Haitianos disputam água e comida no Acre
La gestión petista, a la cual es caro el discurso de los “derechos humanos” (aunque promoviendo la explotación feroz de los trabajadores brasileños), de la solidaridad con los pueblos que padecen bajo “crisis humanitarias” (aunque obedezca ciegamente al imperialismo, responsable por esas crisis), finge que no ve la grave situación de migrantes haitianos viviendo en situación de miseria y humillación en el norte del territorio brasileño.
Poco más de un año atrás la gerente Dilma Rousseff cacarear allá mismo, en pleno suelo haitiano, por ocasión de una visita oficial a Puerto Príncipe, que Brasil estaba “de brazos abiertos” para recibir aquel pueblo, cerca de 1,3 mil migrantes oriundos de la pobre nación insular caribeña intentan sobrevivir en un degradante campamento montado en la periferia de la ciudad de Brasileia, en el Acre, en la frontera con Bolivia y Perú, donde están hambrientos, extenuados y maltrapillos, durmiendo encima de pedazos de cartón y disputando comida y agua potable.
Dilma pone la culpa de la situación en Brasileia en los llamados “coyotes” – gente que ayuda, mediante pago, a atravesar fronteras -, tomando prestado el odioso discurso de USA para justificar las ejecuciones, prisiones, humillaciones y violencias a que son sometidos los latinoamericanos que intentan entrar en territorio estadounidense sin los documentos necesarios, desafiando el calor y la policía migratoria en el desierto de Sonora, en la frontera con México.
De esta forma, y así como USA ni siquiera menciona, delante de los cadáveres en Sonora, que aquel suelo un día fue robado de los pueblos americanos, Dilma y su staff de chupamedias del imperialismo intentan hacer humo al hecho de que los residuos humanos de la pobreza haitiana, que ahora se apiñaban en una pequeña ciudad acreana implorando la oficialización de su condición de refugiados, son frutos de las políticas de hambre y muerte de las potencias dirigidas a Haití a lo largo de los siglos.
Y más: Dilma intenta hacer humo al hecho de que esas políticas de explotación y rapiña sin fin de Haití siguen a todo vapor y, sobre todo, de que el trabajo de “seguridad” de los monopolios en Haití es hoy capitaneado justamente por el ejército brasileño, tarea confiada a la gestión petista por el imperialismo, que entregó al oportunismo verde y amarillo la autoridad de la Minustah, sigla en francés para “Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití”.
‘Perdieron todo en el terremoto’
Volviendo a Brasileia, un vídeo vehiculado por la web del periódico O Estado de S. Paulo muestra el drama de trabajadores que partieron de su país de origen, muchas veces dejando sus familias buscando una oportunidad que les permita resolver sus necesidades más urgentes, en búsqueda de un poco de tranquilidad para los suyos y de una oportunidad de recomenzar la vida con alguna dignidad, pero que encontraron en esta país más de lo mismo, o sea: miseria, descaso, opresión y humillación, aunque los políticos y el oligopolio de la media repitan sin cesar que se trata de personas que perdieron todo en el terremoto de 2012 – ¿todo qué?
El vídeo muestra los más de mil trabajadores haitianos que intentan sobrevivir en Brasileia exprimidos en un espacio para 200 personas, apiñados en la fila en la distribución de alimentos, hecho ganado en la hora de la ración, acostados en el suelo intentando minimizar el calor, ociosos, desesperados.
Delante de la presión del “gobierno” de Acre, encabezado por el también petista Tião Viana, que decretó “situación de emergencia humanitaria” en el estado por causa de la presencia cada vez mayor de los haitianos, y de empresas que vislumbraron la oportunidad de reclutar mano de obra barata entre el contingente de hambrientos haitianos que llaman a la puerta de la semicolonia Brasil, la gestión Dilma envió una “fuerza de tareas” de burócratas al Acre para intentar agilizar la emisión de documentos de refugiados.
Como todo lo que se hace en cualquier semicolonia del planeta, y en especial donde el oportunismo ya venció todos los límites de la desvergüenza y de la desfachatez, la “solución” para los migrantes haitianos en grave situación del norte del Brasil será electorera y pro-burguesía, aunque todo, una vez más, esté siendo llevado a cabo en nombre de los pobres.
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