Traducción: Enrique F. Chiappa
Los guaraníes que durante mucho tiempo asistieron al pasado de su pueblo ser escrito y falseado por la ideología de las clases dominantes, decidieron acabar con esto y tomar en sus manos la tarea de desmentir los libros y contar su propia Historia.
— Llegó la hora para que la sociedad no-indígena de Brasil conozca la verdad, nadie puede continuar pensando que perdimos la memoria — afirma Werá Tupã (Leonardo), de la aldea del Morro de los Caballos, Santa Catalina, tenido como uno de los más destacados intelectuales indígenas del sur del país.
Él hace parte de un grupo de guaraníes que vienen investigando hechos históricos y episodios legendarios con el objetivo de mostrarlos de una manera diferente de aquella como fue narrada por el pensamiento reaccionario. Uno de los temas, cuyo estudio demoró años y todavía no está totalmente concluido, es la verdadera historia de Sepé Tiarajú.
Sepé fue uno de los mayores guerreros indígenas del sur del país, líder de la resistencia de los Siete Pueblos de las Misiones (RS) contra tropas españolas y portuguesas, en la llamada Guerra Guaranítica, de 1753 a 1756. Esa guerra fue abordada (de manera fantasiosa y truncada) en la película La Misión, con Robert de Niro y Jeremy Irons, en 1986. Tal rebelión fue consecuencia del Tratado de Madrid, por el cual Portugal y España canjearon entre sí los Siete Pueblos de las Misiones, bajo dominio español, por la Colonia de Sacramento, bajo dominio lusitano. El acuerdo obligaba los 30 mil guaraníes y los jesuitas de las siete reducciones a abandonaren el Río Grande do Sul y pasaren al territorio castellano, del otro lado del Río Uruguay. La Compañía de Jesús, jefatura jesuita en Europa, ordenó la mudanza, mas los guaraníes no aceptaron. Sepé lideró la resistencia y en carta a la Corona de España dio el famoso aviso "¡Esta tierra tiene dueño!".
Armas de caña salvaje
Sepé articuló una especie de Confederación Guaranítica, creando tácticas militares innovadoras para la época, en las cuales predominaba la guerrilla y se evitaba grandes batallas. Llegó a idealizar y construir cuatro piezas de artillería, confeccionadas con caña salvaje. Fue asesinado en una emboscada, por soldados españoles y portugueses, en los campos de Caiboaté, en las márgenes de la Sanga da Bica, en 7 de febrero de 1756.
El bravo y ejemplar Sepé Tiarajú se transformó en un símbolo para los gauchos. Hay un río y un municipio con su nombre y en Santo Ángelo, una estatua en el centro de la ciudad. Los guaraníes no ven ningún problema en esto, pero hay una cuestión de fondo que les desagrada e incomoda a mucho tiempo: que es la "des-indigenización" de Sepé.
La Historia, escrita por la cartilla de las clases explotadoras de la iglesia católica, se adueñó de la figura heroica, metaformoseándola casi en un blanco que era indio por acaso.
Los libros dicen que él "abrazó la doctrina cristiana" y fue "el más ardoroso defensor de la obra de los jesuitas"; que "sus maestros fueron los padres"; que él luchó (sugestionado por los religiosos"; que "era indio misionero, probablemente ya cristiano de tercera generación"; que algunos padres fueron los "principales estrategas de la resistencia"; que, huérfano de padre y madre, "fue criado por los jesuitas"; Wera Tupã diverge de todo eso. Los libros yerran hasta en una información básica, sobre su origen. En una revelación inédita y sorprendente, Wera dice que Sepé no era guaraní. Él pertenecía a "otro pueblo indígena que no conseguimos identificar. Él fue adoptado por los guaraníes y criado como uno de los nuestros".
La investigación al respecto de Sepé se basó en la historia oral, preservada en la memoria de los indios centenarios que vivieron en Río Grande do Sul, entre ellos la anciana xama Tatãty Yva Rete (Maria Candelaria Garay), apuntada por antropólogos de la Universidad Federal de Santa Catalina (UFSC) y PUC de San Pablo como un de los liderazgos femeninos más importantes y respetados de la tribu. Nacida aproximadamente en 1874, Tatãty fue abuela adoptiva de Werá Tupã.
