió las nalgas del joven, llegando a arrancar pedazos.

El joven tuvo aún, como consecuencia del ataque, uno de los testículos arrancados y otro seriamente perjudicado, según diagnóstico de los médicos del Hospital Central del Ejército.

Parte del golpe militar

La medida, además de eso, es parte del golpe militar contrarrevolucionario, desatado por el núcleo del establishment (cuyo centro es el Alto Mando de las Fuerzas Armadas) en 2015, y hoy peleando con la extrema-derecha bolsonarista que, al ganar la elección, pasó a disputar la dirección de la ofensiva contrarrevolucionaria.

Tanto los generales y altos comandantes (derecha) como el grupo de Bolsonaro (extrema-derecha) pretenden impulsar la militarización de la sociedad como parte de su tercera tarea reaccionaria: elevar la represión, el control social y la negación de derechos para impedir la rebelión general de las masas (específicamente profesores y estudiantes) y el peligro de revolución.

Escuela, trabajo y militarización

Para los marxistas, el problema no es la disciplina  de los jóvenes o la introducción de formas militares, en general. La crítica específica de los demócratas y revolucionarios es sobre la militarización realizada por el Ejército reaccionario, a su método burgués  autoritario, y que cuyo proceso llevará represión a los estudiantes, profesores y un control social militar y policial.

Marx afirmó que la escuela comunista debe combinar: la educación teórica y científica, el trabajo industrial (con severas reglamentaciones, de modo a asegurar la salud del joven) y la introducción de “ejercicios físicos y militares” (en Instrucciones a los delegados del Consejo Central Provisional acerca de diversas cuestiones, 1866).

La gran industria por sí sólo militariza todos los obreros y, al preconizar la introducción de los jóvenes en el trabajo industrial con severas reglamentaciones, los marxistas ya presuponen la militarización de estos. “La prohibición general del trabajo infantil es incompatible con la existencia de la gran industria y, por lo tanto, un piadoso deseo, nada más. Poner en práctica esa prohibición, suponiéndola factible, sería reaccionario, ya que – reglamentada severamente la jornada de trabajo según las diferentes edades y aplicando las demás medidas preventivas para la protección de los niños, la combinación del trabajo productivo con la enseñanza, desde una tierna edad – es uno de los más poderosos medios de transformación de la sociedad actual” (Karl Marx, Crítica al Programa de Gotha, 1875).

Lenin, acerca de la militarización de los jóvenes, afirmó: “Ahora la militarización penetra toda la vida social. (…) Hoy la burguesía imperialista militariza no sólo todo el pueblo, pero también la juventud. Mañana tal vez comience a militarizar las mujeres. Nosotros debemos decir a este propósito: ¡tanto mejor! ¡Rápido para el frente! Mientras más rápido, más nos aproximamos de la insurrección armada contra el capitalismo. ¿Cómo pueden los sociales-demócratas [comunistas] dejarse amedrentar por la militarización de la juventud etc. si no olvidan el ejemplo de la Comuna?” (Programa militar de la Revolución Proletaria, 1916).

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