La verdadera historia de Sepé Tiarajú
El periódico AND fue escogido por los guaraníes para ser el primer órgano de comunicación de los djuruá (no-indios) a obtener conocimiento del contenido del estudio, que podrá transformarse en breve en un libro. Este es el resumen contado por Wera Tupã:
"Al contrario de lo que se dice, Sepé no era guaraní. Él nació en otro pueblo indígena, que no conseguimos identificar. Cuando él tenía dos años de edad, su aldea que quedaba en Río Grande do Sul, fue atacada por portugueses o españoles. Los guaraníes corrieron para ayudar, mas el lugar ya había sido invadido y casi todos habían sido masacrados.
Los guaraníes salvaron un niño y lo llevaron para una aldea nuestra, cerca de la misión San Miguel. Una familia lo adoptó. El abuelo de la familia era un paye muy poderoso y el niño lo adoraba. Una cosa que casi nadie sabe es que su verdadero nombre no era Sepé Tiarajú. Eso era lo que los padres de las misiones entendieron y escribieron.
Su nombre era Djekupé A Djú, que significaba "Guardián de Cabello Amarillo". "Guardián" por que era un guerrero y "cabello amarillo" por que no tenía el cabello tan negro como los guaraníes, era medio castaño. Pero era realmente indio, no mestizo.
Cuando el niño comenzó a crecer, pensaron que iba a ser un paye, un religioso, y comenzó a ser preparado para eso. Pero su otro lado, el de guerrero, fue más fuerte y ahí cambió su destino. Recibió nombre de guerrero, Djekupé A Djú. Y también era llamado por los guaraníes de Karaí Djekupé, "Señor Guardián".
Su destino de guerrero fue por que estaba indignado con los blancos y estaba grato a los guaraníes. Y que en la aldea nunca le escondieron su propia historia, y lo que había sucedido en el ataque.
Así aprendió la lengua española.
No fueron los padres que lo entrenaron. Fue preparado por el gran ejército guaraní, los "kereymba" (Obs: se pronuncia "Krimbá"). Era un excelente guerrero. Además, tenía facilidad para conversar con los blancos, algo que los otros guerreros no tenían aptitud.
Djekupé A Djú luchaba, hacía de todo para que las aldeas guaraníes no fuesen molestadas. Principalmente por que pensaba en su abuelo, no quería que nada perturbase la preparación espiritual del anciano. (Obs: Wera no entró en detalles, pero es posible suponer que, de acuerdo con la tradición, el viejo paye se preparaba espiritualmente para "viajar" a la Tierra Sin Mal, a Yvy Mara Ey, una especie de paraíso, que según el mito puede ser alcanzado en vida o después de la muerte). Así podemos ver que Djekupé A Djú podía relacionarse con los jesuitas, pero que no era un cristiano, como dicen, por que en realidad él respetaba más la religión del abuelo, la religión de nuestro pueblo. Karaí Djekupé fue y continúa siendo un gran héroe de los guaraníes y esta es su verdadera historia" (Obs: Estudios históricos y antropológicos vienen indicando, cada vez más, que la propalada conversión de los guaraníes al cristianismo, en las reducciones jesuitas, fue talvez más aparente de que real.
Estos indígenas no se recusaban al bautismo y a las misas, muchas veces por apreciaren la estética de los rituales y para no contradecir los padres. Una señal de esto puede ser la no-permanencia de la religión. Hoy en día el número de guaraníes católicos es ínfimo. Han habido "ataques" de sectas protestantes a las aldeas y muchos frecuentan los cultos. Mas, todavía no se puede evaluar la verdadera dimensión del perjuicio cultural, pues los guaraníes parecen poseer una auto-defensa eficiente, que consiste en "desviarse", con extrema diplomacia, lo que elude a los menos atentos."